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El Presidente va a ir a San José, Costa Rica, a reunirse con los Presidentes de seis paises centroamericanos -Costa Rica, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Panamá. Cinco de esos Estados con excepción de Panamá– han formado la Organiución de Estados Centroamericanos y se han movido lejos

y rápidamente hacia la integración económica que los Estados Unidos están aus– piciando en la América liltina.

Mas an las últimas pocas semanas, la Casa Blanca y el Departamento de [stado han cambiado de parecer sobre la oportunidad del viaje. Muchas razones se dan para la dilaci6n, incluyendo la visita del Presidente Venezolano, Rómulo Betancourt, el 19 y 20 de Febrero.

Pero una razón aun más poderosa es la de dar tiempo para que los Esta· dos Unidos se desasocien enteramente do las desagradables elecciones nicara– güenses.

Dicen funcionélTios que el Presidente Kenncdy ha trabajado mucho y

duramente para dar de si mismo y de su administración una impresión de como penetración y progreso en latino América. El "residente no querrá esturbiat esa impresión, agregan, al me:tclarse en la política Centro Americana.

, Por otra parte, esos funcionarios no están seguros acerca de cómo los Estados Unidos puedan ir más allá de meros gestos simbólicos hacia medidas prácticas contra las continuadas dictaduras.

Ellos sostienen que mientras no vean alguna alternativa práctica de los gobiernos actuales de esos pl/fses, los Estados Unidos no pueden darles las es· paldas y cortar la ayuda económica o las relaciones diplomáticas.

Mas los críticos sostienen qua es precisamente ese cauteloso acercamiento al problema lo que está impidiendo el surgimiento de alguna alternativa práctica

de las dictaduras.

CANCERBERO

IlcUlol'ial del Washinglon Posl, del 5 de enero de 19631

Algo debe decirse acerca de la callada, mé/S efectiva, labor de la Comisión Inter·Americana de Derechos Humanos, grupo que representa un novedoso desarrollo en las relaciones de este hemisferio. ~n los pocos años de su orga· 11inción, la Comisión ha mostrado más clue sus propios méritos los siete miem– bros de la Comisión tienen solameltte el poder de considel ar quejas, solicitar audiencias y extender informes. Con todo, la Comisión ha usado esta restringida autoridad para convertirse en un instrumento de conciencia colectiva.

Las !lesiones sostenidas en la República Dominicana después del asesinato de Rafael Trujillo, proveyeron un escape a la indignación y ayudaron a evitar la regrésión a la matonería policíaca. Los miembros de la Comisión, la mayoría de ellos profesionales y autoridades jurídicas de posición, estuvieron presente du– rante las recientes elecciones dominicanas como parte del grupo observador de la Organizllci6n de Estados Americanos. Un symposium sobre métodos demo– cráticos se llevó a cabo en Santo Domingo y según todas las crónicas el animado intercambio fue muy útil.

Se han recibiclo quejas de ciudadanos de Cuba, Haití, Paraguay y Nicara– gua. Cuba rehusó contestar a la carta indagatoria de la Comisión. Haitl con– testó pero rehusó admitir a la Comisión para que sesionara allí. Nicaragua ha acoldado admitir a la Comisión pero no ha fijado la fecha, mientras el caso de Paraguay está aun pendiente. Una razón por 1<1 que Nicaragua ha estado evasi– va en cuanto a fijar fecha es que las elecciones estiÍn fijadas para Febrero y aparentemente la dinastía Somo%a no desea que observadores de los derechos humanos estén cerca.

Es obvio que la Comisión debe moverse con cautela porque está pisando áreas sensibles en un hemisferio donde la no-intervención os un dogma así como Una doctrina. Mas bajo la Presidencia de Manuel Bianchi, profesor de leyes chileno, la Comisión ha procedido con prudencia y buen sentido dentro de su mandato limitado. Si Nicaragua continúa con evasivas para admitir la Comisión a sesiones, sugerirá más acere;! del incierto estado de los derechos humanos en ese país que cualquier descubrimiento formal que el grupo pueda hacer.