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A

L regresar Wolker o Granado, el 19 de No–

]" viembre después de su segundo derroto en

Mosoyo,

CO";lVOCÓ a sus jefes y oficiales, y

juntos resolvieron eYac~ar la ciudad, y antes incen·

diaria, para lo cual nombraron jefe de lo plazo 01 Co– ronel Henningeen

Este filibustero, de origen inglés, era un mi– litar experto en el desempeño de empresas de tal naturaleza Henningeen, antes de llegar a Nicaragua, figuró de manero prominente como segundo jefe del caudillo Zumalacárregui, en la guerra carlista de 1830

en España

HERE WAS GRANADA

Las fuerzas centroamericanas, al derrotar a Walker en Masaya, dispusieron atacm la ciudad de ..{¡ranada a donde llegaron a las 6 y media de la tarde del 24 de noviembre de 1856, entrando por los lados sur y norte de lo misma Los atacantes fueron rechazados por los americanas en el aia sur, pero los del norte pu– dieron avanzor más dentro del perímetro de la ciudad, logrando penetrar a las calles de la misma, luchan– do, brazo a brazo, con los filibusteros Estos tenían, sobre sus atacantes, la ventaja de estar protegidos, pues se encontraban dentro de algunas iglesias fortificadas convenientemente y desde allí, causaban fuerles pér–

didas a los centroamericanos, los cuales tenían que avanzar a pecho descubierto, recibiendo los certeros dis–

paros de los americanos que hacían estragos en sus filas.

En est~ primer encuentro hubo derroche de heroismo entre los atacontes y en un momento de la lucha, lograron éstos apoderarse de la iglesia de Guadalupe, pero más tarde, asaltada esta posición, con nue–

vos refuerzos, los yonkees recuperaron el templo, haciéndose, esta vez, fuertes dentro de los sólidos muros

del mismo

En los primeros días del ataque los aliados tuvieron muchos heridos No teníon éstos ni cirujanos que los atendiera y carecían de medicinas No disponían, ni siquiera, de uno tiendo de compaña donde pu-dieran ser alojados los heridos

Por desgracio, lo noche del primer día, llovió copiosamente dentro de la ciudad, agravándose así más le, penoso situación de los ,heridos El historiador Pérez, que a esas horas se encontraba en Granada, nos Cllenta que la constante lluvia apagaba los oyes de los moribudos, hasta que el sol del dio siguiente lle– gara

(1 mostrar los que habian fallecido y sus rayos de luz iluminando nuevamente el campo de batalla para ,reanudar el combate

El cuadro que presentaba la cíudod en esos días era desolador, a causa de la incesante lluvia, el incendio de la mismo y la furiosa lucha empeñada entre defensores y atacantes, llevando los filibusteros, co– . mo ya dijimos, la ventaja de defenderse atrincherados dentro de los muros de las iglesias

Poco a poco, los aliados, no obstante sufrir grandes pérdidas, lograban apo>!erarse de lugares desde donde podían batir mejor al enemigo, pero a costa de mucha sang, e

El edificio del Cuartel Principal en la plaza, incendiado por los filibusteros, fué abandonado pOI és tos lo mismo que la Porroquia que quedaba al frente de aquél.

Una de la torres de esta iglesia, fué volada por una mina de pólvora colocada por los mismos filibus-teros El edificío quedó, después de la explosián, envuelto en llamas

El Presbítero don Rafael Villavicencio, en ese día, según refiere Pérez, "Se colmó de gloria como sacerdote y como hombre, al penetrar dentro de la iglesia solo, y volviendo cargado de alhajas de 010 y plata

y preciosas joyas como el copón, la custodia, un aviso o rayo con magníficas piedras y otras muchas cosas que

. sClhara en sus repetidos viajes, en medio de los peligros, hasta que por fin el sagrado templo cayó por en–

tero convertido ~n brasas l1

Una vez desplazados los filibusteros del Cuartel. Principal y de la Parroquia, se hicieran fuertes en otro edificio de dos pisos, cercano a éstos, llamado la Sirena, en la calle que va desde la Plaza Principal hacia el lago Un atrevido grupo de vecinos granadinos armados y por sorpresa, los atacaron y expulsaron de la

Sirena, no sin haber experimentado ellos muchas bajas Jefe del grupo, era el capitán granadino Bartolo– mé Sandoval, audaz y temerario, a quien par sus atrevidas acciones durante la batallo le llamaron el Loco, opado que nosotros oímos todavía, muchos años después, aplicado a descendientes de Sandoval

El historiador Pérez, tantos veces citado, aseguro que una vez desalojados el enemigo de la Plaza, se pudo contemplar el triste y horroroso espectáculo que ofrecía la ciudad incendiada, en esos momentos, en medio de la cruento lucha que los aliados centroamericanos mantenían contra las huestes filibusteras Pudímos contemplar, agrega él mismo, todo el horror de la ciudad en cenizas, y toda la barbaridad de los autores de tan ínútil destruccíón.

Más adelante, Pérez, describiendo este sombrío cuadro, se expreso así

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