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se complace en publicar los siguientes documentos pós– tumos de don Toribio Tijerino, quien a instancias de los emigrados políticos, Ingeniero Luis Cardenal y Virgilio Vega Fornos, dedicó los últimos días de su agitada vida, a es– cribir los recuerdos de su "pelea", como él llama a su actuación en la política nacional, exclusivamente para REVISTA CONSERVADORA.
En el reciente viaje de nuestro Director a las Repúblicas de Honduras y El Salva– dor, estuvo en compañía de los señores Cardenal y Vega Fornos a visitar el hogar de don Toribio, sito en la ciudad de Choluteca, Allí, frente a la plaza del pueblo, en una casa de corredores a la calle, ante cuya puerta principal se lee en una tada de madera: "Miel de Abejas", vivía don Toribio, lejos de los ajetreos de la política, como Cincinato dedicado a extraer la miel de las abejas, él que había usado tanto de su aguijón en de-fensa de los intereses de la Patria. : Doña Teresa Gutiérrez de Tijel'ino, su viuda, recibió amablemente a nuestro Di· l'ector y a sus amigos y le hizo formal entrega de los papeles que don Toribio tenía dispuestos para REVISTA CONSERVADORA. Ella les contó cómo él estaba escribien– do "Mi pelea" cuando sufrió el primer ataque al corazón. A los pocos días un segundo ataque le interrumpió el hilo de la narración Y' de la vida. Y así, inconcluso como él lo dejara, publicamos el trabajo de don Toribio Tijel'ino.
Don Tol'ibio Tijerino, de larga tradición conservadora Y patricia, como miembro de la familia señorial de los Tijerino de Chinandega, fue factotum en la Administra– ción del General Emiliallo Chamorro, de quien fue su Secretario Privado, y en las de don Diego Manuel Chamorro Y don Bartolomé Martínez.
Ante el peso incostratable de la Intervención, don Toribio rompió con sus amigos
y se dedicó a una calnpaña de propaganda en contra del poder interventor, campaña que culminó con el hecho insólito de su expulsión de su propia patria durante la admi– nistración del Genel'al José María Moneada. Desde entonces vivió en el exilio hasta su reciente muerte. Que descanse en paz.
CARTA DE DON 10RI81Q TIJERINO AL DIRECTOR DE REVISTA CONSERVADORA
Sefior Director de REVISTA CONS!1RVADORA Managua.
Un amigo me obsequió con varios ejemplares de su muy culta y valiosa Revista en la que se está publicando la Autobiografía del General Emiliano Chamorro, en la cual se me hacen cargos directos por haberme opuesto a la candidatura de don Martín Benard y, como consecuen· cia, de los desastres del Partido en aquellos dias. Hace tiempo que no tomo parte en los asuntos polrticos de mi país ni escrito ni dicho nada que se refiera a ellos por considerar inocuos tales cargos para quien nada espera ni desea de la tan traída y vodnglera politiqueria. Pero en vista de que varios escritores jóvenes de esta generación, que ansiosamente estudian y vigorosamente defienden la historia del Partido, se lamentan de la opoca información que consiguen, me ha parecido un deber es– clarecer sus criterios, ya que lo que ahora sucede es con– secuencia directa de la Hnea seguida por los Directivos del Partido durante los 18 años de su ya brumosa adua–
ción.
Habla el General Chamorro de un telegrama que él nunca vio, pero cuya existencia le aseguró una tercera persona, suficiente base, a su juicio, para acusarme de ser
culpable de que don Martín Benard, -el más grande amigo de su vida y a quien él le pidió "casi de rodillas que aceptara la Vice-Presidencia"-, la aceptara por tre$ veces y no cumpliera nunca. Bien pudo el General Cha– morro haber preguntado a su buen amigo si él asegura– ba la existencia del mencionado mensaje, o a doña Coral que era la supuesta recipiente.
Hay que comenzar porque ni don Toribio lijarino ni don Perfecto, mi hermano, nos opusimos a don Martín, ,persona digna de iodo aprecio y de grandes virtudes ho· gareñas. Pero el Partido Conservador estaba en calnino de dispersión y había que compactarlo en preparación para la inmediata lucha eleccionaria. Por mucho poder que tuviera mi General, no alcanzaba este poder, como él dice, para ponerle el dedo en la mollera a su candidato y decirle al pueblo que ese era el escogido para suce– derle en el mando, guardárselo en el sagrario y devolvér– selo intacto en el siguiente período.
El grupo Conservador Progresista se habia disgrega– do y en esos días francamente aliado al Liberalismo zelayista. No le aumentaba mucho los votos populares, pero le daba al Liberalismo una carátula de ingenua res· petllbilidad ~ara cubrir la memoria del zelayismo. Gra– nada habla perdido su principal fuerza con la escisión de
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