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Los romoriós respiran por la ley y son los inventores de la Justicia Sus águilas imperiales tubren el mundo de espadas y lanzas, pero también de millares de edictos y decretos Son fuertes y justos, tienen bases militares en todo el orbe, comercian y respetan la propia determinación moral de los pueblos que rigen Representan a la Civilización Occidental

Poncio Pilatos habla por Rama, y dice que el hombre apaleado y cubierto de llagas, tiene la ra-

zón, que es inocente

Pero entonces se establece un diálogo terrible entre Pilatos y el partido que está en el poder -Es inocente, grita Pilatos -Crucificale gritan los otros

-Yo no hallo culpa en él insiste el romano -Crucificale repiten ellos

En ese momento Pilatos es sólo un Juez, y na puede decir otra cosa Juzga imparcialmente; dice la verdad par convicción, y como para demostrar que no se halla influido por el acusado manda que le

azoten

Cumplido ese cruel castigo hoce un esfuerza más por dejarlo libre y repite que es inocente Es entonces cuando los partidaristos incitados por el pérfido Coifás acuerdan meter la política internacional en el problema, y obligan a Pilatos a dejar su posición de Juez para convertirse nuevamen– te en el frío y astuto diplomático, preservador de la PAX ROMANA

IISi lo sueltas ll -le dijeron-, "eres enemigo del César, porque éste se ha hecho rey, y todo

aquel que se hace reyes enemigo del César"

Pilatos debe haber fruncida el ceño Mientras era sólo juez de rencillas interiores no había peli– gro Mientras se tratara de discutir hasta donde era buena aplicar el principio de la no-intervención, él te–

nía poco que perder, pero esas cuatro fiases, dichas en presencia de otros funcionarios romanos bajo los

espadas mismas de los legionarios que custodiaban el Pretorio, y de un partido político ya casi al borde del motín eran peligrosas para la estabilidad de Roma, y para la cabeza de Pilatos

No lo pensó mucho El era un perito en a.untos inter nacionales y sabía que para mantener la es–

tabilidad internacional, es necesario a veces crucificar no solo a un hombre, sino a un pueblo

Por eso ordenó, como político, crucificar a Jesús, y en el momento mismo de dictar sentencia

salvó como diplomático todo el espíritu de los tratados internacionales lavándose las manos

Fue esta la primera ceremonia en que un hombre definió sin palabras, la doctrina de la no in–

tervención Es semejante a una moneda, que acuñada por la misma mano tiene en uno Cara la efigie del crucificado, y en la otra a quien lo crucificó, lavóndose las manos

El evento del estadista Pilatos, ha servido tanto a la humanidad que bien merece el romano figu– rar entre los precursores de la ONU, la OEA, la OTAN, o al menos compartir sus responsabilidad en el credo con ellos y los demás distinguidos políticos que las manejan

La vida de Cristo de Monseñor Sheen, me ha sugerido este enfoque de Pilatos, quien vive en Ni–

caragua desde hace muchos años, reencarnado, con ligeras variantes, en la personalidad de otros tantos embajadores americanos

Los 2 Luises

30

Noviembre

1959

M

IRABEAU, hizo desde la cárcel una carta para el Rey Luis XVI, pero el Monarca no se dignó escucharle Más tarde tuvo que oír con interés aunque siempre con desagrado, otras palabras más graves en la asamblea francesa

La cárcel comprime y arruina el cuerpo, pero afina y engrandece el espíritu de quien sabe cul– tivarlo Desde una celda solitaria apenas iluminada por un rayo de luz, se comprende con más facilidad la pequeñez de la humanidad y la mínima estatura que realmente tienen los tiranos

Entre estos hay quienes lo son involuntariamente, porque no les enseñaron a ser de otro modo o porque paro mantener un estado de cosos descompuesto y recibido a manera de herencia no ven otro

camino que aplicar la fuerza A la última c10sificación perteneció el Luis de Mirabeau, y parece pertene– cer el Luis de nosotros

El Rey de Francia era hombre tan bien intencionado que de no haber sido Rey habría sido re– lojero, o maestra de herrería Pero su abuelo le he; edó una tradición despótica y el implacable resenti– miento de su pueblo

Al Luis nuestro le heredaron también poder despótico y resentimiento del pueblo con la conse-

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