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« Previous Page Table of Contents Next Page »COMISlON MIXTA.
rer a Cuadra o dejarlo en libertad, a lo que le ordené: "Proceda inmediatamente a su cap– tura, pues no hay lenidad para nadie".
Esto dió por resul1ado que el joven Cua– dra, avergonzado de haber sido descubierto manejando una fábrica clandestina de aguar– diente, después de haber pagado la multa co– rrespondiente, vendió su faller de joyero y sa– li6 de Nicaragua para no regresar más, ha– biéndose radicado en San Francisco de Califor– nia, donde ejerció su oficio con éxito, y vivió apreciado por la numerosa colonia nicara, güen- de aquella ciudad y donde encontró el descanso eterno sin haber censurado nunca mi comportamienfo rígido para con él. ' afros que sufrieron el ser descubier±os con fábricas clandestinas fue un señor Centeno que era un verdadero especialista en insfalaciones de esa clase, y el General Carlos Pasos, quien viéndose fan hostigado por los. inspectores, "e– solvió abandonar esé ramo de sus negocioEl'"y se frasladó a la Cosía AtlánHca, para ejercer allí sus ac±ividades y falento industrial en afros ramos que le dieron mayores utilidades tanto para sí como para el país.
Recuerdo que en mi discurso inaugural
~miií conceptos e ideas en las que aun creo Ílrmemente y las promesas que entonces hice 8;1 pueblo entero de Nicaragua; creo, también fIrmemente, haberlas cumplido.
Dije entonces que como Supremo Manda– fario del país me hallaba en el deber de velar porque se mantuviera inviolable el respeto al dere9ho y garantía de los asociados y que sería el mas celoso guardián y el más esfricto ejecu– tor de la Cons±itución y de las leyes, penetra;. do, c?mo aun estoy, de que tan gravemente se Bubv.lerfe el orden público cuando de parte de los cludadanos falfa el acatamiento debido a la autoridad, corno cuando de parte de ésfa se menosprecian la ley y la seguridad común, . Comprendía que el puesto en que me ha–
~la colocado la voluntad nacional me conver–
lla en el centro de las aspiraciones divergentes
de los partidos, y en ese concepto, sin animo– sidades para nadie y con espíritu de concilia– ción para todos, siempre que se tratara de la observacia del deber me sobrepondria a sim– patías e intereses políiicos para considerar tan sólo a los nicaragüenses como hijos de una misma madre, con una misma libertad y unos mismos derechos.
En cuanto a la libedad de in:J,prenta, ba– luarte de las otras liberlades y poderoso auxi– liar de los gobiernos cuando se' inspira en los principios de justicia y dirige su acciQn a pro– mover el bienestar social, siempr~ iuvo en mí un decidido sostenedor. En mi período de man– do la voz de la prensa no enmudeció l\unca bajo la amenaza, ni mucho ro,ent¡ls fue causa de persecución oficial. Sus ecos hallaron en to– da ocasión amplia vía para ll~gar hasta mí. Si venían cargados de censura ra.zana,da me sirvieron de advertencia y estímulo eIl el de– sempeño de mis funciones, y cuando me llega– ban llenos de acerba hostilidad, descendiendo a la diatriba y la calumnia, opuse a ellos los procedimientos extrictamente ajustados a la ley y al honor nacional, como en el caso de don Juan Ramón Avilés, del que haré eSPecial referencia más adelante.
Promefí la educación del pueblo en forma gratuita y obligaforia corno lo manda la Cons– titución, y lo cumplL "Que todo el pl.leblo lea, que el pueblo se instruya; que conoz~a sus de– beres y derechos, que adquiera la noción clara y práctica de bien vivir" I dije entonces y a ello dediqué mis mayores empeños.
Para promover el desarrollo agrícola me propuse crear escuelas de agricultura donde los jóvenes tuvieran oportunidad de adquirir conocimientos prácticos acerca de los mejores métodos de cul±ivo y mi Gobierno decretó una LEY AGRARIA que se adelantó a la de México y a la de muchos países de Europa.
Me esforcé en la consÍrucción de buenas carreteras que permiiieran una segura comu– nicación enfre las poplaciones de la República no unidas por el Ferrocarril, para facilitar la exporfación o intercambio de los productos agrícolas e industriales.
Fue objeto de mi constante esfuerzo que mi Gobierno fuera "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", y lo fue.
Para llevar a cabo lo que puedo llamar mi plan de buen gobierno hice dirigir una Circu– lar a todas las autoridades superiores de los Departamentos, Gobernaciones 'e Intendencias del país existentes entonces.
En esa Circular fechada el 8 de Enero de
1917, entre otras cosas, decía: "El primer de– ber de la autoridad es respetar las liberfades del pueblo y los derechos del ciudadano. En el cumplimiento de ese deber encontrará el fun– cionario su honra. El pueblo encontrará la su– ya en el respeto a la autoridad, en el amor al orden, a la paz y al trabajo, Alrededor de es– fas dos polos, LIBERTAD y ORDEN, debe girar el mecanismo administrativo, procurando her– manarlos y armonizar1os. .. La policía es la
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