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No faltaron nunca tampoco entre las bibliotecas de ese gremio de salerosos y chispeantes guaso–

nes, libros de buenos autores humorfsticos, de estilo jocosos, como picarezcos¡ de autores franceses o espa–

ñoles, pero poco de poesía, porque la tierra donde está fincada La Sultana del Gran Lago no es suelo fértil para desarrollarse esa planta llamada con el sugestivo nombre de "literatos a la violeta" ya que en primer

término los granadinos fueron hombres prócticos, o más bien dicho, comerciantes como ya lo antepusimos

al iniciar este capítulo

y siguiendo este su modo de actuar¡ consideraron siempre a su Procapio de Bado y Surrizana a

su Manuel Bias Sáenz y a su Ego Sum como raras avis in terra, dando gracias a la Providencia de que s610

esos tres tipos les había concedido ella corriendo pare jos con su temperamento, amante de la chanza

y ahora cabe, antes de terminar esta desaliñada disertacián sobre la psicologia del granadino de aquellos tiempos, pues a lo fecha ya éste se va esfumando y pertenece hoy a la historia, queremos repro– ducir aquí una décima que Pepe Batres, notable poeta guatemalteco, asegura haberla leído cuando visitó Granada en 1832, hace esto más de un siglo, décima que por otro porte y "sin jerónimo de dudo" completo la psicología del tipo de que nos hemos venido ocupando, o por lo menos" da ella una idea de cómo éste fue, en el siglo posado

Asimismo, dichas décimas podrían aplicarse al temperamento de los tipos que nosotros, en nues–

tra juventud, tuvimos oportunidad de conocer y trotar íntimamente El mismo Pepe Batres afirmo que to–

les décimas fueron escritas por un intencionado segoriano, diez años antes que él las conociera ll

,

afirma–

ción que no satisface, con perdón del poeta guatemalteco lo decimos, pues parecieron ellos producto de

aquel fértil ingenio, ya que en algunas de sus producciones no era ajeno a dejar retozar libremente su fres-

co muso por los campos de! humorismo Dichos estrofas dicen esto

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El granadino es pomposo

mucho ofrece y nada dá, todo de grande se va, tahur, fiestero y bullicioso

Es de genio muy jocoso, agudo y desaplicado,

es de carácter honrado,

todo soberbia y grandeza, pero en llegando a la mesa,

es queso y plátano GIsado"

y así, como lo vio en el siglo posado quien compusiera esas graciosas décimos, fue el granadino hasta a principios del siglo XX '

Sin embargo, el tiempo en su incesante e infatigable correr, todo lo transformo, todo lo modifico, carácteres, temperamentos, costumbres y vidas hasta dar con ellos en lo tumbo, yeso ineludible ley de la vida también le tocó 01 granadino, y el espíritu festivo de aquello gente, pronto o aprehender los aspectos ridículos de los otros y a desenmascarar todos sus afectaciones, haciendo con chispeante ingenio los delicias de aquella époco, yo hoy no quedo del mismo más que un simple recuerdo, y de esto también domos fe, y

aunque es verdad que en la generación que le sucedió, aparecen de cuando en cuando algunos imitadores de aquellos que antaño manejaron con maestría y sal ática el humorismo, los de ogaño, no alcanzan el mismo nivel ingenioso de Sus predecesores y no hacen sino presentarse al tablado como esos payasos que van por remotas aldeas vestidas con viejas y desvaídas túnicas usadas por buenos cómicos, sin provocar és– tos últimos en el ánimo de quien los lee u oye, otra coso que irrisión y lástima

Los que en tiempos pasados sacaban o sus tablados tipos como Badito, Manuel Bias Sáenz y Ego

Sum, para divertir a sus contemporáneos manteniendo vívido por espacio de muchos años temperamento

yeso a,fición a lo burlo de la viejo Sultana, o fin de motar con ellos el tedio y la monotonía de sus reducidos públicos, unos y otros, pasaron o mejor vida y hoy duermen, cobijados con el severo y pesado monto del silencio, que cubre la Sábana del Muerto, donde está ubicado el viejo cementerio granadino

Granado es hoy, una ciudad casi abandonada por sus moradores, vive sola, en medio de la tran–

quilidad que le proporcionan los fincas dé sus alrededores, los hermosos playas de su Lago, y el señero

Volcán Mombocho, recordando, eso sí, los que aún viven, sus antiguas alegrías, su hoy extinguida opulen–

cia y los heroicos y gloriosas hazañas de los posados siglos manteniendo lo fe del carbonero, que algún día

quizá el destino se apiadará de La Sultana y volevría ésta a ser lo que antes fue, pero esto último, creemos

nosotros, carece de fundamento, puesto que lo que lo hizo conquistar su pasado prosperidad era lo vía fíuviol del Río Son Juan que el tiempo ha venido paulatinamente secando

Ojalá y Dios quiero, este pesimismo nuestro no resulte, y en lo lejano futuro, Granado logre re– cuperar su antiguo esplendor

Aquel "Paraíso de Mahoma" como llamó el Jesuita Thomas Gage a la Granado de 1632, aque– llo orgulloso y alegre "Sultana de! Gran Lago" de fines del siglo XIX, se han convertido hoy por la ley ines-

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