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« Previous Page Table of Contents Next Page »go por heQhos absolutamente iguales a 10 ocu– rrido en Cosigüina. No acusarnos a los libe– rales por la matanza que nOS hicieron en las emboscadas en que caímos en el Río Escon–
dido en esa misma época, en las que nos m.a–
laro n más de 80 hombres, entre ellos al Alcal– de de ciudad Rama, un señor Loáisiga¡ ni acu–
samos a los liberales de asesinos por la muer– ío
en Fruta de Pan, del malogrado joven mi– litar General Humber±o Pasos Díaz. Tales he–
chos son hechos crueles, inhum.anos si se quie–
re pero son resultado de los ardides de la g';erra, y a nadie se le puede tildar de asesi-
no por lales ocurrencias. \
Después de lo sucedido con "La Cholule–
ca", hay que mencionar, también, el encuen– iro que tuvieron ofras fuerzas revolucionarias
con las nel conocido General Carlos Rivers Delgadillo, en cuyo encuentro pereció la ma– yor parte de la caballería que llevaba el Coro– nel Chabelo Fernández y olros jefes principa–
les de las fuerzas invasoras
Todos estos encuentros fueron de lamen– larse en cuanto a las pérdidas de vida que
ocasionaron, pero por oira parie, fueron rno–
livos de celebración porque dieron el triunfo a las armas del Gobierno, desbaratando así, de esta manera, las fuerzas que los revolucio–
narios habían enviado en "El Cencón", que–
dando así la costa del Pacífico libre de ene– migos.
Entre tanto, en León, donde estaba de Go– bernador Militar el General José Francisco Sáenz, y en Chinandega, el entonces Coronel Diego Vargas Abaunza, alarmados por el es– píritu revolucionario que prevalecía en el ele– mento obrero, y temerosos de un asalto por sorpresa a los cuarteles que estaban a su car– go, pensaron coartar el peligro privando de la libertad a lTIuchos de ellos.
No queriendo esos militares mencionados lener en sus respectivos Departamentos a esos
prisioneros, me los enviaban a Managua para
que yo los intern81a en la Penitenciaría. Pero
estos reos, una vez en Managua, nle pedían su
libertad, me aseguraban que ellos eran gen– les pacíficas, carentes del espíritu revolucio– nario de que eran acusados. Yo entonces los ponía en libertad y los devolvía a sus casas, donde eran nuevamenie hechos prisioneros y
nuevamente enviados a Managua, con el n'\is–
mo resultado de obtener su libertad. Mas es– la segunda vez no regresaban a sus Departa– menlos, sino que buscaban los medios de in–
corporarse a la revolución. Y así fue cá.mo se
engrosaron las filas de Parajón y Castro Wass–
mero
Corno debe recordarse, el General Alfredo Noguera G6mez, uno de los militares más va– lientes que ha tenido Nicaragua, fue el encar– gado de una expedición militar al Departa– mento de León para limpiar ese Departamen–
to de revolucionarios. Por un error, explica–
ble solatnente por su audacia, el General No– guera Góméz se metió a la zona de Telica, sin lomar las precauciones que aquellos lugares
Pieza de altiIJel:ia de montaña
eXlglan. Asi fue que su columna cayó en una emboscada que el General Parajón le puso en el lugar llamado "Las Grietas", donde 10
más granado de los milifares conservadores
que iban en aquella columna, cayeron J;Uuer– tos o heridos.
De las fuerzas que llevaba el General No– guera Gómez salió ilesa apenas una pequeña parte, la cual llevó a la ciudad de Chinandega, que ya estaba siendo atacada por fuerzas muy superiores de la revolución, las que habían en– cerrado a las reducidas fuerzas del General Bartolomé Víquez, en el cuadel e Iglesia de aquella plaza
En la batalla de Chinandega se distin– guieron varios de los jefes conservadores que defendían la ciudad.
Los atacantes de la plaza, que habían re– ducido a los defensores a una parte de la ciu– dad, pusieron fuego a esla parie que conside–
raban enezniga de los revolucionarios.
Entre los que se distinguieron en la de– fensa de Chinandega se encuentran los gene– rales Viquez, Noguera Gómez, Rivers Delga– dillo, Benavenie y otros que tuvieron una ac– tuación brillante, así corno el General Rufino Murillo, quien en varias ocasiones desbarató los ataques que el enemigo hacía contr& la plaza, capturando a varios revolucionarios y dando ejemplos de caballerosidad al impedir que miembros de su ejército tornaran vengan– za en algunos de los prisioneros por la pérdi– da de deudos que habían sufrido en el mismo combate de Chinandega.
Seria muy extenso lo que yo tendría que
escribir si .me pusiera a narrar la participación
que tuvo cada uno de los militares menciona– dos en los diferentes encuentros que tuvimos en aquella época aciaga, pero iampoco puedo omitir a muchos de ellos que tuvieron brillan– te figuración, corno, por ejemplo, el mefrallis– ta Coronel Salvador Reyes, valiente militar, y los generales Félix Pedro Espinosa y Cleto Lo–
renie, quienes tornaron participa.ción activa en
todos estos encuentros, sobresaliendo siempre por su valor y disciplina.
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