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~umbo a (a <:Patria V aL peLi~ro

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LEGO el vapor y al subir a bordo tuve la grata impresión de ver que en él venían los re– cién casados Juan Bautista Sacasa y María Argüello, gozando de una luna de miel ape– nas iniciada También viajaba hacia San José de Costa Rica el licenciado Manuel Castro Ra– mírez, joven abogado salvadoreño, pertenecier.te a muy distinguida familia que estaba nombiaqo juez de la Corte de Cartago, elevada y m!JY honrosa posición

Al día siguiente después de Ulia feliz naver¡ación atracó el vapor en el 'muelle de ~orin­

to Estaba lleno de personas de la alta sociedad de León, que llegaba a saludar y fe~tejar a

la pareja Sacasa Argúel/o Subieron a bordo varios y los del comíté me convidaron pa~a asis– tir a un banquete que en la noche le darían a Juan Bautista y a María' Acepté gustoso y pre– paré mi ropa de gala

Como supieron los del comité que el vapor demoraría cuarenta y ocho horas en Corin–

to, invitaron también a Manuel Castro Ramírez; Este me consultó si iría O,rio a León. Las re– laciones entre el gobierno de El Salvador y el del General Zelaya no eran cordiales. Manifesté' a

Castro Ramírez el peligro de que el dictador Zelaya diera uno de sus golpes provocadores de Cen– tro América poniéndolo preso El gobierno de El Salvador se disgustaría al ver que sli delegado

en la Corte de Cartago lo comprometía a una fuerte actitud defensiva Castro kam~rez estu–

vo de acuerdo conmigo y se excusó agradeciendo mucho y haciendo votos por la felicidad del ma– trimonio y por la alegría de la noche

y en realidad que fué alegre el banquete, magnífico en todos los aspectos de gala y de asistencia de hombres y mujeres de la alta sociedad leonesa Música, brindis armoniosos como la música, llenaron de encanto y elegancia aquel/as horas Por la moñona muy temprano, a pesar del desvelo, tomé el tren para Granada, hasta. ese momento muy ilusionado En la estación de Managua, me esperaba Joaquín Pasos para saludarme en su nombre yen' el de' Juanita. L~s

agradecí mucho todas las gestiones que habían realizado por mí y le ofrecí volver el lunes, ese día era sábado, para visitar el nuevo hogar yola befla cuñado Llegué a Granada alegre por volver a ver a teidos los hermanos y recibido por eflos con fraternal afecto, cada uno me ofrecía su casa Pero mi hogar era el de mi hermana Isidoro, que hubiera sufrido si yo me desvío de efla en esa ocasión

Fuí a misa de diez de la mañana, y al regresar a mi casa estaba ella rodeada de la policía,

me pusieron preso, pasé ese día en la cárcel de Granada. Ilronía de la suerte, el lunes fuí a Ma–

nagua como le había prometido a Joaquín, pero directamente para la Penitenciaría! Estaba silencio– so y vacío el antro Me pusieron en las cerdas que llamaban "de inte(ectuales", que eran cua- , tro ubicadas cabe a la (etrina de la Penitenciaría 50(0 un prisíonero había en la celda de enfren–

te y era el 'intelectual distinguido doctor Antonio Medrano Pensaba, qué diría el profeta Pau- .

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lino Valladares si viera tan presto cumplida su fatídica profesía!

Eran prohibidas las conversaciones entre dos prisioneros, pero el guardián al que l/amaban cabo policía, no teriía ma( corazón y nos dejaba conversar a( doctor Medrana y a mí Ahí hicimos una amistad que duró hasta (a muerte de Medrano, y mantenida a pesar de las contradicciones políticas entre lbs dos

Los primeros días me era imposible comer entre el espeso mal olor que impregnaba los afimantos, pero a todo se acostumbra el hombre y así se le ve muchas veces ascender a lo,. ange-lical y otras descender a lo animal y entr€! los animares al inmundo cerdo. ' .

Aquí se ponían de relieve las contradicciones de nuestra política en que no se sabe en dón-

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