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« Previous Page Table of Contents Next Page »de Jos gloliosos pabellones. Sed menos españoles y seléis :rllás cosmopolitas¡ así se asimilan las ideas y
crecen los pueblos grandes
Mienlras fanio, la oleada de la civilización mar– cha Y os quedáis en la playa, en donde se rompen las olas del encono; mientras que nosotros, agitando la celes1e bandera de la esper.';Lnza, nos internarnos en alfa mar y vamos bogando hacia la luz radiante del porvenir
Mucho hemos aprendido de los esclarecidos llle– ratos españoles, y solemos leer, hasta con orgullo. las Oblaa l11aestras que aun sabe producir España Sin
ernbar~o, doloroso eS decirlo, el cerebro de América, ya comienza por dejar el exhausto cauce de las antes ricas ftlentes castellanas, y hace rumbo más allá de los luontes, hacia ese París de los dorados sueños
Franceses son los periódicos que recibim.os, fran– cesas las obras que leemos, francés el chispeante "fo_ lletín" francesa iambién la novela que devoramos Hasfa de los labios mismos del sacerdote católico, no eS ya la monótona uniformidad de Sánchez Sobrino la que se escucha, sino la poderosa lógica de Freppel y Monsabré.
No he de seguir al crífico español en su larga cen– sura. de los poelas hispanoarnericanos. Quien lo haya leído debe reconocer el profundo encono y parciali– dad ~on que han sido apreciados la mayor parle de nuestros li±eraios Para él, ni es escritor don Ricardo Pahua, ni jamás fueron poetas Andrade y Abigail Lo– zano. Esie último sobre todo, tiene unos versos . que si Ramiro tuviera oído no seguiría creyéndolo más a propósllo para dar su nombre a un asilo, que al pensamiento americano
Huyó la luz.. Las sílfides nodurnas Rápidas cruzan el dormido vienio,
y vierten sobre el mundo soñolienio El opio blando de sus negras urnas
Huyó la luz Sobre sus blancas huellas El ángel de la noche se adelanta,
y sable el éier diáfano levanta
Su toldo azul de pálidas esirellas
Si 8s10 no es poesía, pregúnielo "Vida NU8'J"a" a don Marcelino Menéndez y Pelayo
Hemos llegado por úlfilno a Rubén Darío.
De muy diversas manelas se ha juzgado a esie ilustre escritor nicaragüense Esfá sin em.bargo, fuera de duda, que su amor a lo exótico y el deseo de ca– minar por veredas aun no conocidas, lo han hecho caer más de lo que pennifiera su esclarecido ingenio Con iodo, Rubén es nuestro poeta; sus versos son ca– denas de flores y sus poemas mágicas sinfonías, es– critas por hadas inmortales.
aEl autor de "Azul" es±alá contento de Los Raros? Cierlmuenie que no En eso estoy de acuerdo con Maez±u
Para concluir, debemos unas líneas a Berisso. Su libro, a despecho de la envidia, es un acontecimiento feliz para los que cullivall1.os las bellas letras y un estímulo más para la juventud estudiosa Separados como estamos por inmensas distancias; divididos por mil ambiciones sedarias, no queda más que una espe– ranza: los vínculos del pensamiento, que unirán ma– ñana los disgregados miembros de la familia hispano– americana
Cuando en nuesha "dichosa" América iodo se prostituye; cuando la justicia es un mito y la verdad un sarcasmo; cuando sobrenada la escoria y se hunde la inteligencia, es necesario sacudir la cabeza y lanzar el tremendo "j'accuse" de la voluntad inquebrantable
Jóvenes pensadores: no desfallescáis; trabajad por el triunfo de la verdad, que si iodo perece, sobre– vivirá el pensamien±o flotando, como el espíriitl de Dios, so1?re el caos de la agitación universal
Julio de 1899
FIN DEL TOMO 1
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