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dos Unidos, Franklin D. Roosevelt y presidia la delega. ción americana, Cardell "ull, Secretario de Estado. En Montevideo, se presentó un fenómeno interesante. La mayoría de las delegaciones tenían timidez de proclamar el principio de la no

w intervenci6n en forma tajante. Cor– dell HuH había manifestado que ellos votarían Ipor la for.. ma que propusieran las delegaciones latinoamericanas. En la sesión en que fue discutido el problema fue la de. legación de Nicaragua la que en un discurso severo, aplaudido y enérgico. sentó la obligación en que estaban

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de proceder en forma radical, so pena de merecer la re. probación del continente. El principio de la no.interven. ción fue sentado en fórmula absolutista y contundente.

CONFERENCIA DE GUATEMALA EN 1934

En el vapor Santa Bárbara regresaban para sus res.. pectivos países el señor Cordell Hull, Secretario de Estado de los Estados Unidos, y los Ministros ele Relaciones Exte~

riares de Guatemala y de Nicaragua. En conversación provocada Ipor el Secretario de Estado Hull les manifestó

su temor de que al faltar el respeto a una sanción inter.. nacional, surgieran dictaduras militares en Hispanoamé~

rica; y aconséjaba reconstruir los antiguos grupos colo.. niales, (omo Centro América, la Gran Colombia, y otros

en los cuales el ejercicio democrático estuviese vigilado,

y la legitimidad exigida, sin barreras del principio de la

no~intervención. El Ministro de Relaciones de Guatemala se hizo cargo y efectivamente convocó a una conferencia

de los cinco países para formar el grupo de Centro Amé~

rica. En el mes de abril de 1934 se verificalon las COI1"

Felencias en la ciudad de Guatemala tuvieron ellas atisbos oportunos sobre la paz, pero en el artículo cuarto, levan~

taron solemnemente la no~intervención en los asuntos internos, con lo cual perdi6 su efectividad el pensamiento

de Hull y la unidad de Centroamérica más bien sufrió retroceso. Y es que los países de Centroamérica descon.. fiaban profundamente unos de los otros, por el sistema de la política invasora que había practicado en el si.. glo XIX.

PROCESO FINAL

DE LA NO-INTERVENCION

Es interesante seguir el curso de la no~intervenci6n

en los grandes movimientos internacionales acaecidos después de las grandes guerras eUiopeas, hasta culminar en las Conferencias Internacionales Panamericanas, veri.. ficada en la ciudad de Bogotá capital de Colombia el año de 1948. En esa memorable conferencia se celebró trata.. do sobre la eruta de la Organización de los Estados Ame.. ricanos. En ese trascendental documento se hizo la si.. guiente declaración:

"Seguros de que el sentido genuino de la solidaridad americana y de la buena vecindad 110 puede ser otro que el de consolidar en este Continente, dentro del marco de las instituciones democráticas, un régimen de libertad in.. dividual y de iusticia social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del Hombre".

Como se ve es esencial el ejercicio de la democracia en los países de América en cuanto a sus relaciones den,. Iro de la Panamericana. En la fracción (d) del articulo quinto, se establece "la solidaridad de los Estados Ame·

La Delegación de NicUlagua: DoctOles Leonardo Algüe· lIo, Manuel COldclU Reyes y Callos ena(ha Pasos con

un alto funcionalio del Gohiel110

ricanos y los i}lios fines que con ella se persiguen, lequie. ren la Oi ganización política de los mismos sobre la base del ejercicio efectivo de la democrada

I epresentativa ll

Pelo avam::anclo soble el tré'ltado en el altículo quin– ce se ordena fique ningún estado o grupo de estados tengn derecho de intervenir, directa o indirectamente, V se.. ~

cual fuere el motivó, en los asuntos internos o externos de cualquier otro

fl •

Está formada unll p~radoia entre la: obligación de la democracia representativa y la p¡'ohibidón de poclérsde exigir al que no la

I ealiza En el juego- de la política con~

tinental han venido rozándose los dos términos de la paradoja. Por años tl'iunfó la esfricté'J no-intervención, y

catorce dictaduras arrogantes concurrían a las Conferen– cias Panamericanas, junto con nacione5 democráticas En

la actualidad se ha debilitado la no-intervención, como en

el caso de Santo Domingo.

No se puede neg<H que en las Conferencias últirl1as

de Punta del este ha sido trazada una polHicCl illtervenu tora. Se da el dineio por la potencia mayoI y rica a los países latinoamericanos, pero con vigilancia sable el em· pleo de ese dinero y sobre la conducta demoel'ática de la nación favorecida Es indudable que la política de Ken· nedy es la política del dólar del Secretario de Estado Knox, aceitada por un colectivismo débil de estilo L~~

rreta.

EN tal situación Nicaragua no debe olvidar que con~

forme a la nomenclatura histórica de fígaro es ella campo de intervenciones. Por tanto ante la paradoja de la Carla de 01 ganizacián de los Estados Americanos, para pasa} limpiamente entre los términos contradictol ¡os, debe cumplir el deber que le impone uno de ellos de fenar un régimen de democracia representativa Debe además ser leal aliada de los Estados Unidos en defender la civiliza· ción cristiana frente al comunismo. Pero de ninyuna ma~

nera clebe abrir puerta, por motivos de política interiol, en el mUiO del ¡principio de la no-interveilción, porc¡ue si penefra su corriente interventora ya no la podremos me~

dir, y corremos el peligt'o de que como en años de triste recuerdo, inunde el campo de la soberanía, de la acono~

mfa y de la cultura.

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