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« Previous Page Table of Contents Next Page »jefe fue mi 'amigo Augusto Cael/o, cJerrotado, pero la región quedó desolada Conociendo ésto ElJlogiO y su esposa Octavifa, me pusieron una alimentación asegurada de tres tiempos' por día, de fiambres, y mojados el almuerzo y la comida por media botella de vino
!
No padecí hambre en el camino Me desayunaba con café negro, por que no conseguía leche, eso sí bien caliente por mi cuidado;;o compañero y acompañado el café, de huevos coci. dos y sandwich de queso' Almorzaba en cualquier ronchito del comino, sandwich de diferen– tes clases y la media botella de vino Siempre participaba de mi alimentació~ mi guía y servi– dor que era un viejo no menor de sesenta años, circunspecto y muy atento de mi asistencia
Me impresionó la aridez de la tierra, acostumbrado como estaban mis ojos o la fertilidad de éstos costos del Pacífico nicaragüense Constantemente subía sobre la carretera y como Matu–
r,;,1 consecuenda ganaba frescura en el clima Me /lamó la atención, que en todas partes en donde tuve que detenerme me saludaban como Señor Cuadra, no sé si oor la marco de fábrica
que llevamos los hermanos en el semblante y que me denunciaban en ésta vez por mi pareci– miento can Eulogio, o si e/a porque revelaba mi parentesco el que ellos conocían a mi ayudante por servidor del mismo Eulogio
Mi primer jornada terminó en el pueblecito de La Venta, en donde encontré hospedaje franco, y donde dormí toda la noche por el cansancio y porque ya se gozaba de un climo agro– daqle Repitiendo las escenas de mi alimentación terminé bien tarde la segurda jomada en el
pueblo Sabana Grande AfIí había uno cómodo casa de huéspedes en donde dormí con igual cansancio y con más frío. Solí de Sabana Grande temprqno de la mañana, avancé bastante, al" morcé y habría recorrido unas dos leguas después de mi almuerzo cuando fuí recibido por fu–
logia y por Paulino que vinieron a encontrarme, acompañados de unas cínco personas irrportan–
tes, amistades de fu/agio. Esta última porte de la jornada en animada chada con mis compañe– ros no sentí el mal troto de las otras jornadas, sin darme cuenta cobol recorrí unas diez leguas,
y llegué a Tegucigalpa al anochecer, cuando yo estaban prendidas los luces eléctricos, y re– cordando el verso de José Joaquin Palmo
Como un nido de palomas Tegucigalpa ahí asoma
Llegamos a coso de Eulogio que era el segundo piso del edificio elegante del Banco Na– cioilOl de Horiduras Nos tenía lista, Octavita, uno comido paro todo lo comitiva, gozamos mu– cho y ni ellos ni yo dimos señales dé cansancio Mi pieza era cómoda, todos mis mLJebles bien arreglados No me faltaba nada y con un balcón hacia la calle que me permitía divisarlo en todo su amplitud Me desperté bien tarde, por el frío que me acariCiaba entre buenas cobijas. Recuerdo que serían los diez de la moñona cuando solí 01 balcón, y me l/amó Iq atención que toda la corriente del tránsito eri lo calle iba por el lodo bien asoleado, 01 revés de en mi tierra,
Gra~ada, que la corrie';lte marcho por lo acera sombreada evitando los rigores del sol '
Ese día p;incipió una vida cómodo, desenvuelta en actividades agradables entre gente dis– tinguida que me llenaba de atenciones, y en ejercicios intelectuales conforme a mis aficiones, sin que me acosaron exigencias de un obligado servicio
VNCONTRE a Paulina Valladares bien instalado tanto en lo político como en lo social Era
..l.}.J,' secretario privado del Presidente don Miguel R Dávila, y se le tenía como el sujeto de
mayor confianza e influencia de su jefe.
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