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RINCONES Y PUEBLECITOS DE NICARAGUA EL HIDALGO DE

SAN RAFAEL DEL NORTE

Don lVIiguel

Ihamos llegandO al pequeño pueblo rnestizo de San Rafael del Norie, y cruzábamos un vallaciio dé– bilmente alumbrado por la luna, cuando adverlimos de repente junto a un matorral la presencia de siete u ocho hombres que en silehcio se aparfaban del ca~

mino para darnos pasada De ellos, sólo un mucha– cho iba a caballo, los demás a pie, uno nevaba un violín, airo una flauia y un tercero cargaba e. cuestas un violón Eran mús~cos viajeros que al parecer ve– riJan de focal' en algún lugar, pero como en varias millas a la redonda no había por allí ni siquiera una fihquifa, salvo el dicho pueblo, no podía menos de preguntarme yo qué diablos andarían haciendo esos hombres a iales horas por esos rumbos

Cosa de las diez serian cuando mi el iado Panfa_ león llamaba a la pueda de don Miguel Lanzas, el único poblador de raza blanca en San Rafael¡ y aun– que aquél era empleado del cabildo de Matagalpa

-y por fanto conocido en el lugar~ no nos abrie– ron sino hasta después de haber tomado las más grandes precauciones, eOITIO fue, por ejemplo, la de hacel que les pasáramos antes por un resquicio de la pueda las carlas de recomendación que para el señor nevaba yo Tal era el miedo que fenían allí de los ladrones

y la cosa no era para Inenos, pues que sólo unas semanas anfes habían enfrado en casa de uno de los más viejos y acaudalados habifanfes del pueblo a

Pantaleón.

quien asesinaron en su cama y le robaron Los cli– minales, súpose después, eran individuos de all\ mis– mo, por lo que muchas familias huyeron atemoriza– das Cuando prendieron a los l"nalhechores me ente ré de que entre ellos había algunos de los que yo, como médico, asistiera en Ma±agalpa, y daba la ca· sualidad, además, de que ahora era yo huésped de Ul1

familiar de la vícfirna de aquellos a quienes yo mis– mo había curado de balde

A pesar de lo infelnpesiivo de la hora, y de que cuando llegamos ya la fámilia dormía, pronto la ca– sa entr6 en movimiento y comenzaron a prepararnos de comer corno si fuera al rnedio día¡ a poco teníamos en la mesa una cena suculenta Hasta el pripio don Miguel, nacido bajo la dominación española y oetoge nario ya, dejó la cama para venir a sentarse con no· so±ros Parecía el anciano en verdad contento de fe– ner bajo su fecho a un huésped con quien conversar in±eligeniernen±e y anfe quien. podía volcar su ingenfe cofre de recuerdos; tanto así que se le pasó pOl alfo 10 entrado de la noche y lo cansado que yo esfaba

y habría confinuado hablando hasta el amanecer si rnis somnolientos párpados y confusas respuestas no le hubieran hecho ver que debíamos corfar la conver– sación

San Rafael está a unos 5 000 pies da aliura sobre el nivel del mar, y confiene alrededor de 300 fami– lias. Fue fundado hará unos treinta años por un sa-

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