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gia que había tenido, junto con don Salvador Cardenal, al venirse o Managua a rodeOl 01 Ge–

neral Joaquín Zavala de quien eran los dos partidarios inmediatos; cuando se levdntó León en la revolución del 11 de Julio de 1893

Después, por años, perdí de vista a don Victorino y a la maravilla de sus hermosas hijas; Cuando l/egué a San Salvador me encontré que don Vidorino y su familia formaba"; una sola

con fedro Rófael Cuadra y los suyos

Entre los jóvenes salvadoreños blasonaba de lo belleza de mis compatriotas y aún atrevía

a dar a creer, como decimos en Granada, que así florecían los jardines de Nicaragua

A María Argúel/o la habían proclamado Reina de la Belleza en un concurso centroamerica–

no La Reina hizo un viaje a Nicaragua pdra visitar a su familia, y en ese viaje en contra su príncipe en el doctor Juan Bautista Sacasa Era éste caballero cumplido, el prim~r partido ,.na

trimonial masculino de la República Médico afamado, de familia muy principal, se decíc:i que eran varias las candidatos que esperaban sus favores Darío contaría

María te demuestra que lucha la fragancia

y sus supremas gracias, y sus sonrisas únicas

y sus miradas, astros que visten negras túnicas,

y la lira que vibra en su lengua sonora Te dan una Reina de Nicaragua encantadora

Regresada María a San Salvador recibía Con frecuencia la visita de su novio Esto me dió la ocasión de tratar muy de cerca, tI Juan Bautista, hombre de alto :oorvenir en la vidó públi–

ca nicaragüense Varias veces me convidó a ,almorzar con él en su hotel, y otras tantas lo con– yidé yo para almorzar en otros restawantes de la ciudad

En aquel entonces lejanísimo de mi iuventud, no había línea que nos separara a Jucm Bautista y a mí El y yo resentíamos de la recia dictadura del General José Santos Zelaya en

Nicaragua, él y yo éramos cristianos creyentes y prácticos, éi y yo sentíamos las aproximaciones de un parentezco, es decir la voz de la sangre que nos flomaba por cercanos antepasado;, y

por último él y yo descendíamos de personaies l/amados de los treinta años, y volábamos en la fantasía de dos sujetos que quieren ser caballeros y que como tales proceden 'iln, sus relaciones

Tiempos vigorosos de nuestro iuventud nos aproximaban, y no hubiéramos creído ni él ni yo, que vendrían años en que íbamos a ser separados por un amargo antagonismo político.

El fi/ósofo Leibnitz ha sentado una teoría original en sus términos, pero positiva en la his– toría Según Leibnitz el fenómeno de fa política y de (a sociedad moderna, es que ef universo,

el cosmos, está dividido en secciones que él llama mónadas Esas mónadas en los tiempos de crisis se encierran en sí mismas, como expresa el fi/ósofo, cierran la ventana por donde pueden di– visarlos los de la ,otra mónada, y constituyen por sí solos un cosmos cenado, aislado y sin embar– go jqc:;tancioso

Tiene las mónadas de ventana cerrada su alfabetb propio, Slis costumbres, SL/S aspiraCio– nes, sus sentimientos, y aún lo que cada urio denomina su plopia cultura,

En éste siglo, como consecuencia de fas dos granljes guerras, mundiales, existen mónqdas de todo volúmen, de ventanos con cerrojos corridos Rusia Con sus negaciones de Dios, Occiden–

te COn sus afirmaciones de l/na libertad vacilante, mónadas son que tienen al mundo en aflictiva

y constante espectcitiva de ruina

Desgraciadamente en Nicaragua lo que se llaman Partidos Históricos, el Conservador y el

Liberal, han sido mónadas de Leibnitz que en sus luchas por e( Poder Público, cierran herméti– camente sus ventanas e( uno para el otro Al cogerle la pUnta a éste Cabo Suelto de mí Me-

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