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Victoria en su ataúd, pudiélamos decü des– pués que tan brillante– menie desempeñó su papel, después que condujo a su Capitán a la mayor de sus hazañas, después que lo llevó cadáver a las costas inglesas Cuan– tas veces nos ponemos a contemplar a don Ansehno H Rivas, en

los días presentes, 10 comporamos con aquella nave triunfadora, que hoy sólo sirve de reliquia, de recuer– do brillante en el suelo a que sirvió en horas muy tremendas para el porvenir nacional

La figura de don Anselmo H Rivas es un verda_ dero inmaculadísirno saniuario para aquellos de SUB

admiradores que han recibido de su pluma elocuen_ tes mercedes que no han sabido en la práctica recom– pensar Cuando de palabras se frata, cuando se trata

de hacer apoteosis que no cuesfan más que el movi– miento de la lengua, entonces le convierlen sus adic~

los en un ser ante el cual es preciso desnudarse la cabeza, y cuya opinión, como la de un profeta anfi· gua, no puede ser contrariada por ninguna otra, por– que la suya es infalible Así van las pasiones en el mundo, o negándolo iodo y haciendo de un hombre de mérito un esiropajo¡ o poniendo en olvido que los seres hechos del barro de la tierra tienen que ser en mucho defectuosos, y entonces elaboran a su antojo un personaje que no es real. una encarnación casi di– vina Ha llegado el caso para un imprudente que de– lante de un círculo femenino de mujeres emparenta– das con lo que se llama el c::acl1urequismo de Grana– da, en que la dorada cOIie de bellezas se volviese co– mo enjambre de furiosas abejas, para herir con bur– la o con duras palabras al que Se airevía a poner en tela de juicio si Rivas era o no era un oráculo samo Nosotros Inismos hemos presenciado en ocasiones en que nos hemos pernlitido censurar al simpático octo– genario alguno de los pasos de su vida, hemos visto, a rostros muy dulces de confínuo y muy bellos en io– do tiempo, iornarse de súbito descompuestos y lívidos

de cólera para demostrarnos el error impardonable en que nos encontramos sumidos Consigna es de nuestra vieja oligarquía, y consigr..a que se ha vueUo como una segunda naturaleza en ese circulo ayer im–

perante y hoy caído, la de no admitir a su confianza a quien sea capaz de apariarse una línea del modo unánime de pensar en cuestiones religiosas, Bociales o políficas No hay modo en esas filas del co– razón del conservatismo de ser apio para ningún de– se:rnpeño, sino se dice amén en cada sentencia que cae de los labios de su sacros pontifices Don Ansel-

K

En breves pslablBs haiaremos de hacer los re– !ratos de aquellos de nuesiros co:rnpafriofas que lla– man la atención de sus paisanos en el terreno de la política o de la literatura. Poco habrá de imporlar– nos, cosa extraña. saber dónde esos notables nacie– ron, en que fecha, ni la clase de escenario que tuvie– ron en los días de su infancia Traiaremos de presen– 1ar a esos hombres fal COInO los vemos Venimos

El sorprenderlos en su carnino, en el seno del resul– tado de sus luchas Los vamos El sacar al frontispi– cio. en la fonna en que suponemos serán tallados por el porvenir, tal como los sienten y los clasifican al analh!;arlos, aquellos especiadores de los hechos de esos personajes, cuando esos 1estigos de sus manejos acma.les. de sus combates pasados y presentes, sean jueces que fallen <::on imparcialidad sobre las figuras que en estos artículos va a encontrar el ledor Si alguno de tales nicaragüenses, y trataremos sólo de los vivos, Inuriese después que se de princi– pio a esta trabajo, haremos de caso que no ha rendi~

do ese personaje su tributo en los aliares de la Par– ca inflexible, y sobre sus cenizas aún calientes, nues– tra voz habrá de resonar, como si hablásemos enfren–

te de quíen puede defenderse todavía

Con un crucifijo por delante de nuestros ojos pu_ diéramos jurar que la influencia de n ues±ras ideas en polUica y en arie, no vendrá a poner en nuestros dis– cursos sobre los espíritus que vamos a estudiar, ni una sombra inmerecida que empañe exprofesamente la luz de algún carácter, ni un reflejo que dore una conducta que merezca el reproche

Sabemos de antemano las muchas contrarieda– des que nos aguardan al emprender este trabajo} sa– bemos que vamos a incurrir en el disgusto de muy buenos de nuestros anrigos, cuando al fonnu1ar un juicio, discrepemos de los suyos, sea en pro o en con–

ira del célebre nombre que escribamos en el papel Si, nada de eso se nos oculia, pero conociéndolo, en– framos en nuestra faena con el alma resuelia.

~Iile VJc:lorla aR re5'; esia frase inglesa se lee bajo

un cuadro que existe en el Club MelxopolUano de Washington Representa la pintura a que nos referi..

mas, al buque insignia que montaba Lord Nelson en el célebre combate de Trafa1gar Tlle Victoria aR res'

quiere decir El 'ilidoda en descanso, pero en su des– canso eterno Aparece el navío en su lecho construí– do de pilastras, de donde no irá a YTloverlo, para con– ducirlo de nuevo a las olas inflamadas, ninguna ma– no guerrera AlU se ven aquellos mástiles que desa– fiaron el furor de la metralla Hace ya cerca de cuatro años que nuestros ojos vieron aquel pequeño cuadro en un sa16n dél referido Club, y hoy se presenta con toda. su verdad a nuestra imaginación, para servirnos

de simil, al ocuparnos de la persona cuyo nombre es– tá sobre esfas líneas Si, e! Victoria en descanso, el

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