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« Previous Page Table of Contents Next Page »ptitm:l 011 la ineptitud, valor en la cobardía, heroís–
~o en la desesperación, fuerza en la debilidad. gran– deza en la miseria, talenio en la estupidez, belleza
en la fealdad
Todo la cambia, !rafa de hacer el mundo al revés, conviríiendo la noche en die y lo negro en blanco
~Pero qué se propone el adulador'?
Lo mismo que el chismoso: diverlirse. insinuarse
y sacar ventajas, dominando a su víciirna. hiriéndola en el punto flaco de la annadura, y el más flaco es la vanidad que induce a todos a creerse distintos de
corno son
En el adulador hábil, el talento corre parejas con la abyecci6n que le hace mentir y arrastrarse a las elantas de sus víctimas para iInplorar sus mercedes
~l adulado cae en la trampa y frecuentemente paga,
qon usura, su debilidad. porque la melíflua voz del
f\du1ador, lisonjeando su vanidad, hace el efecto del aire fno, que produce una pulmonia, o la m.uerle,
como la sombra del manzanillo
Semejante al chismoso y al adulador es el espía,
o más que semejante, es un resumen de ambos, por-
que el espía es adulador y chismoso por oficio o pro– fesi6n.
Si el chismoso y el adulador son despreciables. el espía es asqueroso, eS al ente más vil, la peor ca– nalla de la sociedad
El espía es peor que el ladrón y el asesino, aun– que su acción es semejante, porque éstos expian su
crimen en las cÉU celes o presidios, o llevan sobre su frente un estigma de reprobación universal, mientras que el oh o se pasea aIroso, medra y hasia tiene el placer felino de ver las contorciones de sus víclitnas.
El espía está en el último peldaño de la desgra– ¿ación humanal es una degeneración del hombre, es una secreción pútrida de la sociedad Repugna y da asco Nadie disiente a ese respado Todos pensamos
y sentimos lo lnisrno No hay más que decir Aparfe– mas de él la vista y concluyamos
Por el ligero análisis que he hecho de estos tres tipos, 59 comprenderá que he tenido razón al decir que son tres cosas distintas y un sinvergüensa verda– dero
CARLOS SELVa
(De la Revista liLa Patlia" - León, Junio de 1899).
DON JOSE DOLORES GAMEZ
1851-1918
Nació en Granada y en esta ciudad se educó, pasando en ella su juventud y llegando a intimar con iodos los jóvenes de la sociedad de su época Enire sus amigos se contaban los hermanos Guz– mán, (don Enrique, don Horacio y don Gustavo), don Fausfino Arellano, y airas, a cuyas terlulias asistía Después se trasladó a la ciudad de Rivas
donde fundó un peri6dico, El Porvenir. en el que exponlB en prosa galana sus extraviadas ideas li–
berales
Su espírilu tendencioso le llevó a los campos de la historia con el ostensible empeño de tergiver– sarla.
"Muchos son quienes en Centro América han sido llamados "historiadores" si bien s610 han sido cronistas o relatores de acontecimientos o panflefis– las. porque, por desgracia, el campo d~ la Historia
ha sido invadido por la política al uso, de ahi que no se hayan escrito hi~torias oficiales", dice Rafael Heliodoro Valle en. su Historia de las Ideas Contem– poráneas f3n Centro América (Fondo de Culiura
Econ6mico, 1960, p. 160)
Don José Dolores Gámez fue uno de esos cro– nistas, pero su "his!oricismo políiico" lo llev6 a ve· ces como a Montúfar, siempre "a convertir la rnen~
tira en piedra angular de la historia". por lo qua se hace "ya necesaria la revaloración de su obra"
Su trabajo sobre El Incendio de Granada, que publicamos en esta Antología, es un trabajo suyo, poco conocido, parle de una serie que publicó en San Salvador. en una de sus frecuentes andanzas revolucionarias Contiene dafos muy inieresantes sobre ese momento aciago de nuestra historia.
EL INCENDIO o
E GRANADA
Capítulo apane dedicaré al iriste episodio de la destrucción de la sultana del lago, de aquella históri– ca poblaci6n fundada a mediados del siglo XVI por dI
conquistador español Francisco Hernández de Cór-aba y a la que le dió el nombre de la célebre capi–
ia~ morisca del reino de Andalucía, cuna de su naci– miento
Granada, en 1656, era la capilal de la república {;, ))a residencia del presidente filibustero, William
.~ ~er, y su gabinete Sobre ella marchaban los
r)brClios aliados, entonces en Masaya, y la horda fi–
t usteu:l corría peligro de quedar embotellada Wal-
ker se vió obligado a desocuparla en busca de un cuariel general de mejores condiciones en el depar– tamento del Mediodía, pero ames de hacerlo y sin otro objeto que el de aterrorizar exhibiendo su fero– cidad, dispuso reducirla a cenizas, previo saqueo en favor de sus huestes vandálicas La notificaci6n de semejante orden al vecindario pacífico de la ciudad produjo una impresión dificil de ser descma.
Del incendio de Granada. que recuerda las anti_ guas fechorías de los filibusteros y piratas en las ca· lonias españolas, he enconirado algunos detalles en los papeles públicos contenlporáneos; y con ellos lne
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