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que pasara lo que se suponía sería COlTIO unas

seis horas después. Felizmente el empleado

pudo comunicarse con el tren en que iba Las– ten ia y decirle que se quedara en una esta– ción. del camino en donde esperaría rrd llega–

da Un poco más tarde el empleado me dijo

q"Ue no rne preocupara, que lni esposa me eS–

taha esperando en la estación de un pueblo

cuyo Hombre no recuerdo en estos momentos,

y en donde me podría reunir con ella COnLO a las seis de la farde, Jo que en efecio sucedió.

Al reunirnos de nuevo nuestra alegría fue

muy grande por lo que dispusimos no conti–

nuar el viaje, sino que resolvimos pasar la no–

che en esa población que por cierto era muy bonita

Ouiero dejar aquí constancia que además del empleado ferrocarrilero del Tirol que tuvo toda clase de atenciones para conmigo, debo

expresar mi agradecimiento al desconocido

norlearnericano que iba con nosoiros en el

tren y el que, con toda gentileza, se preocupó por rrlÍ señora y tuvo la arnabilidad de dejarle cinco dólares cuando ella se quedó en la esta– ción donde me había de reunir con ella. Nun– ca he podido devolverle su dinero porque ja–

más obtuve su dirección pues ni siquiera cono– cía su nombre.

En Viena estuvimos muy contentos por– que llegarnos el día Jueves de Corpus y la ciudad, qlle es muy católica, dedica ese día para qu<o los niños den su Primera Comunión. Por la tarde de ese día hay un gran desfile de carrozas, todas muy bien adornadas con abundanCia de flores. De Viena partirnos a Praga donde estuvimos unos días y donde observé que habla gran abundancia de por– dioseros en la ciudad. De Praga nos dirigirnos a Berlin donde todavía se veian los efectos de la guerra, sin embargo, se noraba también la fuerza de recuperación que tenía la ciudad. Después de unos cuatro o cinco días de estar en Berlin pasarnos a Hamburgo donde encon– trarnos a nuestro amigo don Aarón Saloman (q e. p. d.) ya su señora

En Harnburgo 110l'ía mucho en ese tiempo que era en el mes de Agosto y corno yo esraba

deseoso de ir a Suecia, desde los días en que

había esrado en Washington donde asistí a una conferetlcia sobre Suecia y sus bellezas rtaturales. Por eso con los empleados del hotel en Han,burgo me informaba por el Hempo que haría en Suecia y me infor- ,maron que el tiempo sería lluvioso, por lo que desistí del viaje y resolví ir a Holanda y a Bélgica, de donde salí para Inglaterra.

A nuestra lleg-ada a Londres tuvimos alguna dificultad en conseguir cómodo alo– jamiento en los hoteles porque todos estaban llenos de gentes Por fin encontrarnos uno que noS resultó bastante bueno y en él nos alojarnos por unoS dos o tres días, durante , los cuales nos dedicarnos a conocer la ciudad. Me presenté en la oficina del ceremonial diplomático y solicité audiencia para presen-

Gene181 Augusto Calderón Sandino

tar mis credenciales corno Ministro Pleni– potenciario, la que rite fue concedida inmedia–

±amen±e. En un ceremonial InUY sencillo,

Hlucho mas que el de Italia, presenté mis credenciales ante el Rey con quien departí

corno si fuerarnos viejos conocidos.

Estando ya en Francia, de regreso de

Inglaterra, recibí una invitación para concu–

rrir a una recepción que el Rey y la Reina de

Inglaterra darían en honor del Rey de Egipto, del Presidente de Libería, del Ministro Plení– potenciario de Suecia y del Ministro Plenipo

±enciario de Nicaragua, por lo que resolví

regresar a Londres.

La recepción era en los jardines del Pala– cio de Buckhingham. Desde la puerta del Palacio hasta el fondo del jardín había a una y otro lado del pasillo un cordón de seda con una cadena envuel1a en terciopelo rojo. El pasillo llegaba hasia una pérgola o baha· reque en donde habían mesas y asientos . En los salones del Palacio nos reunirnos los invi tados de honor junio con sus esposas, y en los jardines afuera había gran cantidad de

gentes, príncipes de ]a Casa Real y miembroS de la nobleza.

Aparecieron el Rey y la Reina y después de los saludos de rigor ellos se encaminaron hacia el jardín seguidos de los invitados de

honor.