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El Sargento Mayor Don JaSE ANTO– NIO LACAYO DE BRIONES, ya bien cono– cido en León, a.l llegar a él, COIno Juez invesfigador del levan1amien±0 de las mi– licias en el año de 1725 a 26, y que ter– minó con el asesinato del Gobernador de Nicaragua Don Antonio Poveda y Riva– deneira en 1727; cargo que desempeñó con verdadera probidad 'i nobleza; fué nombrado Gobernador y Teniente de Ca– pitán General interino de la Provincia, en 21 de Noviembre de 1740 por título de la Real Audiencia de Guatenuila, que reci– bió en Granada el 6 de Diciembre siguien– ie Más León, que por su propia nalura– leza es

En toda la Capilanía general de Gua– temala dentro de la que se contaba la Provincia de Nicaragua, existía gran riva– lidad de razas: la pura española o blan– ca: la cobriza o americana o indígena: y la negra o africana importada en la triste condición de esclava.

La española estaba formada por los conquistadores que se consideraban vasa– llos directos del Rey, y que, por haber ex– puesto su vida y sus haberes en las duras y peligrosas luchas de la conquista se creían acreedores a las consideraciones de la Corona. Esta a su vez, consideraba justas y merecidas éstas exigencias y, en recolupensa les concedía privileg~9i;i seño– riales, al extremo de que, hicieron surgir en ellos una superioridad sobre todas las otras razas, formando una especie de aris– tocracia racial.

La indígena, aunque ya en ésta época de 1741se respetaba, su condición de libre como vasalla también de ,la Corona de Casfil1a, se le consideraba siempre corno raza miserable o rústica, necesitada de tutela y prOTección.

La raza negra o africana, vivía su– jeta en las Indias y por consiguiente en Nicaragua a un régimen de esclavitud re– conocido por las leyes que colocaba al es-

fe a su dueño, o amo. .

Naluralmente, éstas tres razas prin– cipales, por el contacto frecuente en que se mantenían, produjo entre ellas a causa de sus uniones carnales oiras tres razas de ingerío: la mestiza producto de la es– pañola con la indígena: la parda o mula– ta, de la española con la negra; y la zam– ba, de la negra con la india.

Los españoles o peninsulares que no se habían mezClado con ninguna otra ra– za; ocupaba¡:l los cargos y principales em– pleos tanto en la Iglesia, COITlO en el Go– bierno y en el Ejército, de los que se veían preferidos casi siempre los mestizos, es– pecialmente los no nacidos de ITlatrirno– nio; mucho más, los indios a quienes 'sólo se les iInponía la carga de tributos a la Corona y de servicios a los españoles; y del todo los pardos o mulatos.

Los pardos o mulatos exisfian en la ciudad de León en número c~:msiderable

y conservaban los rasgos característicos y peculiares de las razas de que procedían, pués como los indios eran adictos al robo, pero, en la forma de asalto a mano arma– da, y propensos a la pelea de combate. Como derivados de negros se les conside– raba como infames de derecho; pero· por estar acostumbrados al trabajo fuerte y pesado cOl1.s±i:l:uían para ese objeto la par– te más útil y necesaria en la población,

y, además eran escogidos con preferencia para soldados del ejercito; formando cuer– pos de milicia especialmente pardas, co– ITlO las que existían en León en la época que tratamos, comandadas por los Capi– tanes también pardos don Antonio Padi– lla y don José Pérez.

Los criollos o españoles nacidos y criados en Nicaragua, como los mestizos y aún los pardos o mulatos, sentían amor hondo y sincero para la tierra que les vió nacer y con mejor condición orgánica, se sennan bien preparados para un supe– rior destino de su patria; y con éstos an– helos y sus arraigos económicos, forma– ron por parie otra clase social, especie de plutocracia, que más bién le correspondía el nombre de argirocracia como la llama Enrique de Gandía en la AmÉlrica del Sur. Es así, pórque éstos individuos como co-

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