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Declaración del General

Emiliano Chamorro,

Jefe Nacional del Partido Conservador

En la última sesión extraordinaria de la Direotiva del Partido Conservador de Niraragua, convocada por el Doctor Fernando Agüero, para· pedir la apI'oba– ción de la campaña, iniciada por él, de crítica a la política del Departamento de Estado en Nicaragua, y después que el Doctor Agüero terminó de exponer el ob– j:etivo de la reunión, creí conveniente dar a conocer a la Directiva mi opinión sobre el particular.

Mis palabras fueron más o menos las siguientes: No voy a entrar en dis– cusión con el brillante orador Doctor Agüero. Pero, sí deseo dejar constancia de que considero muy peligrosa la petición de aprobación a las últimas ideas ex– presadas en sus discursos, y de que el pueblo las interprete como el principio de una campaña anti-americallista. POI' eso juzgo que para resolver esta cuestión, necesitamos de más tiempo del que nos queda para discutirla antes de retirarnos a ttomar nuestros alimentos, y me parece que esta es una cuestión de tanta impor– tancia que no debemos discutirla tan a la ligera y con el estómago vacío. Por eso pido a los concurrentes hacer el sacrificio de quedarse en la ciudad el tiempo su– ficiente para que tengamos otra sesión exclusiva para tratar este asunto.

. Sometida esta petición a la Asamblea todos estuvieron de acuerdo, incluso el Doctor Agüero, en suspender la sesión y continuarla a las tres de la tarde, hora en que efectivamente nos reunimos de nuevo. En esta segunda ocasión, expresé lo que sigue:

La llolítica Itradicional del Partido Conservador ha sido siempre la de amis– tad con los Estados Unidos, aunque no siempre éstos hayan correspondido a esa amistad que les brindamos, y sin embargo, el Partido no ha cambiado nunca de política. Deseo tengan presente que les hablo como una persona que siempre ha tratado de mantener a Nicaragua alejada- de la intervención americana. Esa ac– titud la puedo probar con hechos y no sólo con palabras. En una ocasión el pueblo de Managua organizó una manifestación de protesta por la disposición del Gerente del Ferrocarril, señor Ü'Connell, de impedir el pase a los andenes a quienes no tuviesen su boleto de viajero. El Ferrocarril, en ese tiempo, era ma– nejado por accionistas americanos, quienes temieron que la propiedad fuera daña– da por el pueblo y pidieron al Ministro Americano enviase a los Marinos para que los protegiera. Yo, en mi calidad de Presidente de la República, llamé al Ministro

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