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« Previous Page Table of Contents Next Page »l•• Treinta Años los ejércitos de 1.. más cultas naciones de Europa marcharon y contramarcharon, creando y re
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creando las desoladas tierras por la gloria de Dios. Y la "espléndida estrategia" del Gobierno Británico que bom– bardeaba I.s poblaciones civiles de indefensas ciudades . • Iemanas para forzar al Gobierno Alemán a bombardear ¡as poblaciones civiles de indefensas ciudades inglesas de modo que suficientes ingleses murieran para levantar el entusiasmo .por la guerra contra Alemania, una
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estrate– giall que hubiera provocado náuseas aun a Atila y Hulagu.
Mucho má~ doloroso 'es aun 'aber que el salvaje está siempre presente en nuestras m,ás.- escogidas asambleas y
t que no hay manera de sacarlo: gloriosa estirpe, posición social, selecci6n democrática, educación, son normas que
lnvocam~s en vano. El patricio Catili"a alimentaba su alma enferma con sueños de sa.,gre y Ciudades incendia– d.s; y al elegante Fulvia atravesó con su puñal la lengua
de Cicerón. Tadeo S'evens se sentó en el Senado Ameri–
cano, donde habian hombres qu~ con .gusto le estrechaban la mano. y en las procesiones académicas de H!,rvard, vestidos con los adornos de la erudición, marchan los IfOoctores philosophiae" cuyos lares espirituales están en las cab.ñ.s de los magos de las riberas del Zambez; o en las tiendas manchad.. de sangre de Genghis Khan.
El hecho simple y llano es que el borbarismo es el ·estado natural del 'hombre. Seres humanos anatómica– mente modernos han existido en este planeta por cerca de 50,000 años, mas las primeras trazas Gsporádicas de ci– vilización rudimentaria han aparecido hace menos de 6,000 y dentro de cad. cultura siempre han habido grandes m.– sas de gentes que apenas la han conocido como una rutina exterior. Las carreteras y los subterráneos de nuestras grandes ciudades, noche CJ noche, llevan millones de gen– tes a sus hogares, los que no entienden más la civilización
en que viven que la foca entrenada en la piscina del jar–
dín zoológico. Lo que sorprende realmente no es que las civilizaciones se hayan desintegrado, sino que lleguen a existir.
En sus años maduros Renán redujo la cultura humana a una severa fórmula: "A fuerza de quimeras ha logra– do obtener de un buen gorila un esfuerzo moral sobrena– tural". Esta fórmula, de seguro, deja sin explicar cómo el buen gorila es capaz de esfuerzo moral bajo cualquier estímulo, y de dónde vino la trascendente percepción de lo bue"o y de lo bello que haya inspirado a unos hombres, aunque ¡pocos, a crear uI,a cultura del espiritu. Perf? como una adverlencia de lo precario de toda civilización la f6r.. mula es inatacable.
Sobre nosotros, que nos hemos empeñado en conser· var la civilización Occidental, y sobre la nación que, cum– pliendo una profecía que hubiera parecido fantástica ha–
ce cincuenta años y es ahora el último gran reducto de esa civiliztlci6n, cae la tarea de una laboriosa delicadeza y de
una aterradora magnitud. Pero la obligación es .una que ninguno df!' nosotros puede evadir, pues ya no eXÍ!iten to· rres do marfil D la cual los doctos puedan escapar, como Marí. Antoniet. se escapó de l. política a la simple vid. de) Potit Trjanon. Ese 5imple hecho es una medida de la terriblemente ró,pida decadencia de nuestrO] civilización
No hay una sola persona culta que no mire, como hacia un Paraíso perdido, al bello mundo estable de 1910, y que no se conformara con el de 1926 o aun con el de 1932 - Y quizás hayan buenas probabilidades para que dentro de algunos años el mundo de 1960 tenga ciertos encan.. tos que no se. le hayan descubierto todav{a por contraste.
El proceso histórico está gobernado por leyes que no deben estar fuera de la humana observación y del hu· mano razonamiento. Es posible, por supuesto, que el Occidente esté irremediablemente senecto - que a 'ra.. vés de algún biológico deterioro de nuestro plasma racial, o a través del principio biológico al cual Spengler y Raven someten los conceptos incorpóreos que constituyen la cul. tura y por los que la historia se mueve en ciclos precon· cebid9s: "nascentes mori",ur". Pero si rechazamos este fatalismo rayano en lo jlstrológico, quedan aun las leyes históricas de la clase con las que la mente Occidental está
p~culiarmente equipada a hüt~r - leyes como las estudiadas por Correa Moylan Walsh en los tres volúmenes que son casi desconocidos aun para los devotos de la "his– torionomía", en gran parte, neo, porque su autor es un Norteamericano. Probablemente todos los fenómenos tan brillantemente analizados por Spengler y sus imitadores pueden también ser explicados por las leyes de l. causa
y el efecto puestos en movimiento [por la voluntad huma· na. Tales leyes no conduc~n al fatalismo más que las
teyes que inexorablemente decretan que los hombres que se arrojan a un abismo deben sufrir las previsii?les con· secuencias. Y si la historia está regida por I~yes de esta naturaleza, el pensamiento conservador no está i"capad. tildo para conservar nuestra tradición.
Es en tales términos, yo creo, que como hombres ra· danales, debemos soblepujar en astucia a fas fuerzas de la naturaleza, para conservar y quizás, en un más feliz fu– tl'uro, aumentar -el claro en medio de la selva. Es la ta·
I ea del pensamiento político conservador, como yo lo veo, comprender y medir todas las ~terradoras fuerzas que amenazan nuestra supervivencia, desde la Conspiraci6n Comunista que está corroyendo hoy otra raíz de vida ame. ficana, a la menos inmediata amenaza de los prolíficos bárbllros en otros continentes. La tarea es delinear la estrategia y formular, en la única forma aconsejable, los principios de nuestra Cons'¡tución, con un realista y racio. nal patriotismo. La tarea es -si se me permite usar una palabra perversa que congelará las mentes delicadas cul– tivadas en nuestros invernaderos "liberales"- la de for– mular un coherente y especifico "Americanismo".
L. Ciudod de Dios de San Agustín es sin duda alguna un imponente monumento de la metafísica Cristiana y ·pue– de que aun haya consolado a algunos de sus lectores por el s.queo de Ro",o por Alarico. Sin duda alguna corisoló también a su autor quien murió mientras los Vándalos arrasaban los muros de Hipona. Nuestra tarea es defen-der a Roma ..
(NOTA Revilo P Oliver es profesor de los autores i:lási–
COS, griegos y latinos, en la Universidad de 'lIi~
nois, Estad;os Unidos qe América)
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