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e in1pone las penas consecuenies. El pronun– ciamiento de la Cán1.ara del Senado, corno Tri–

bunal Juzgador, sin serlo, quedó viciado por

aHeración y exceso de procedimiento. Y ±am~

bién es cOll±rarlo a derecho haber acogido, en apoyo de la acusación, las declaraciones ren–

didas aníe el Juez de lo Criminal en un proce–

so cuya incoITtpe±encia para levantarlo había

sido sentenciada por el mismo Juez y la Sala de Apelaciones, pues que la falla de jurisdic– ción lleva anexa la invalidez del procedimien–

10 y de todas las diligencias de la aduación

Esto lo esloy copiando de lo que me dije–

ron los Abogados quienes n1.9 aseguraron tam– bién que el enjuiciamiento mío corno Senador

Vitalicio no podía ser igual a los oíros repre– sen±anles de inmunidad temporal o eledos Pero yo no quise hacer uso de esta defensa di·

ferenciándqme de m.is correligionarios. Me di–

jeron que siendo la inmunidad de los Senado–

res Viiallcios, por su rango de ex-Presidentes de la República, de mayor espesor que la in–

munidad común de los olros Senadores y Di– puíados y demás al±os funcionarios públicos "de término", debería eslar amparada por un juzgamien±o diferente de los ordinarios Y no

Be podía desaforarme a TItÍ, por el hecho de no

haber previsto la misma Cons±i±ución de la Re–

pública este procedimiento extraordinario, es–

peciaL

La Senaduría VHalicia de los ex-Presiden–

tes de la República, por elección popular, es una insiiiucián cons±ltucional y solo la propia

Consfiiución puede abrogar, en un caso con–

creio, pma el indiciado, el mismo esla±u±o que

creó; así, por lógica consecuen1:e, solo hay una manera para desaforar a un Senador Vitalicio, cual es siguiendo el can1ino de que las cosas se deshacen como se hacen, es decir, dando al procedimiento de la acusación el mismo ±rámi–

te de una reforma cons±i±uciona1. Eso me dije– ron los abogados y la prueba de que íenían

razón es que después que vino la AITlnislla en 1957

r

yo recobré mis derechos, según la Corte

Suprema. Algunos abogados lne han sostenido

que yo sigo siendo Senador Vitalicio, según lo

esi.ablecido por la ConsHlución; pero yo nunca he pensado hacer uSo de esie Derecho, mien–

iras esíén los Somoza en el Poder Si Dios me

da vida, podré reclamar mi derecho de Sena– dor Vitalicio; porque los; Son lozas no me po–

drán qui±ar nunca el becho que yo fuí elecío

populalmenie Presidente de Nicaragua, por una verdac1era mayoría y sin esas elecciones fraudulentas que élJos han praclicado

En la serie de casílgos ejercidos por el Ge– neral Somoza conha aJgunos presunios incul–

'pados en Jos sucesos de Ahril de 1954 forma–

ron parte la congelación de fondos bancarios,

nuevalnen±e conüa algunas qonocidas firrrtas cor{lerciales y hombres de empresa, pero des– pués ITlanienida esta congelación conira los fondos del Paltido Conservador y contra mí

En cuanío al Pariído Conservador no So.

lamente fueron congelados sus rondas corno

f'arfido sino que fue secues±rado iodo s II Archi. va, el cual solo en paríe fue devuelio. Tatn.

bién hubo incautación de varios vehículos Co~

mo automóviles, camiones, camionetas, jeeps 'Y

demás, n'1edida drástica con carácter de confis~

cación ejecutada sin ll1.ediar Decre±o, pero ni

siquiera orden escriía de alguna auloddad qUe

a±esllgue esta requisa, la cual lTIon±a a varios

ceníenares de miles de córdobas. Pero en esta

cadena de exacciones nada causó iania sorpre.

sa CO[HO el inaudito procedimiento de la multa y decomiso impuestas por la Adminis±ración de Aduanas que ascendió a la fan±ásiíca suma de más de siete millones de córdobas. Es±a íeo

ría única, llegaría al ridí.culo si su solo intento

no hubiera sentado un precedente de gravísi.

lTIa ±.t ascendencia, que gracias a Dios no pudo

llevarse a efecto. Pero nunca nos devolvieron Jos vehículos incauiados.

En±re las reparaciones de guerra no ha fi·

gurado jamás, que se sepa por los entendidos¡ un capítulo sernejante de una "multa aduane–

ra por conlrabando" debido a la introducción clandesiína de armas e implemeníos de guerra para fines bélicos, y hay que pensar en las

enOllTIeS fuerzas corabaiíentes mo±orizadas

r ianques, aviones y demás annamen±os y equi

pos que han iraspasado fronteras en las últi·

mas guerras m.undiales. Fué tan ridícula esa

mul±a que el Gobierno luvo que redificar y vi· no después una orden del Minis±ro de Hacien da anulando lo hecho por las Oficinas de Adua·

na. I~Iay que surnar a ealas depredaciones los caieos a escondidas hechos en. varios lugares

l hasta falseando cerraduras y apropiándose su

brepílciamenie de dOCUlnenios privados, como entre otros muchos, es el caso de la sustracción

de iodo el archivo personal de don Adolfo Díaz, ex-Presidenle de la República, y SenadOl,

tesoro preciadísiITI.o de valor histórico incalcu

lable, íanío en el orden cultural corno en el

orden económico, sin que sobre la persona

del duoño recayera la lTIás leve presunción de

responsabilidad de parte de las mismas a ufo

rldadc:s

80rnozfl cometió varios errores graves en

esía represión a los sucesos de Abril. Las que

dejo relaladaz de la muerte de prisioneros poH

ticos, el hecho de haber lanzado la idea de un aíeniado personal conlra él por úHuno, coníra

rialnen±e a ]0 que había hecho anieriormenfe

r nunca quiso perdonar No dió jamás la Arn

nislía por esos sucesos.

Fue 8'l1 hijo Luis el que dió la Amnis±ía eIl

195/' por los sucesos de Abril de 1954: despué: de 3 años y de la rnuerie de su padre.

Aunqne yo no estoy escribiendo una Bis

±oria de Nicaragua, sino solo algunos de 10i

sU_cesos de una vida, yeso a grandes rasgoS

los años que Dios me ha dado de vida me hall

hecho aprender algunas sllSsñanzas de la Bis

loria Patria

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