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tiempo de la Compañía Bien, principiar las funciones a las nueve de la noche la una de la madrugada y 10 mismo ocurrió cuando se abrió el nuevo teatro de

Terminaba a veces en la3 horas de la ma-

Fue costumbre, en y terminarse éstas a veces, a /JLa Plazuela de Los Leonesl/

También se acostumbraba cuando llovía en las noches de teatra y el tiempo mejoraba ya cerca de las nueve, disparar tres cohetes en la puerta del teatro, anunciando al vecindario que había función Este aviso de los cohetes se descartó al abrirse el nuevo teatro por estar techado, pero la apertura continuó como antes, a las nueve de la noche, y se concluían las representaciones en la madrugada

Vendedoras de dulces, refrescos y comestibles, fríos o calientes se situaban frente a los teatros o de las carpas de los espectáculos de acróbatas En mesas colocadas en la calle, las vivanderas ofrecen sus bebidas y, viandas, durante los entreactos y al terminar los espectáculos

Allí había desde el modesto refresco de sircpe y helados hasta el ponche caliente, y asimismo, alas de pollo asado, chorizos, tamales con pan o tortillas de maíz, todo limpio y suculento Otras ofrecían plátanos asados, queso con tortillas y sandwiches todo bien presentado y apetitoso Los licores se podían obtener en las cantinas vecinas a los teatros, porque era prohibido venderlos dentro del teatro Los aficio– nados /Jo echarse un trago", tenían facilidad de hacerlo, porque los entreactos eran largos, y muchos de éstos, a veces l/se pasaban de la medida" y al regresar al interior del teatro, promovían disturbios Por er;ta razón se prohibió en tiempo de la Compañía Bien, tener cantinas dentro del interior del teatro, a fin de evitar esas molestias al público

),!

daban y constituían una prolongación de las funciones teatrales drugada

Durante la temporada de la companla Unda, el público granadino, oyó las primeras coplas, Can· todas en escena, al compás de la música de las zarzue las

Las funciones de esta compañía, como decíamos, eran muy concurridas, y el público se entusias– maba con las preciosas operetas que ella ponía en e~cena

Daba gusto oír algunas muchachas especialmente las sirvientas! cantar trozos de las zarzuelas que hablan oído la noche anterior, ya que algunas de ellas tenían buen oída y buena voz, y al mismo tiempo bue– na memoria para recordar los trozos de cantos que más le agradaba, como los de La Mascota y de Marina

Estaba entonces recién llegado a Granada, Carlos A García de familia granadina, que había he– cho estudios de leyes en Guatemala, y como era natu ra" entró a formar parte de la alegre bohemia de lo ciudad de aquel tiempo, y como tenía facilidad de escribir coplas compuso unas para que fuesen cantadas por Domínguez en las escenas de la Mascota y de la Gran Vía, piececillas de chispeantes números de mú– sica La primera noche, las cantó el tenor cómico y fueron muy aplaudidas por lo humorístico de la letra

de las mismas y su adaptación a la música de aquellas operetas/ así como por las picantes frases de T Pin

Ché (con este seudónimo firmaba sus producciones Gorda), pero como dichas coplas aludían a personajes políticos a asuntos sociales de actualidad, la innovación de esos graciosos números introducidos de pronto a escenas, causaron disgustos a las autoridades de policía! y cuando las coplas se repitieron la segunda no– che, estas autoridades las prohibieron y por lo tanto, las chispeantes y salerosas coplas de T Pin Ché sólo dos veces pudieron ser cantadas La Dirección de policía amenazó con cerrar el teatro si se volvían a can– tar/ y el empresario, temeroso de que la orden policíaca fuera cumplida, ordenó a Dominguez no las can– tara más y éste también se atemorizó, pues llegó a temer que a él le metieran a la cárcel, si las volvía a cantar De esa manera trágica murió él

Las crónicas teatrales de esa temporada las escribía también T Pin Ché, escritor fácil, ameno y

sederoso y recreaban a los lectores granadinos/ por el estilo humorístico con que su autor las condimentaba

la empresa Unda después de haber ganado bastante dinero en Granada, se trasladó a Managua con su compañía y luego a León, pero no le fue tan bien como en la temporada de Granada volviendo a és– ta y después de dar algunas funciones mós se disolvió la empresa

El maestro Unda y sus dos tiples, abandonaron el país, lo mismo que el tenor Reyes Retana y al– gunos de los otros artistas

Del tenor Reyes Retana no volvimos a oír nunca más Creemos que abandonó las tablas a causo de su inclinación a la bebida

Domínguez, permaneció por algunos mesesmás en Managuq, oflí casó con una muchacha de la misma ciudad Vivió algún tiempo en Managua y por fin, regresó a Colombia Tampoco volvimos a saber cuál había sido, la suerte de este inteligente y chispeante tenor cómico que tanto gustó 01 público granadino

El barítono Jesús, y su esposa, quedaron varados en Granada sin tener dinero con qué irse a otra parte, y los dos perecieron en la catástrofe producida por la voladura del cuartel militar el 26 de Septiem– bre de 1894 Los dos artistas vivían muy pobremen te en una casa vecina al cuartel! edificio éste que fue totalmente destruído por la explosión sepultándolos entre las ruinas junto con otros inquilinos que vivían en la misma

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