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ribe. Nuestro dictador no supo apreciar la situación ni medir los riesgos; y provocó ~I rompimiento con el Go~

bierno Americano, que obró ~n la forma severa expre" soda en la nota que el Secretario de Estado Philander C. Knox dirigi6 a nuestro Encargado de Negocios en W.shing .. ton, el 1~ de diciembre de 1909. En este documento el Gobierno Americano retiraba sU reconocimiento al Go– bierno de Nicaragua, y nos dejaba colocados en una si· tuación dificiUsima, que si9ni~icaba poco menos que el estado de guerra Con aquella Gran Potencia.

En este momento de tinieblas surgió al poder el Par.. .ido Conservador. Nuestra posición fue muy parecida a la de los republicanos alemanes después de la Gran Gue· rra. Ellos no habían tenido parte en las decisiones del Gobierno Imperial, pero heredaron los desastres por co.. rregir, así como las obligaciones internacionales más do.. lorosas. Los Conservadores de Nicaragua no tuvieron parte en la política imprudente de la dictadura, pero fue. ron los sucesores en su herencia comprometida que les toc6 en suerte reparar, haciendo las concesiones indis.. pensables en toda posici6n int~rnacional deprimida, para recuperar la confianza de los ~stados Unidos, sin la cual es imposible para ningún país prosperar en este Conti~

nente.

Es indudable que si la sucesión en el poder de Ni– caragua se hubiera desenvuelto sin Jnterrumpir la tradi .. ci6n de prudencia de los gobiernos de los treinta años, en una alternabilidad de individuos, pero en unidad de poUtica conciliadora y digna hacia las otras naclones, con las cuales hemos de cultivar relaciones más o menos es.. trechas, se hubiera dado sin duda de nuestros Intereses lo que se debiera dar y escatimado lo que se pudiera escatimar, pero hubiéramos vivido en tranquilidad y sin necesitar de ninguna cooperación extranjera para arreglar de modo satisfactorio nuestros asuntos internos. Pero esa tradición estaba rota, y era imposible restablecerla en su integridad, interrumpidas como estaban nuestras relacio– nes con los Estados Unidos, y alteradas profundamente nuestras costumbres pacifistas de república pequeña, re~

gida por un gobiemo moderado, legal y de orden Para la nueva administraci6n conservadora la prime– ra necesidad, la más urgente, fue la de restablecer la!) relaciones con los Estados Unidos sobre una base s6lida, de mutua confianz~ entre los dos países. Esa confian:za del fuerte y pode. oso no podiamos ya, después de los actos de la dictadura, captarla con sólo la palabra de un trabajo de Gabinete. Teniamos que obtenerla dando prendas de verdadera amistad} de identificaci6n de cri~

terios, en la apreciación de los problemas continentales que interesan a la Gran República, y en l0iecuales nos tocara actuar por nuestra geografía. S"t! este concep– to básico fue abierto el capítulo de nuestro trato para ver de obtener el reconocimiento del Departamento de Estado de Washington para el nuevo Gobierno nicara– güense, y conquista< así la estabilidad jurídica en la vida internacional y posibilidad de operar en el sentido de reorganizar la República.

Ya hemos dicho que todos los elementos perturba· dores obraban, soliviantados, en una fatal tendencia anarquizante. Era necesario levantar un muro contra esos elementos que nos permitiera entregarnos al trabajo 1m-

probo de una reorganización que en aquell"s dlas aflic– tivos parecra casi imposible. Ante los dos problemas, el interior y el exterior, nació la idea en el Partido Con– servador de soluCionarlos coniuntamente, y ante la ne– cesidad de hacer concesiones a los Estados Unidos, lograr esas mismas concesiones para que avivando la confian– za de la Gran Potencia nos sirviera su amistad para ase~

gurar la paz, y sobre esa paz edificar el nuevo sistema. En una palabra, debíamos terminar el grave conflicto planteado en la histórica nota del Secretal io Knox, y ase~

gurar al mismo tiempo la existencia de un gobierno efí~

ciente, de una administración ordenada y reparadora. La empresa alcanzaba los límites de lo descomunal, y pe– día al mismo tiempo resoluciones inmediatas, sin largos

y detenidos estudios. Los hombres de la época tuvieron el valor de adoptar tamañas responsabilidades, y de en.. tregar sus nombres a vehementes discusiones, para la.. brar, según su leal saber y entender, el bien de la Re.. pública. .

Abrimos los tratos concernientes con el Gobierno Americano, y contrajimos compromisos muy serios de vi– da regularizada, para lograr su ayuda en la reorganiza– ción iurídica, política y econ6mica de Nicaragua. Cons– tituídas esas relaciones especiaUsimas en base de nuestras operaciones para una administración reparadora, como consecuencia natural la nueva forma de nuestro entendi– miento con los Estados Unidos pas6 a ser la idea rectora de nuestra política. Sabíamos que el pensamiento iba a encontrar resistencia en e;1 interior y grandes contradic– ciones en los otros países de Hispano América. Sin em– bargo, la reflexió,. originaria era bien sencilla: no pode.. mas prescindir de estrechar en el tiempo las relaciones con los Estados Unidos; no está en nuestras manos sus– tituir ni desviar su incontrastable hegemonía continen– tal; queramos o no queramos tenemos que sentir su in– fluencia; pues en lugar de contrariarla, de combatirla, estrellando nuestra Patria contra la rompiente, es mucho mejor tornar esa influencia en amistad, foriarla en ins– trumento de bien, para levantar a Nicaragua del despo– tismo y de la anarquía hasta una vida republicana, de alternabilidades en el mando v de sistemas democráticos que se fueran perfeccionando· por la vía lenta, pero se.. gura, de la evdlución

Tal fue el pensamiento capital, hijo del deseo de sillvar a Nicaragua de la descomposición y de la ruina. Adoptada la política en consonancia con ese principio, procedimos de una manera precisa y definida, en térmi– nos tales que no se pudiera dudar de nuestra sinceridad, ni de que marchábamos a ciencia cierta de nuestros pa.. sos, sobre un terreno fragoso. Pero escrita la cuestión como punto esencial de nuestra plataforma de partido, saltó inmediatamente la contradicción en la forma vehe– mente y caldeada con que se acostumbra librar las pe– leas partidaristas entre nosotros. A nuestro americanis– rno expuesto en repetidos documentos como base de la evolución para llegar a un perfeccionamiento más O me– nos probable en la gobernación del Estado, respondie– ron las acusaciones de nuestros adversarios, diciendo que poníamos nuestra Patria en peligro de perder su inde– pendencia al intimar con una naci6n exhuberante d." fuerza expansiva. Se nos acus6 de faltos de patriotismo,

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