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« Previous Page Table of Contents Next Page »No sería compleia la nanación de estos
hechos, si omitiera nl.encionar, ligeralTlente
aunque fuera, algunos de Jos valiosos elemen– íos civiles que tuvieron una distinguida ac–
tuación en esa época, cómo r10n Ricardú López
Callejas, Minislro de Hacienda de mi Gabinete, el joven Humberio Mántica, don Gustavo Be–
yes y varios otros.
La batalla de Chinandega fue de gran significación para el Gobierno. Se esluvo en
grave peligro de que las fuerzas del General Víquez quedaran entra.mpadas y fueran com– pletamente aniquiladas por la revolución La
caUsa fue qlle fueron sorprendidas por un aia–
que que ellas no esperaban. Creyeron que las fuerzas del General Parajón, el General Castro Wassmer, y el General Cabuya (Francisco Se– gueira) estaban muy lejos del Departamento, y no se reforzaron las fuerzas del General Ví–
quez que no eran muy numerosas
La noche, de la reunión de la Legación
Americana, cuya fecha exacta no recuerdo,
quedó definiiivamente resuelto mi viaje para Europa, corno Represeniante Diplomático del Gobierno de Nicaragua anie los Gobiernos de Europa, tales corno, Inglaterra, Francia, Italia, Suecia y España y la entrega del poder a don Adolfo Díaz
En Hn <;lía del mes de Diciernbre torné pa–
saje, junlo con rrli señora, en un barco que nos
nevaría de Corinto a Colón, Panamá, donde tornarnos un vapor de la Uni±ed Frui± Com– pany que hacia la travesía entre Arnérica del Sur y Europa. El viaje fue tranquilo y agrada– ble durante los primeros días pero al llegar frenle a las costas de España nos azotó un fuerte chubasco por varias horas por lo que tu–
vimos que desembarcar en Santander, España,
para que lo!) pasajeros se repusieran un poco del mal1ral0 sufrido.
Al día siguiente conÍinualTlos nuestro via–
je y llegarnos al puerto francés de La Pallice, que durante la guerra mundial de 1914-1918
adquirió alguna importancia cOlTIercial la que
ha conservado aún Hecho el correspondiente
regisiro aduanero continuarnos nuesJ:ro viaje
para París, por ferrocarril, y donde llegarnos ya de noche.
La pritnera iITIpresión que tuvimos de la
Ciudad Luz fue baslanie pobre por razón de lo mal ilun"linac1a que nos pareció que estaba
Nos hospedarnos en un hoiel bastante có– modo y quieto pero que quedaba un poco ale– jado del centro de la ciudad. El holel se lla– maba "El Emperador", pero después de algu– nos días nos trasladarnos al hotel "Regina" que estaba más inn"lediato a lugares y cen–
Íros de rnayor movimiento
Antes de presenlar rnis credenciales anfe el Gobierno Flancés, visité a nuestro Ministro,
don Francisco T. Medina y a su señora esposa,
para que don Francisco se encargara de re–
c,,:,bar del Minisierio la fecha para la ceremo–
nIa.
Una vez fijado el día me presenté ante el Presidente de la República, Monsieur Gastan
L:l ciudad de Chinalldega, despuéR de su palcial
dc~t lllcción
Doumerge, y después de leer el discurso pro.
tocolario, que el Presidente contestó con ofro
en términos muy encorniásticos para Nicara–
gua, fuí invitado a sentarme junto al Presi–
dente para conversar con él por un rnoIT\enio.
Después de despedirme el Jefe del Protocolo me acompañó hasía mi hotel
Enseguida me dediqué, junto con Laste–
nia, a visitar París A nuestros paseos salía– mos en co:rnpañía, ya del señor Medina y su
esposa, doña Ivonne, ya de don Vicenie Rap– paccíolí, que andaba allá de paseo con parte de su familia, lo que nos hizo más agradable la esiadía en la gran ciudad.
Visitarnos el Museo del Louvre y admira–
rnos las obras de arte que se conservan en él
Recuerdo la grata impresión que me causó un
cuadro de un viejo en el lTIar. El viejo va re–
mando, mas parece cansado al punto de ago–
±am.ien±o, pero su nietecito le ayuda y así pue–
de continuar impulsando su pequeña em.bar–
cación. Ese cuadro le lTIUestra a uno lo que
vale el iener alguna ayuda, por pequeña que
sea, para el buen éxito de una empresa.
Visilarnos también la tumba de Napoleón, la que me impresionó muy bien. Observé que
los grandes rnonurnenlos que se admiran en
París son de la época de Napoleón.
En compañía del Ministro Medina, de don Filadelfo Núñez, que entonces residía en Pa– rís, y del Alcalde de la ciudad, en una simpáti–
ca ceremonia deposiié una ofrenda floral en
la tumba del Soldado Desconocido en el Arco del Triunfo en nombre de Nicaragua.
Algunos días después visitarnos Versalles, tanto corno para conocer la ciudad y sus be– llos edificios de Gobierno, corno para visítar la tumba de mi hermano, Salvador Chamorro, muerto en la flor de su juventud al servicio de
Francia.
Pasado un Hempo prudencial en París,
pasaIllOS a los baños de mar en Nisa, donde
pasarnos una coria telnporada. Lasienia y yo
estuvimos muy con±eníos en ese lugar al en– contrarnos con nuestros paisanos don Francis·
ca Alvarado Granizo y don Alberto Zelaya, quienes nos hicieron más grata nuestra per-
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