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lados Unidos usarían sus fuerzas m"madas para desarm.ar cualquiera ele las tropas de ambos ejércitos empeñadas en la revo– lución y que rehusaran deponer sus ar– mas. Además, los Estados Unidos esta– ban moralmente obligados a supervigilar las elecciones de 1930 y 1932 habiendo promovido y dado su aprobación al acuer– do de los dos candidatos presidenciales de

1928, acuerdo que estipulaba quo aquel que resuHara electo solicHoría la supervi– gilancia de las elecciones que so llevaría'.1. a cabo en los próximos dos nños De ahí. que cayó sobre los oficiales al mando de la Guardia la obligación de fOlmular los planes para la preparación de un C\.lerpo de oficiales nicaragüenses que repusierall a los oficiales norteamericanos en una fe– cha próxjma, probablemente después de las elecciones de 1932.

La situación ofrecía muchas dificulta– des, debido primero a la revuelta de San– dino, lo que hizo necesario mantener la mayor parie qe la Guardia que fuese po– sible en el campo de operaciones contra las fuerzas de los rebeldes. Esfo' requería qUe oficiales experimentados fueran colo– cados al mando de las fropas del norie, las que estaban activamente empeñadas con el enemigo Era impráctico colocar oficiales pativos falfos de entrenamiento en los puestos altos, dándoles así el man– do sobre lós oficiales norteamericanos ex– perimen±ados de la GuaÚlia, y ningún na– tivQ del tipo deseado para los altos pues– tos aceptaría cargos como Subtenientes, u oiros rangos menores, cOn el solo objefo de ganar la experiencia necesaria que les permitiera asumir los deberes y responsa– bilidades del mando superior.

El primer paso dado fue comisionar a un número de clases dignos, que se ha– bían probado en combate, y ascenderlos al rango de Subfenientes, pero mantenién– doles, :todo el :tiempo, para cuesfiones de mando, en un grado inferior a los oficia– les norteamericanos del mismo rango. Ocho de tales clases fueron ascendidos en Noviembre de 1929. Se estableció una Academia Militar de la que la primera promoción de nueve cadetes se graduó el 22 de junio de 1930, siendo comisiona– dos corno Subtenienfes. Para la fecha de la evacuación cuatro promociones, con un lotal de 166 cadetes, se habían llevado a cabo. La Tercera y Cuarta promoción fueron comisionados Subtenientes tempo– rales, para someterlos a un período de prueba antes de reci.bir comisiones per– manenies.

Mientras estos nuevos oficiales comi– sionados eran en lo general todo lo que podíu esperarse con 1<1 c[lnlidad de en1¡-e– l1amienio e insirucción que pudiera dár-

se1es (.'11 el lienlpo señalado, lodos Ol'él11

jóvenes y sin experiencia, no sólo para la:. cuestiolles miliiares sino para asunios ad– ministrativos.

El Jefe Direcior de la Guardia, a.sí co– mo el Presidente de la República de Ni– caragua, 110 esfaban gustosos de entregar– les a ellos las responsabilidades de la ad– minis [ración y mantenimienio de la orga– nización de la Guardia, la que apenas ha–

hí.a entIado en existencia el tiempo sufi ciente para funcionar con eficiencia béljO sus comandantes experimentados, y la que ioqavía, aun con su ayuda, no po– elí.a considerarse una organización perfec– ta. Eslos hechos eran conocidos por el

Ministlo Americano, y a su solicitud, el Jete Direc10r de la Guardia Nacional re– comendó un plan para Ja entrega de Ja misma a oficiales nicaragüenses

El proceso está mejor descrito en la correspol1.dencia enlre ambos: Cuartel Ge– neral de la Guardia Nacional de Nicara– gua, Managua, Nicaragua. 15 de junio de 1932 - Al Honorable Mat±hew E. Hanna, Ministro Americano, Legaci6n de los Estados Unidos de América, Managua. Señor: En cUlllplimiento con su solicitud verbal de que le diera mis puntos de vista sobre el terna de la enfrega del cOlllando de la Guardia Nacional a oficiales nicara– güenses, deseo manifesiarle que, mien– fras la entrega una vez con1.enzada debe cOlupletarse lo más pronto posible para evitar que la responsabilidad recaiga so· bre un pequeño número de oficiales nor~

teamericanos sin tener la autoridad co– rrespondiente y la fuerza de números ne– cesaria para respaldarla, una ordenada entrega es vitalmente illlpor±ante y el cor– to período de tiempo hábil conforme el presente plan hace tal entrega muy pro– blemáfica

Con toda probabilidad no será posi– ble asegurar el nOlllbralllien±o de oficia– les nativos adecuados para los puestos al– ias durante la actual administración. El presidente que sea eledo el 6 de noviem– bre de 1932 y que ±ome posesión el 1 de enero de 1933, será quien tenga que ha– cer esos nombramienfos. Yo creo que al– gún tiempo debe dárse1e al futuro Presi– dente para hacer esos nOlllbramien±os des– pués de que asuma el cargo. Es proba– ble que esos nombramientos puedan ha– cerse y una entrega ordenada llevarse a cabo en cosa de un rnes. Sin embargo, en las instrucciones diciadas al Jefe Direc– tor se le deberia perrniiir alguna latitucl. Un máximo de dos meses después de la loma de posesión del nuevo Presidente debería ser suficiente. Al Jefe DireCÍor se le debería permitir reiener cincuenta ofi·

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