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DICIEMBRE 27

Inauguración por la farde en la Avenida Inde– pendencia del busto de Manuel José de Arce y dis– curso oficial de Modesto Barrios en el aefo de descu– brir la escultura que personifica la figura del prilner presidente de Centro América

DICIEMBRE 28

El presidente Dn Pepe Escalón autoriza a Victo– rino ArgÜello ,I(ara que publiquemos la carta de Elvira en que eata habla de lo sucedido en casa de Da Dominga Bolaños el 13 del corrienfe Román Mayorga ha estado explotando el hallazgo de unos cuah o rifles herrumbrosos para hacer creer que se trataba de un arsenal de guerra El discurso que Mo- . desto pronunció ayer en la avenida Independencia,' me gustó mucho menos de lo que digo a todos que me agradó

DICIEl'JIBRE 129

A pesar de la resistencia de ZB.n'I.ora Calderón, me resuelvo a publicar en "El Siglo XX" la carta de mi hija Elvira.

Vienen procedentes de Guatemala Alejandro y

Emiliano Chamorro, Eulogio, Cuadra y Mariano Ze– laya Bolaños No traén de GuaterolOlla esperanza nin– guna. Horripila el relato que hace Eulogio de las atrocidades de le Penitenciaría de Managua. El pasó más de un año encerrado en ese infierno.

DiCIEMBRE so

Sale publicada en "El Siglo XX" de hoy la carta de Eivira Vienen a visitarme los emigrados que lle– garon ayer tarde , Emiliano refiere una parte de su última campaña militar Se ve por su relato que es– iuvieronen realidad a punto de triunfar. Zelaya estaba minado.

DICI&MBRE 31

Durante el año que hoy termina pasé las angus– tias de la guerra de Honduras/ me trasladé a El Sal– vador Entro a la redacción de "El Centroamericano" y muerte de este periódico Mi gravedad en Noviem– bre Entro D. redactar "El Siglo XX". Viene mi hijo Enrique de Nicaragua, lo m.anda m.i fan'\ilía pa;ra que permanezca a mi lado Al terminar el año, no veo esperanza ninguna de que caiga Zelaya.

APENDICES

Carta del Doctor Diego l\Ianuel Sequeira a Don Adolfo Benard de la que se Hace alusión en páginas anteriores.

Tegucigalpa, D. C. 19 de Mayo 1959

Embajada de Nicaragua.

Señor Don Adolfo Benard, Diputado al Congreso Nacional Managua.

Mi muy estimado maestro:

Mucho agradezco a Usted su amable y cariñosa carta

y le envío de las copias de las que escribiera a sus fami– liares, a comienzos de este siglo, desde Tegucigalpa, la brillante y fina pluma de Don Enrique Guzmán. Es inne– gable que Tegucigalpa ha cambiado mucho, al ver lo que cs ahora como ciudad, y al leer las descripciones que sobre sus calles, edificios públicos y privados, alumbrado y so· bre su gente hacía por aquel entonces el atildado escritor nicaragiiense.

Las calles de Tegucigalpa muestran una pavimenta– clón de primera clase, es de piedra ajustada por cemento, le llaman aquí adoquinado. Siguen siendo las calles muy estrechas y' torcidas, pero son muy limpias. Las calles de Comavaguela no tienen pavimento alguno, y hasta aho– ra están dando principio a los trabajos de pavimentación de la que conduce al aereopuerto.

El agua de la cañería abundante en la estáción llu– viosa es dara en todo tiempo, pero muy escasa en el ve– lano. El servicio de alumbrado eléctrico es muy bueno así C9mo el automático de teléfonos.

Usted estuvo hospedado en el Gran Hotel Lincoln, u'no de los dos de cinco pisos que se han construído especial. mente para esos servicios con todo el confort moderno. Los carretonos y los coches ban desaparecido por com– pleto y e1rcullln por las c'aUes automóviles de primeras maréas, tanto particulares liomo públicos, '1 camiones que hacen ",1 servicio de la carga pesada.

Toral: la Teguelgalpa descrita. por su abuelo Don En· riqueGuzmán ha cambiado muchísimo, y estoy cierto y seguro que si él volviera a verla se quedaría encantado, pues todavía encontratÍa el delicioso clima que ponderq tllonto y las comodidades y aseo de una ciudad moderna.'

Hasta el comerelo que a él le parecía raquítico, ahora es tan floreciente, que los almacenes de Tcgucigalpa pueden rivalizar con los rle Managua, por la calidad y cantidad de sus artículos

Croo que las copias de las cartas que Usted me envía de don Em ique serán muy aceptadas y publicadas en la revista de los intelectuales hondUlcños.

Sentí nluch"o no haberlo visto antes de su pal tida; deseándole salud y prosperídad, quedo su afectísimo ami– go y servidor,:

D. M. SEQUEIRA

Como se ha escrito tanto sobre las relaciones, poco amis. tosas, que mantuvieron don Enrique Guzmán y ltubén Darío hasta llegar a comparar el caso con la pugna literal ia sos– tenida entre Góngora y Lope de Vega nos ha parecido del caso insertar en estas Memorías cl historial de esas relaciones desde el conocimiento que hizo don Enrique de Rubén hasta el juicio que de éste hizo posteriormente, ya cuando el poeta había alcanzado grau renombre, opinión muy modificada por ciel to de la que le mereció "el poeta niño" en sus primeros ensayos.

SU QUERELLA CON RUBEN DaRlO

Fué en el año de 1882 cuando Rubén Darío, sicndo uu adolescente, hizo un viaje a Granada. Tal vez iría en illg una comitiva prcsidencíal, formando parte del cortejo que acom– pañaba al general Joaquín Zavala. El caso es que quiso apIO– vechar aquella OpOl tunidad pal a conocer a don Enrique Guz– mán. Darío era portador de una carta' de inhoducción de don GenalO Lugo para Guzmán y con ella se presentó a éste que habitaba en aquel entonces la casa que es ahora Casa del Oblero, frente al parque Colón.

Cedamos al propio don Enrique referir en su Diario Intimo la implosión que dejó en su ánimo el conocimiento qúe hizo del aguilucho:

"29 de Enero ele 1882-Con una carta de Genaro Lugo, y acompañado' de un joven Salinas, se me presenta el novel poeta Rubén Darío a quien llaman "el poeta niño". Parece tener de 15 a 16 años. (Sólo tenía 15 años en ese entonees): en realidad es un niño. Me parece simpático; aún 1\0 he po-dido juzgar de su inteligencia". '

, Algún tiempo después le escriBía don Enrique :t don Félix M:cdina, que redactaba una revista litelaria, lo siguiente: "con-

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