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PRIMERA

LOS aníecedenies del seudónimo en la Historia y en la Literatura son antiquísiInos Sus orígenes se pierden en la bruma de los tiempos Basie decir que el nombre de HOMERO sería un seud6nimo, si se

aceptara por cierla la teoría sustentada -aunque no

generalmente acepfada- de que las obras conocidas bajo su nombre son el trabajo de varios autores, y no de uno sólo

El primer seudónimo conocido es el de FEDRO (el fabulista latino) que se pretende, mas o menos fundadamenle, ser el seudónimo del escritor POLI–

BIO.

En el comienzo de la Era Cristiana el uso del seudónimo fue motivado por la hutnildad Saula de Talao, el mílite judaico. orgulloso y viplento, después de la caida en el camino de Damasco, quiso escon– derse bajo el humilde nombre de PABLO (Hechos de los Apósioles, 13, 9,)

Y en el largo proceso evoluiivo de la Iglesia de Cristo, desde PEDRO -seudónimo de Simón, el pes– cador,- pasando por las Catacumbas, en cuyas pare– des dejaron impresos los perseguidos cristianos sus seudónimos, como por una reversión de la humildad cristiana primifiva, el humilde campesino ANGELO

RONCALLI usa el pomposo seudónimo· de JUAN XXIII (San Lucas 6-14)

Pero el uso generalizado de la seudonimia, es deoir, la acción o costumbre de un au*or de ocultar su nombre verdadero por medio de un nombre falso, o seudónimo, naoe con la imprenta.

La palabra seudónimo ---del griego I)Seulló-ny– .tlOS, de pseudes, falso. y ouoma, nombre- significa

el nombre supuesto. ficticio. falso. usado accidental o habüualmenie por un escrüor para identificar- sus escritos

Las causas de la costumbre son varias La pri–

mera es, el deseo de despistar al curioso Luego vie– ne el afán o hipo de notoriedad que priva entre cier– tos escritores -generahnente de segundo orden– que ya sea por timidez, para eludir la orífica. o por desafedo con su propio nombre, oculfan el suyo bajo el velo del seudónimo

El seud6nimo delata el carácter de su dueño Por conjeiuras indudivas se infiere el aspecto sicológico

del individuo que usa un seudónimo pomposo. o un iítulo nobiliario, reveladores de admiración o vani–

dad, como PAUL DE CASSAGNAC lDon Mariano Bui– frago) o EL CONDE DE PAJALARGA lDodor David

ArellanoJ

I el carácler vigoroso, como EL BACHILLER

SANSON CARRASCO lDodor Manuel Coronel Mafus);

el sentido ostético, en el cambio de su propio nombre por uno más eleganie y eufónico. de fácil persisten–

cia en la memoria. como RUBEN DARlO (Félix Rubén García Sannienio, 1867-1916)

En el as~eclo so~i_ológie.o, el uso de un seudóni-

I'ARTE

me por un escritor de valía. es corno la apmicióll de una nueva personalidad. un como desdoblamiento de la u\isma, la creación de un allcl' ego, como EL MORO MUZA (Don Enrique Guzmán. 1843-1911), seu– dónimo "que casi vino a personificar a Don Enrique, quien lo adoptó con oarácier pennanenie"

No faHa, también, en el uso del seudónimo el a5~

pedo iu.ridico, es decir. que si la responsabilidad del seudónimo se trasmite a su verdadero dueño La cues. tión estriba en la pE'ueba loslUicaJ, en la moralidad y

carácter de quien lo usa. y en las leyes de imprenta

y como 10 jUl'iÍdh:o está ínfirnamenie ligado con lo litoral

l

se presenta iambién la cuesiión de que si el edifor de una obra. o el diredor de un órgano de publicidad, y

Sl.1S empleados, esián en la obligación moral de reservarse y no difundir. la verdadera ideu_ Edad del seudóniIno

En el Renacimiento el uso del seudónimo fue muy corriente, mas fue en el Romanticismo donde fuvo su verdadera floración Aunque hay que hacer. una observación, y es, que los POETAS son menos aficionados al seudónimo qua los PROSISTAS Enfre nosofl-os, DON ENRIQUE GUZMAN usó has– 1a diez seudónimos (Se dice que Voltaire usó hasta

160!) Cada uno de los seud6nimos de Don Enrique señala uno o varios aspecios de la personalidad del prolífico escritor, o una u 01ra época de su actuación literaria

Los principales seudónimos conocidos. usados por

Don Enlique. son los siguientes:

ABINDARRAEZ, "que usó en Cosfa Rica"

ANTON COLORADO: "que fue además creación de un fipo o carácter, que apareció escribiendo en EL

TIEMPO Y después en EL DIARIO NICARAGÜENSE,

sus célebres Pequeñeces cuiscomeilas, en las que el amor emplea un lenguaje vernáculo, matizado de proverbios que le dan al telna un marcado sabor fol· klórico"

EL MORO MUZA: del que ya hemos hecho refe· rencia

EL PADRE COBaS: "que se distinguió por su es– pirilu volteriano, sobre todo en sus EPISTOLAS MO–

RALES. que Don Enrique reprobó más tarde" FRA-DIAVOLO: "con que finnó sus corresponden– cias a EL TERMOMETRO de Rivas, haciéndose notar por su inlparcialidad en la candente época de la ex–

pulsión de los Jesuitas" (1881)

JUAN DE LAS Vl&AS: "con que firmó sus célebres Pedacitos de papel, y con el que sostuvo su afama– da polémica con Rubén Daría, corno veremoS más adelante

MIMOSA DE TARBES 1 0011 el que "suscribió al~u­

nos arfículos de lemas felneninos en San Salvador PERSIUS: "que se hizo famoso por la finura de su hU'Inoris'Ino"

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