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.NTES de que el lector entre en cono– cimiento de La Sinesia, hay que ha–

~ cer una breve disquisición sobre

ella, para que no se vuelva una re– vqluta la semblanza dual de esta fuerana autóctona.

La Sinesia era de Cusirisna, caserío situa– do al Sur de Teustepe¡ los cusirisneños pasan como brujos y tienen fama de que la manteca qué gastan para sus comidas no es de cerdo sino que la 'extraen de la fofa gordura de los humanos mlledos.

En Teul'ltepe nunca ha tenido buen mer– cado la manteca de Cusirisna, lo mismo que en los poblados y alquerías vecinas, todo mundo le hace ¡chel al indispensable ingre– diente; de l<;ls fritangas, si su procedencia es del citado vallécito.

Para lc>s pobladores de Cusirisna, Teus– tepe, La Concha, Boaquito, La Joya, La Cruz, Asientoviejo·, La Rejoya, Hacedades, Santa Ri– ta, Sapoaneca, Tomatoyita, Pofrerillos y diez o doce casenos más, la Sinesia era hechicera y bruja que gustaba del deporte de hacerse perra, coyot.;l, chancha, burra, vaca, mica, mo– na. De. una vez hay que aprender a diferen– ciar estas dos úlfimas palabras en el concep– to natucho; mica es para el indígena el cua– drumano cara blanca con el resto del cuerpo negro, y mona el sii:nio amarillo, tecolote o ca– fá quemaqlo que puebla las montañas del país.

y volvi_endo a los caprichos deportivos de la

cusiris~eña, rl9sta agregar que placia también de .tomar ;forin?l de zorrilla, zorra cola pelada, lechuzá, cocorQca y, de tarde en tarde, se afre– vía por lo anciana que era y no por otra. cosa a conve'r±irse en Voladora, que es la metemo– no de todas las afueras y La Gaceta Oficial pc>r su oficio de regadora de noticias entre los comarcanos.

Entre los habitantes de Granada, El Paso Real, Los Cocos, El Subidero, La Tapia, Mala– catoya, Jiquelite, La Trinidad y una que otra alquería del camino que conduce de La Sul–

~ana para Boaco y que se bifurca en el Zan– Jón de Acoto, para La Joya, La Sinesia se lla– mó Nacha para los viejos y Mama Necha oa– ra los muchachos.

. En estos últimos lugares pasaba esta ná– plra como i;odia formal, honrada, cristiana

m~y creyente, cuya fe rayaba casi en la bea– tena, se le conceptuaba humilde, buena, can– dorosa y sólo, le hallaban el bajo y ligero de– fecto, perdori¡:¡,ble a su edad y a su educación ct;>marcana, de melenquear en el día y ca– bltear . por la noche, por lo demás era para l?s gra·nadinos el tipo perfecto de la aborigen bel, cariñosa, incapaz de cometer una ladro– nada, cualquier baja désleal±ad y digna por entero de la más absohita confianza, en resu– men, la Necha de Abajo era un polo opuesto de la Sinésia de Arriba.

Antes de seguir, cabe aclarar también el significado de las palabras Abajo y Arriba; con el término Abajo señalan los naturales del Departamento de Boaco a las ciudades de Granada, Masaya y Managua; más ne> englo– ban en él a. León y Chinandega, pues cuando alguno c;l.e ellos se encuentra por eSÍas tierras dicén fue hasta León o bien fue hasta Chi– nandega y cuando anda en cualquiera de las primeras· poblaciones dicen anda allá Abajo; Arriba lo usan desde El Paso Real o Panaloya hasta San Lorenzo y Teustepe para significar los lugares que quedan al Oriente de ellos. En Granada mismo dicen los que negocian con los puel;:>los del departamento citado al refe– rirse a algún negociante que viaja por esas tierras ubérrimas: anda allá arriba; lo mismo acontece en Tipitapa y hasta en el mismo Boa– co andár arriba es encontrarse en la montaña, ya sea al norte, al Oriente o al Sur de la ciu– dad citada, menQS al Occidente.

Ahor~ que volver a la Sinesia y pl)\.sear del brazo con ella aunque la cuitada tenga ya más de cuarenta años de podrida en el rústico cementerio que tantas veces la viera posarse en las cruces de sus difuntos cuando la muy traviesa se hacía cocoroca o se convertía en lechuza peligrosa. .

De su infancia punca narró nada y sus conterráneos jeünás se la conocieron, por lo que su historia y nacimiento públicos princi– pian ya en plena senectud; es indudable que como había llegado a una edad muy avanza– da, ya habían desaparecido los que fueron sus compañeros de niñez y las generaciones posteriores, al querer evocar días mejores pa– ra el físico de la Necha, en la memoria no en– contraban nada más que el pellejambre que todos le con:ocieron, porque cuando la gene– ralidad de ellos tuvieron 'uso de razón, la Si– nesia era la misma que en el momento con– templaban.

La Mama Necha no era aUa ni baja, ni gorda ni. delgada, recta corno un laurel de hormiga, morena, con ese bronceado autóc– tono y sugestivo del natucho nica, medio tim– birique, pausada en el andar, tardía para con– testar si contestaba, pues siempre lo hacía con un pugido raro en el que se interpretaba lo que quería decir si el asunto de que se trataba requería confirmación o negación, gastaba una mirada indefinible de buey safisfecho a pesar del yugo y del continuo :trabajo; habla– ba como cantando, curioso deje peculiar de los comarcanos boaqueños que lo adquieren sin quererlo los ladinos que conviven con ellos, aseada hasta la meticulosidad, mujer de pocas amistades en su barrio, suave, inca– paz de encolerizarse y muy serena, tan sere– na que poseía en grado superlativo esa sere– nidad indiferente que gasta el indígena que no espera nada de los semejantes de su raza -29-

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