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señor Presidente don Santos Zelaya, un aumento de fondos para que dieran bue– na alimentación a los enfermos. El Plano de que acabo de hablar, desapareció en mi ausencia, y lo recuperé en Noviembre de 1913, y se lo entregué al Secretario doc– ior don Escolástico Lara. A fines de 1913,

hubo cambio de Junta, quedando iodo el material para la construcción de una Sala de Cirugía, la que está en servicio hace cinco años.

La Junta reemplazante construyó la Sala de Operaciones, siendo de senfirse que se prescindiese del plano referido, pues se escogió, para ella el lugar desig– nado para la Capilla, situado basfan±e al– io, dominando el Parque, el misTao que un individuo de la Junfa acfual señaló pa– ra colocar la cruz del nuevo siglo, levan– fada en una mesefa de tres gradas de la– drillo de cemento, con adornos de mace±e– ras de flores y teniendo a los lados unos cipreses elevados que se divisan desde el ,camino.

No feniendo ningún dato ni docu– mento, porque iodos los papeles han que– dado en los libros del Hospifal, sólo diré

10 que mi cor±¡;¡, memoria me pueda sugerir.

Me recuerdo que el docior De Bayle esfuvo desde el principio que se organizó el Hospital, él me allanó las dificu1±ades cuando se organizó un oratorio provisio– nal; me hizo una puería adecuada para que vieran los que visitaban el estable– cimiento, que no era hospital protestante: la encontraban demasiado cosfosa. En– ces el docior dijo: es muy fuerte; servirá para la capilla que se ha de construir en forma. También se hizo la puería de en– ±rada para reponer la que había de re– glas muy angosta y no podían pasar los vehículos, y se colocaron durmienles en el quicio, cubierto de arena quedando al nivel de los rieles de la línea férrea. Du– ran±e más de diez años estuvo bueno al tráfico de ella, procurando cambiar los durmientes que se podrían. Se encargó una puerta ancha y formal. Le dije al carpintero de la máquina de don .José Mon±alván que mandara decir el precio, y contestó que la puerla estaba hecha. y que ya la iba a poner, lo. que a mí me desagradó algo, pero una vez que me en– feraron del precio, un poco subido a mi modo de pensar, le consu1±é al docior De Bayle si quería que le pagara una par– fe, y me resolvió que no me apenara; que lo dejara a su cuidado. A media cuadra existía otra entrada con su calle ancha y con su alameda de árboles a los dos lados, donde pasaban sin dificultad las carretas con enfermos o provisiones.

Encon±rándose en León el señor Pre– sidenfe don J. Santos Zelaya, lo convida_ ron a visifar el nuevo Hospital

1 entró con su acompañamiento por esta puerta que esfaba bien adornada hasta el finglado de las Hermanas, en el cual se le fOrmó un pequeño salón; pareció satisfecho. En– tonces el docior De Bayle, que esfaba con el cargo de Presidente de la Jun:ta, reno– vó sus peticiones (como se ha dicho airás 1

aprovechando.

Mas iarde se :tuvo que remendar y reponer unos pilares que sostienen el te– cho de los corredores de las salas y re– mendar una esquina de la sala de mujeres que botó un fuerfe remolino I se hizo com– poner el fecho de la pila del pozo anti– guo, en el cual iban a beber treinta y dos reses. Mas farde, la cocina de hierro que había hecho venir del exterior don Narci– so Lacayo se iHutil.izó a consecuencia de haber recibido agua en los corredores de la Recolección y de San Vicente. Se en– cargó una a París :muy cómoda y econó– mica. La dejé buena en 1910. Dón Vícior Gross, que era entonces :teS01"erO de la Jun– fa, mandó el dinero de la Casa Madren (Rue de Bac. 1401.

El 19 de Mayo de 1910 me retiré con pesar de dejar el Hospital, tan poco ade– lan±ado, por los cOntratiempos que han iranscurrido; pero esfaba en buen carnina para prosperar, quedándome la satisfac– ción de haber estado en buena armonía con iodos los señores de la Jun±a y demás personas, no habiendo ienido disgusto con nadie durante los 26 años y 23 días que esiuve al frente del Hospital. Si se enca– minó bien esie tiempo, no fue por mi in– dus±ria, que no la lengo, sino por la ayu– da de Dios, quien me acompañó con su bendición, y en El puse toda mi confian– za, para su mayor gloria.

Deseo que vuelva a seguir su marcha en buena annonía para su bien y pros– peridad.

Sor Ma. Tsa. Lau±oing"

Esia pjadosa y abnegada Hermana en la caridad cristjana, murió en esia ciudad, el 8 de Marzo de 1918; "Jras de su féretro, camino del cementerio, iba un grupo de mendigos con lágrimas en los ojos".

Bajo la administración del Presiden– ±e docior Juan Bautista Sacasa, se agregó a este Hospital San Vicente, en la parie Oeste, frenfe a la carretera que va a Co– rin±o, un magnífico edificio en el que se instaló el eficienfe servicio de Pehsionado, que presta grandes beneficios al país, en general. El Jefe Político de esa época don Manuel Icaza, tuvo mucho interés, en esa necesaria innovación.

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