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« Previous Page Table of Contents Next Page »na ha perdido todos sus valores y derechos frente al monstruo de la técnica colectivista.
Otro fen6meno sintomático de la influencia del peno
samiento marxista en Hispano América y que" prueba la
va1orati6n exagerada que nuestro tiempo está dando a
los valores económicos, es la tendencia de muchos par·
t-idos o grupos políticos a vestir la librea de un socia· lismo más o menos vergonzante. La meta de ISUS afanes
es la Instauraci6n de un Estado Colectivista y las reforma. social!!s se conciben y plantean con un criterio materialis–
ta de bienestar estrictamente económico. Se está dando
una importancia excesiva a las conquistas técnicas y. cuan– titativas de una civilización me.canicista, y se está hacien· do poco o ningún caso de los valores trascendentes, en que de.cansan la dignidad y la personalidad del hom– bre.
Hispano América está sufriendo de nuevo ese ab. surdo afán mimético que, a raíz de la Independencia, la condujo a adoptar sin reservas los postulados del Libera· Iismo, tan funestos para nuestras esencias nacionales. Los grupos dirigentes hispano-americanos, con honrosas ex– cepciones, parecen carecer de la visión y la entereza ne.. cesarias para encarar los problemas de cada país desda un punto de vista nacional auténtico. Esa falta de origi· nalidad politica y cultural ha hecho necesario el pedirle de prestado al socialismo y a otros ismos, soluciones y derroteros para nuestros ingentes problemas sociales. Ha olvidado por otra parte la "lite polrtica de Hil' pano América' que la m1isión de un conductor de pueblos no consiste en halagar los ins~intos de las masás y dejar. le llevar por el camino fácil de las concesiones demag6. gicas, sino orientar y dirigir la política nacional hacia er Bien Común, que no es el bien de una clase social deter. minada, sino el bien de todos. En alas de ese pobre afá" demag6gico, se ha querido ganarle la carrera socialista
al mismD marxismo, actuando como si no hubiese más soluci6n a los problemas sociales que la alternativa falsa de Liberalismo (Capitalismo) o Colectivismo (Comunismo). "Se hace necesario decir ya de una vez, sin ambajes y
rodeos -escribe William Ropke- que es un error su– poner que toda critica despiadada de los males de nues– tro sistema económico social conduce necesariamente al socialismo, y, a la inversa, que todo enemigo del socia· lismo ha de ser un malintencionado reaccionario o un hi– p6crita encubridor y apaciguador".
La influencia preponderante de 101 factores econ6mi– cos en la vida politica hispano.americana es un indice re– velador de que no estamos libres de la contaminaci6n marxista. El mal, sin embargo, no reside solamente ahf¡ en el terreno social y cultural podemos encontrar tamo bi&n algunos otros síntomas de ese mismo malestar. Nuestra eiviUzaci6n se está aleiando cada vez más de las fuentes espirituales que le dan un sentido universalmen– te válido a le vida humana, y en slis afanes materialistas 'e palpa ya una progresiva re·barbarlzación.
Es evidente que toda cultura, en su sentido más hon– do, es cultura del espfritu. "Adqui.ida -afirma J. T. De– los- por la práctica de las ciencias, e5 vida interior, ri– queza de conocimientos, disciplina y formaoión del espí–
ritu. El hombre cultivado se une, a las instituciones y a las obras de la civilización por razón de sus relaoiones con la vida espiritual". Sin embargo, se puede notar en Hispano América, sobre todo en los medios " LJ lffra-civi.. lizados" un proceso destructor de esa armonía cultural: un divorcio o falta de relación entre las conquista'S téc..
nic~s de la civilizacióll y la vida del espíritu. Se le ha dado a la técnica y a las invenciones científicas un valor intrínseco, una (ategoría autónoma; es decir, se ha lIe–
g~do a la pr.im.,.cía de los valores materiales sobre los espirituales, primer~ fase de esa descomposición integral que ha hecho crisis en el marxismo soviético.
En el campo económicoasocial, Hispano Améf¡ica se enfrenta actualmente con el problema de una creciente prolE!ltarización. Es preciso que hagamos aquí una dis.. tinción precisa entre "obrero" y "proletario". Obrero es el que vive de su trabajo, y todo hombre puede estar or– gulloso de serlo. El proletario, en cambio, se halla de· terminado por el resentimiento y su vida se caracteriza por la dependencia socioaeconómica, la falta de arraigo, el alejamiento de la naturaleza y la falta de atractivo del trabajo. Este proceso -doloroso y perjudicial por si mis– mo- lo es más todavía por sus graves concomitancias con la evolución y desarrollo de las doctrinas ·comunistas. Parece evidente que la abolición de la propiedad privada y la planifiéaoión de la propiedad colectiva se– rán tanto más fácilmente acoptadas en una nación cuan· to más intenso sea el 91 ado de proletarizaci6n que haya sufrido. En efecto. el hecho de ser explotado por una empresa privada o de ser explotado por el Estado Co· lectivista no signi~ica un cambio esencial en el modo de vida del proletariado. En cambio, la sustituci6nt de l. propiedad privada por la propiedad colectiva será tanto más difíoi'l cuanto mayor sea el número de propietarios. Como dice Nicolás Berdiaeff, "e l problema social sólo puede ser resuelto n,e¡orando las condiciones de vida de la masa, incitándola a participar en el proceso creador, dándole un arrebato, reforzando la significación del fra– ba¡o; pero nunca será resuelto por una trasmisión del poder a lo colectivo".
Afortunadamente, el fen6meno de la proleterizacl6n no tiene todavia en Hispano América el grado de inten– sidad que tiene en otros países. Aún existen en nuestrol pafses grandes núcleos de poblaoión que disfrutan, a pe– sar de su escaso bienestar económico, de una vida natu– ral y orgánica, asentada sobre sólidos principios. En las reservas morales y espirituales de esos pequeños propie– tarlos descansa el futuro de Hispano América. S610 una política generosa y cristiana, que ~8ga posible el acceso a la propiedad privada al mayor número posible de pro· letarios, puede ofrecer una soluci6n iusta a la cuestión social, hoy debatida bajo el dilema falso de Capitalismo o Comunilmo.-R.P.R.
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