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"En la Zona del mar Carif?é las réspon~abi/idades de los Estados UI~iclos aumentan

Q me, dida que se acerca la apertura de la gran vía interocéanica que está llamada a cambiar las rutas mercantiles del mundo, y el deseo de los Estados Unidos e~ ver establecido en esa zona el orden y

la paz". ' .

Para probar que el interés de los E~tados Unidos a favor de los países del Caribe, venía de atrás y había siqo beneficioso a Nicaragua, dijo:

"Apoyando en esta simpatía de los Estados Unidos, pudo Nicalagua agregar a su juris– dicción una faja de territorio en la Costa Atlántica, que constituiría un valioso contingente para sus recursos y prestígio político meqiante el establ(:Cimiento de mejores vías de comunicaci6n en–

tre las secciones orientales y occídentales del país"

El Secretario de Estado, fIJe recibido en ,sesión solemne por la Asamblea Nacional Consti

c

tuyente, que presidía el doctor Ignacio Suáre,z, consejero y omigo incondicional del Gral Luis Mena, que desde el Ministerio de lo Guerra era la cifro más alta del poder

En su discurso, el Presidente S.uárez, muy claramente, y con suma inteligencia planteó el

problema de los países hispanoamericanos qIJe en presencia del poder incontrastable de los Es– tados Unidos oscila como en uno balqnza entre la confianza y la desconfianza

Dijo el doctor Suárez'

"Dura condición ia de los pueblos débiles, tratándose de su amistad con pueblos grandes

y fuertes El mismo augusto fundador di;) vuestra próspera unión, que todo lo que veía a través de sus excelesas virtudes, dijo al despedirse de la vida pública, en un mensaje trascendental di– rigido al Congreso Para una nación qébil¡ o pequeña; el afecto hacia una grande y poderosa equivale a convertirse en su satélite"

Muy hábilmente planteó el problema el doctor Ignacio Suárez Contestó el SecretOl io dI¡} Estacfo Knox,

"Noto señor Presidente '~e la Cámara lo que ha dicho usted sobre la existencia de cieltas aprensiones que hay aquí y en otros de las Repúblicas centroamericanas acerca de las verdadel as

intenciones de los Estados Unidos: hacia ella, en relación con lo doctrina de Monroe Puede ase– gurar a usted y estoy seguro de lo que yo digo tiene 19 debido aprobación del pueblo y del Presi– dentq de Estados Unidos, que mi (iobierno no desea ni Una pulgada de territorio más.allá del río Grande El justo límite de nuestra política es ayudar al mantenimiento, de las instituciones re– publicanas en este he¡n,Ísfqrio .y estamos ansiosos de que las expresiones del Gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo no sea l,Jna utopía en ninguna república de este continente. T

Q"

nemos un perfecto conocimiento político de las causas ql,le pueden aumentar lo existencia de unp

república americana apartada de nosotros. Estamos igualmente deseosos de que no fracase el mantenimiento de la forma republicana a causa de fuerzas desintegrantes que tengan su origen

en el seno del mismo gobierno, y siempre que nos sea factible nos encontrará dispuesto a dar la propia asistencia en la medida de nuestras fuerzas para preservar lo estabilidad de nUestras Re– públicas americanas"

El señor Knox visitó ta'!1bién al Poder Judicial Entre el Presidente de la Corte Suprema de Justicia y el Secretario de Estado se cruzaron discursos de mera cortesía sin ninguna trascenden– cia político

Era el señor Knox un caballero mayor de cincuenta años De poca estatura y poca ele–

gancia, a pesar de ser esmerado en el vestir Buen orador Hablaba con frQses cortoS de tono sentensioso Usaba con frecuencia el gesto de la mano derecha con el dedo índice estirado para rubricar su sentencias con energía

El pueblo de Managua le miró coh respeto Gustaba de pasear por las calles, dispOlejas

y polvosas de la ciudad en el landó presidencial, elegante carruaje que tiraban dos yeguas ingle– sas con arneses plateados Se mostró en Nicaragua un cabal/ero cumplido. Muy atento, salu– daba mientras recorría las cal/es ti uno y a otro lado

Era celoso ~ump;;dor de las reglas protoco;arias de la alta diplomacia. Presencié

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