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EDITORIAL REFLEXIONES SOBRE EL EJERCITO

Mucho se habla de la transJción que con carácter de urgencia debe emprenderse para que esta sociedad de organización atrasada en que vivimos, evolucione hacia un régimen de vida, más dinámico y justiciero. Se hace énfasis por ejemplo en que mientras no se modifiquen las estructuras socio·econó· micas del pais, no podremos pretender una diferente realidad politica. Sin embargo, este espíritu refor· mista que se acepta como una saludable alternativa a la acción viole"ta, 1\0 se ha proyectado hacia el Ejército, una de las instituciones fundamentales y poderosas de nuestra realidad nacional. Ha sido éste un tema sobre el cual los políticos de uno y otro bando, rehuyen pronllnciarse, como si fuera "tabú" ha· blar de ello, sin reparar que es una institución que como el Banco Nacjonal, el Instituto de Fomento, el Ferrocarril, debe estar sujeta a discusión, ya que al fin y al cabo éstas y aquellas se mantienen con los fondos colectados con los impuestos que pagamos y que de su eficaz funcionamiento depende el progreso de la sociedad.

No nos extraña sin embargo que el Gobierno reaccione con IU!pavientos cuando se le plantea la necesidad de proceder urgentemente la re· estructuración del Ejército a la luz de las nuevas realidades políticas. Es propio de todo régimen dictatorial pretender que las Fuerzas Armadas es un asunto que sólo a él incumbe administrar y la sustraen del debate público como algo intangible y al margen de toda ingerencia de la opinión pública,. Lo que sí debe evitarse es que el Gobierno deforme ese elevado interés de la oposición y quiera presentarlo como un encubierto deseo de revallchismo político, que no persigue otro objetivl' que la destrucción o disolución del instituto lIrmado. Creemos que las ofensas réeibidas por personas de uniforme deben reclamarse a ellas mismas y no a la institución. De esta proyección desaforo tunada se ha valido el régimen imperante para hacer conciencia dentro de IIU! filas del Ejército, de que sólo pueden los alistados y oficiales conseguir seguridad y garantía en la medida en que apoyen a lo¡¡ in· tereses políticos de la familia gobernante. Ya es hora de que cambiemos ese enfoque y nos preocupe– mos seriamente los sectores de oposición, porque de nosotros tengan otra idea los que militan en las fi· las castrenses. El asunto es importante, porque todo intento reformista que no cuente con la búena vo· luntad del Ejército, no pasará a ser meras elucubraciones intrascendentes.

Empecemos por reconocer en lo general, el importante papel que las Fuerzas Armadas desem– peñan en el mantenimiento de un Estado cualquiera, al punto de llegar a condicionar en cierta forma, la existencia lJlisma de éste. Porque persigase lo que se quiera como objetivo nacional, el mantenimiento del orden in;terno y la defensa de la soberanía, son pilares que descansan en el eficaz funcionamiento del Instituto armado. Lo anterior no significa sin embargo que las tareas del Ejército estén limitados a los dos objetivos señalados. Hay otras, menos aparentes quizás, pero no por ello menos importantes, en que los Ejércitos contribuyen al perfeccionamiento de la vida civil, pOI muy paradójico que esto último pue· da parecer. Asi por ejemplo, ofrece oportunidades nuevas y fluidas a los estratos sociales inferiores para progresar; a tra,vés de sus filas, existe una mayor movilidad social; fomenta la convivencia de elemen· tos humanos procedentes de distintas regiones del país, estimulando así el sentido nacionalista y borran– do anticuados localismos; aporta contribución valiosa de aliento popular, como en el programa de servi· cio militar obligatorio, etc., e~c.

Pero si toda esta importancia está fuera de dudas, es del caso señalar sus no menos evidentes desviaciones, como son por ejemplo el "militarismo", el "estado gendarme", el "pretorianismo" y "el ce· sarismo" como hemos visto tantos ejemplos en la historia contemporánea y que desembocan en el callejón sin salida de la disolución del instituto armado, como Un organismo inadecuado que no ha logrado adap– tarse a las' nuevas realidades. Esta lamentable consecuencia es el resultado de una, conciencia colectiva que llega considerar a las Fuerzas Armadas como una fuerza externa que interfiere en el proce&ohistó· rico normal del perfeccionamiento de una sociedad atrasada, que se debate en sus propias contradiccio· nes, para convertirse en un régimen de más responsabilidad popular.

En América Latina el comportamiento de los Ejércitos ha estado muy vinculado con su histo· ria.En aquellos países en donde la independencia se consiguió a través de guerras y violencias, el Ejér. cito nacional arrancó de ahí.. En las naciones centroamericanas en donde el conflicto bélico no fue neo cesario para conseguir la independencia de España, el origen de los Ejércitos estuvo más vinculada: a la carrera política personalistl!. de un caudillo, que a los intereses permanentes de la nacionalidad.,

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