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Coronel Caite que acababa de conversor conmigo. Todos mis nervios se crisparon y los más tris– tes reflexiones cruzaron por mi mente.

Como uno hala después vinielon los encargados del asalto del San Jacinto Era el jefe,

y el experto metrallista el Coronel Coronado Rayo, pelsona de mi íntimo amistad Cuando ca· minábamos hacia Bluefields le manifesté una vez más lo que me molestaba que él sé hubiera colocado en un servicio tan peligroso como era el de mettallista Con respeto y aún con zala– mería me dijo Yo vine desde San Salvador poro jugarme la vida en esta causa que me pareció justo y necesaria.

Más tarde verán ustedes cuanta razón tenía yo de temer por su vida dedicada como esta– ba al manejo de una ametralladora y con ¡'ama de hacerlo muy bien por su valor personal y por su competencia.

Cuando llegamos e iban a tomar en el muelle las gasolinas, el San Jacinto logró desenca– liarse, y partió hacia la protección de El Venus en el mar Ya hablaré en otro Cabo Suelto de la biografía de ese joven Coronado Rayo, sólido cristiano, entusiasta patriota que dió la vida y no escatimó sacrificio

eprimera protección del ,ªo&ierJ1o 04mericano

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AY grandes triunfos que se vuelven de/rota La presencia del doctor Irías en El Ve–

nus, hizo perder al doctor Madliz su condición de elemento conciliador y le cayó en

todo su rigor la excomunión del zelayismo

El Gobierno americano notificó al doctor Irías de que no consentiría por ningún punto que ellos operaran sobre Bluefields, porque estaba poblada por gtan cantidad de ciudadanos americanos y tenían valiosos intereses que se pondrían en peligro Que por lo tanto ni en asaltos, ni en forma de bombardeos lejanos pel mitiría ninguna ofensivo sobre Bluefields.

También para proteger los altos intereses americanos selÍa trasladada la Aduana a la isla formada en la desembocadura del río Escondido Cuando el río Escondido va a desembocar en el mar se parte en dos btazos que ya tuve OCCisión de describir, uno de mayor hondura que corre faldeando al Bluff y otro de mucho menol colado que la sepela de Bluefields Esta disposición, no prevista por Adolfo Díaz y por mí pero que entraba en las posibilidades, fue aplastante, des– concertante para el Gobierno del doctor ¡lliadr;7

Sin embargo la batalla seguía en fiera pelea entre hermanos nicOtogüenses

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N esos difíciles momentos malévoJamente apareció el Cónsul General de los Estados

- ~ Unidos Moffat proponiendo la separación de la Costa Atlántica como Estado Inde– pendiente Su intención era indudablemente desconcertar y 9'rastró algunos de los persona"je, esencialmente costeños

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