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« Previous Page Table of Contents Next Page »progreso es casi imposible y mientras se posponga por más tiempo el cambio estructural de las economfas Lati· noamericanas, más violentas e inevitables serán las futu,; ras revoluciones. La violencia de estas revoluciones, por lo tanto, crecerá en la misma proporción que 105 Estados
Unidos se opongan a ellas. Además, como en el caso de
Cuba, la oposición norteamericana puede forzar a las na– ciones Latinoamericanas a enfilarse abiertamente al lado de Rusia y la China Roja, lo que, quizás para algunas de
las naciones "ébiles, puede simplemente significar el cam– bio de un amo por otro de distinto color político. Si .~sto
será el resultado final en Cuba no puede aun predeCIrse. Después de todo, Yugoeslavia es todavía una nación ~uy
independiente y dueña de sus ,propios asuntos y deshna,
aun cuando reciba ayuda de los comunistas y de todo aquel que se la ofrezca. El resultado en Cuba puede ser similar a lo sucedido en Yugoeslavia, en lo que se refiere a su independencia política, pero en lo que se refiere a la forma final del sistema económico cubano, bien pue" de, a la larga, semejarse al modelo mexicano. Actualmen– te, la Revoluci6n Cubana es muy joven todavra para que pueda predecirse su futuro y resultado final con alguna seguridad cientrfica.
Sin duda alguna, muchos de los países Latinoameri– canos tomarán la Revolución Mexicana de 1910 como eiemplo de lo que tendrán que hacer para romper con el pasado y seguir hacia el futuro. A propósito, no es un mero accidente que el interé's por el éxito de la Revolu– ción Mexicana se ha despertado de nuevo Es una posibi– lidad que ahora existe, la de comparar la polltica y re· sultados de dos caminos revolucionarios -el Mexicano y
el Cubano- lo que ha revivido el interés por la polftica mexicana. Es también interesante hacer notar, en cone– xión con las Revoluciones Mexicana y Cubana y respecto al disgusto general de los Estados Unidos por las révolu. ciones populares Latinoamericanas, que si el Comunismo ruso hubiese estado en existencia antes de que la Revolu. ción Mexicana tuviere lugar en 1910, México hubiese si· do acusado de los mismos crrmene's y en la misma forma que lo es hoy Cuba. Por lo tanto, es razonable creer que muchas de las revo.luciones latinoamericanas que no de~
¡arán de hacer su aparición en el futuro cercano crearán grandes trastornos en Latino América y perturbarán aun más las relaciones Norte-Latinoamericanas, puesto que si son similares a la original Revoluci6n Mexicana, serán til· dadas de comunistas.
Con todo, y aquí yace el significado de la experien. cia Mexicana para un entendimiento ~ de futuros desarro.. 1I0s Latinoamericanos: que ac.tualmente México no es co– munista ni ruso, sino exclusivamente mexicano. Además, la Revolución Mexicana de 1910, la' revolución polltica Uruguaya de principios del siglo XX, la actual reforma agraria que quietamente se lleva a cabo en Venezuala (de la que se oye Po.co, Ipero que realmente es espectacular en términos de reversi6n de la polrtica econ6mica– agrrcola tradicional), y quizás, aun hasta cierto punto, el malhadado intento de los IIdescamisados" o "Peronistas" (seguidores del Presidente Perón en Argentina) de hacer algo por el "peón ll
,
fundamentalmente todos estos movi– mientos son parte del gran movimiento Latinoamericano de afirma~ión propia e independencia económica, el pro– blema fundamental da Latino América.
VUI
Para los Estados Unidos, y, quizás, aull para todo el bloque occidental de naciones, los actuales desarrollos latinoamericanos -que tienen hondas raíces y experien~
cias en el pasado-, deberian servir de señales de alar. ma ,para no tomar el problema Latinoamericano tan a la ligera como han acostumbrado. Es significativo a este respecto que los últimos anti-democráticos e impopulares dictadores Latinoamericanos, c.omenzando '3on Perón, Ro–
jas Pinilla, Pérez Jiménez, y encabezando la lista, Batista en Cuba, han sido derrocados con la ayuda de la Iglesi. Católica Pero los líderes de las verdaderas o fundamen. tales Revoluciones, los que de manera absoluta cambian la total estructura política y económica de una nación, tal como la Revoluci6n Mexicana, la Revoluci6n Boliviana de la década de 1950, y hasta cierto punto, la reciente Revo_ lución Venezolana, y por supuesto, la actual Revolución Cubana -todas estas Revoluciones (que deben escribirse con mavúscula) no serán revertidas ni sus Ifderes derro– cados porque las masas campesinas sigan los dictados conservadores de la Iglesia, antes que las doctrinas de los revolucionarios. Este es uno de los más significativos as– pectos de las nuevas Revoluciones Latinoamericanas, que el pueblo las quiere y que el pueblo mismo fija los anhe· los y las metas de estas nuevas revoluciones en una más alta escala de valores que su tradicional fe religiosa y la lealtad al conservatismo de la Iglesia Católica. Mientras, sin duda, que revolucionarios individuales de las verdade~
ras Revoluciones pueden ser destituidos del ¡poder, otros de la misma convicción ocuparán su lugar, y las revolu~
ciones continuarán sin abatirse. Quizás los programas y
los credos de las revoluciones populares de Latino Amé· rica actual llegarán a ser la fe definitiva de las masas. Para terminar, al predecir el futuro de latino América, tres conclusiones se derivan del anterior análisis de la es– cena latinoamericana que merecen reafirmarse: 1). Que muchas repúblicas latiñoamericanas están en el dintel de sus propias Revoluciones fundamentales; 2) Que estas Re· voluciones no ser'án simples pronunciamientos de cuarteles del tipo político; y 3} Que mientras la Revolución Cubana debe ser interpretada como una ,parle integral del fenó– meno fundamental de la revolución poUtica econ6mica en Latino América, no debe olvidarse que cada república La·
tinoamer~cana tendrá que formular su propia. política particular más adecuada para su medio ambiente, asr co" mo para su etapa hist6rica y econ6mica de crecimiento, con el objeto de alcanzar la transformación de sus sacie· dades agrario-coloniales en naciones industrializadas, es.. tilo siglo XX.
(NOTA: Pedro C M Teichert, de Argentina, es Profesor
de Economía Polftica en la Universidad de Mis– sissippi, en los Estados Unidos Aunque algunas de l¡js afirmacidnes del autor no se ajustan en lo absoluto a los principios del Conservatismo que Revista Conservadora sustenta, publicamos el ar~
tículo del Profesor Teichert porque a pesar de sus afirmaciones controvertibles lo consideramos interesante estudio económico)
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