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asusiado en su percha de un rincón de la obscura forre, casi nos hace caer en su

precip~tada huída. Regresamos por el Calvano a la sala o cuario de los relojes donde el Padre nos mostró su plano d~

restauración del convento, en tinta negra

y roja, para el que necesitaba una sóla cosa: dinero. Antes de despedirnos le ale– gramos con la pro:mesa de escribir en su nombre a los Estados Unidos pidiendo un gran reloj de tres esferas o frentes para su Iglesia, y que diese las horas. "Con tres frentes", nos recordó más tarde cuan– do pasa:mos frente a su casa".

En el :l:ercero y úl:l:imo cuerpo de la forre están las campanas; y su remate o final, lo fonna un chapitel sexagonal en cuyo vértice se ostenta una cruz. Ta:m– bién en la parte más alfa del frente de ésta Iglesia, una imágen de cemento de la Vírgen María abre sus brazos de amor a la ciudad.

El airio está hoy elegantemente irans formado, y para darle :más amplitud fué deshecho el :murete o piso que existía al pié del frente y torre de la Iglesia co:mo de veinte pulgadas de alfo, que, quizás a :más de seguridad serviría de asiento a los fieles que esperaban los oficios del culto divino.

Al lado Esie de la torre sobre el atrio de ese mismo rumbo, había anfiguamen±e un techo de fejas del que iodavía se ve la seña incrustada en ella, que formaba un cerra:rniento que aunque de pequeña extensión, servía según relaios de viejas familias, de osario del cementerio de la Iglesia.

El profundo de este severo templo ba– jo su hermoso cielo y elegante decorado adual, despieda en el espíritu del que lo visita el más e:mocionante fervor; y, en su místico secreto recogido en sí :mismo, pa– reCe que habla de aquellos franciscanos y jesuitas, en su obra magistralmente mi– sional . Todo en él, entre la ténue semi– obscuridad de sus naves que disipan blan– damente las pupilas de luz de sus peque– ñas venianas, respira majestad en la di– vina lairía a Dios, El techo de madera en forma de caballete propío de la época en que se construyó, lo sostienen las paredes laierales de adobes con altos ei:rnien±os de piedra, y enchapadas ahora para su ga– rantía y ornato con ladrillo a uno y otro ladol y, las que dan a la calle están re– forzadas con gruesas y anchas colu:mnas de piedra con inscripciones gravadas así: en una de ellas se dice "Santus Deus -– Saníus forfis"; y en otra, "Santus inrnacu– la±us, :M;iserere Nobis",

La bóveda inierna la sostienen dos hi.– leras de pilares, siete por fila, altos y re– dondos como los de la Merced, con base

IGLESIA DE LA RECOLEécION

felizmen:te ya descubierias de un sólo blo– que de laja fina y rematados por zapaias con bellos adornos de hojas y flores for– jadas en ellas, que armonizan con el de– cOl-adp del cielo. Estos pilares dividen aparentemente el interioi- de la Iglesia en tres naves. Sus altares prirrLifivos ya no existen, y el :mayor está precedido de una elegante mesa de mármol, y dedicado a la Vir~Jen de la Medalla Milagrosa.

En este mismo interior existe una puer.J:a o arco que da entrada al primer piso o cuerpo abovedado de la iorre, en el que exis!ía hace rnuchos años un pan– teoncito destinado para sepuHura de niños de varías familias de la ciudad. Este cuario .funerario fué removido en 1916 pa– ra convertirlo en una preciosa Capilla; más, la exhumación de esos restos ino– cerlÍes que permanecieron a la vísía del público por unos cuantos dían antes de ser inhumados nuevamente., despertó en el odio antí-religioso, una incalificable y :l:enleraria sospecha que dió lugar a la ca-

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