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Cortes. Algunos de los opositores a Falanje eran dem6–

eratas crist'ianos, sostenedores de Acción Católica; otros

eran regionalistas, partidarios de la descentralizaci6n; las

fuerzas carlistas, acrecentadas por la persecución a la Iglesia, estaban así mismo contra Falanie (aunque los IIRe–

quetés lJ

,

milicianos carlistas, pelearon a la par de los fa ..

langistas en la guerra civil; algunos otros eran agraris.

tas Y todos en general se mostraban favorables a un gobierno de leyes o constitucional en su defensa de la

tradición española. Los nuevos conservadores rechazaban

todo racismo, conforme al dicho de Maeztu de que Espa·

ña formaba una comunidad religiosa y no racial, mien–

tras los falaniistas no dieron señales de inconformidad con la política antisemita de los nazis. Al terminar la

guerra tenían que ponerse de manifiesto las diferencias

ideológicas latentes, y los conservadores no hacen nin·

gún misterio de que Falanje significa para ellos, en lo

fundamental, una tendencia contraria a la tradición es–

pañola.

Una de las críticas que se siguen haciendo a Falan·

i e es que ha tratado de crear una sociedad monolítica,

una sociedad en la que no hay expresí6n aut6noma y plurallstíca de la familia, el municipio, la regi6n, la COI'o

poraci6n econ6mica y la cultura. José Antonio, como Ií· cler y te6rico de Falanie, habl6 a menudo de autoridad, jerarquía y orden, protecci6n de la Iglesia y defensa de la patria contra cualquier forma de agresi6n. Pero los criticos de Falanje afiirman que en la práctica su progra. ma ha servido mas bien para destruir los baluartes efe la tradici6n española que pretendía sostener.

Ahora bien, la defensa del orden corporativo, o sea, el orden en que las corporaciones gozan de libertad freno te al gobierno, se remonta a la Edad Media, y forma pa... te de la crítica conservadora moderna a la sociedad bur· guesa y capital:sta. Un orden corporativo o funcional está comprendido en las afirmaciones generales de la po·

En el actual régimen español en que no existe lo que se llama entre nosotros elecci6n libre (aunque se dice que Navarra goza de cierta autonomía desde las guerras carlistas) el gobierno ha ejercitado no poca hablHidad pa· ra aprovechar y contrabalancear las díferentes fuerzas

políticas, activas O potenciales. Esto ha sido precisamen–

te uno de los éxitos del Generalísimo. A medida que han

ido apareciendo nuevas fuerzas -como por ejemplo el "Opus Dei", que en algunos aspectos se ~dentifica con el nuevo conservatismo- éstas han sido utilizadas en el

gobierno, y la censura s610 se ha aplicado a individuos particulares que se apartaron demasiado de la línea ofl· cial para la comodidad de las autoridades. Aunque no existen partidos políticos en el sentido de los

nuestros, ya que no tienen fundl'6n representativa y únicamente desempeñan en calidad de grupos una

funci6n de critica y censura de la politica gubernamental,

existen, s'in embargo, agrupaciones formales que en cir–

cunstancias más favorables podrían ser verdaderos par· tidos, y que en la actualidad se ven llamadas a formar parte de las diversas ramas del gobierno. Por el siste·

ma de oposiciones, muchos miembros del "Opus" han al·

sicl6n cat6lica respecto al tipo de economla que más se

acerca a los ideales cristianos de la vida económica. Pero

si la Falanje -ahora convertida en una maquinaria de dominio polltico por el estilo de Tammany Hall, especial.

mente en provincias- en realidad ha patrocinado un ora

den en que los sindicatos y agrupacíones funcionales se encuentran dominados por la burocracia estatal, los neo·

conservadores en cambio, sostienen que el pensamiento

cat6lico, tomado en serio, significa la autonomía de las

corporaciones, sindicatos, gremios y demás grupos so– cialel, como universidades, municipios, regiones y aso– ciaciones culturalcws. Los neoconservadores alegan que

debe haber libertad para las Universidades cat6licas, ya que en España no la disfrutan actualmente en grado ni

remotamente parecido a la que tienen las de su misma

confesi6n en los Estados Unidos. El gobierno, por boca del Generalísimo, ha exigido que las Universidades par· ticipen en el Movimiento Nacional; su libertad debe reall· zarse dentro del contexto de unidad, autoridad, discipli. na y orden. Unicamente así podrán formar como es de· bido a los j6venes intelectuales españoles. Pero un con· servador español bien puede señalar a los Estados Unidos como una sociedad pluralista y corporativa, poblada de

corporaciones autónomas, ciudades con gobierno local, universidades que se maneian como lo desean, y un sis–

tema federal en que aun le queda a 1... Estados alguna autonomía. La libertad norteamericana puede, en verdad, ser vista por un español como un noble ejemplo de la libertad corporativa proclamada en los principios cat61i· cos relativos a la orgahizaci6n de una sociedad libre y de una nueva economla. El hecho es que en España son hoy los grupos que afírman su propía libertad, como los in· telectuales, las profesíonales, y publicistas o editores, los que están aportando huevas ideas de gobierno, y no las instituciones, inelásticas y poco ímaginativas, donde do· mina una tradidi6n burocrática que tiene su origen en la centralizaci6n liberal del siglo pasado.

VI

canzado pOSICiones universitarias. La Falanja, por su par· te, se ha vuelto formalista y burocratizada, y resiente la penetraci6n del "Opus'" en todas aquellas instituciones

de la sociedad donde se necesitan intelectuales y gente preparada. Algunos críticos del "Opus", le hacen el caro

go de constituir una espec.ie de masonerra católica, con

secretos prop6sitos conspiratorios. Se le acusa de haber logrado demaslado poder gracias al apoyo de la Iglesia. Los del "Opus" lo n'íegan, y por su parte afirman que muchos intelectuales españoles, en realidad, son libera· les, puesto que piensan que la. ciencias sociales, la téc. nlca, la política y la investigaci6n pueden ser neutrales en relacl6n a la fe c.:stiana. Por otra parte, aunque Fa· lanje Insiste en llamarse cat6lica, se ha acomodado a su situaci6n de benefíciaria del poder, y ha dejado de ser

una fuerza para la instauraci6n de un orden social ca–

t6lico.

Lo que dicen los nuevos conservadores españoles,

muchos de los cuales son miembros del "Opus" y otros

muchos simpatizantes de sus ideas, es que ellos buscan una manera de armonizar las ideas cat6licas con las tra– diciones anglosaionas, tanto en economía como en poU-

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