This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »LIBERTAD, TRADlCION, CONSERVATISMO
UNA SOLUClON RAZONABLE PARA EL REORDEN DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LOS CONSERVADORES
I'RAN1t( S. MEYER
En la pasada media docena de años se ha visto un desarrollo del pensamiento conservador en los Estados Unidos sin paralelo en una centuria.
Es ir6nico, aunque no sin precedente histórico que tal brote de energía creativa en el nivel intelectual ocu–
rra simultáneamente con una continuada extensi6n de la influencia del liberalismo en la esfera de la política prác– tica, hasta el punto que ha tomado una posición decisi– va de poder tanto en el Partido Dem6crata como en el Republicano. Pero, irónico o no, es un hecho. Por la primera vez en 105 actuales Estados Unidos toda una es– cuela ha surgido para retar conscientemente las bases mismas del liberalismo colectivista; dos publicaciones in– telectualmente serias, Modern Age y National Review, se han establecido íntegramente en la vida de la naci6n; y un número creciente de estudiantes por graduarse, ya graduados y jóvenes profesores de las universidades abiertamente se proclaman conservadores. lo más im– portante es, quizá, el intenso y amplio debate que ha tenido lugar entre conservadores sobre el significado y materia del conservatismo en las circunstancias actuales de los Estados Unidos en la mitad del siglo XX.
A este debate es al que quiero referirme. En el
curso de él se han desarrollado doctrinas en apariencia agudamente opuestas las unas a las otras y con frecuen– cia presentadas como mutuamente incompatibles pero que creemos pueden en realidad unirse dentro de una sola y más amplia teol ía política conservadora puesto que sus raíces están basadas en una misma tradición y dispuestas en contra de un enemigo común. Su diver· gencia, que toma muchas formas, es esencialmente una, división entre aquellos que extraen del cuerpo de las doctrinas Occidentales su empeño por la libertad y por
lá innata importancia de la persona individual -,-10 que puede llamarse la posición Iibertaria-, y aquellos que extrayéndolo de la misma fuente se empeñan en los valores de la virtud y el orden -lo que pudiéramos lla– mar la posición tradicionalista-.
Pero la fuente de la que ambas se nutren, la per– manente conciencia de la civilización Occidental, se ha distinguido específicamente por su habilidad en man– tener esos fines aparentemente opuestos en equilibrio y tensión; y de hecho las dos posiciones que se enfren– tan la una a la otra en el escenario conservador de Amé– rica, ambas, implícitamente, aceptan, en gran escala, los fines de la otra. Sin la aceptación implícita de un cam· po absoluto de valores, la preeminencia de la persona como criterio del pensamiento y acci6n político social, no tiene fundamento filosófico; y la libertad sería so– lamente una excitaci6n sin sentido y nunca podría lle– gar a ser la verdadera meta de' una política seria. Por
otra parle la creencia en que la virtud es una finalidad del ser humano implicitamente reconoce la necesidad de libertad para escoger esa finalidad; de otra manera la virtud no sería más que un modo de hablar condicio– nado. Y el ascender el orden al rango de un fin apa– gando y subordinando al individuo, hada del orden, no lo que el conservador tradicionalista quiere hacer de él, sino la regla de una autoridad totalitaria inhumana e infrahumana.
Por ningún lado existe un firme, filosóficamente fundado, rechazo de las finalidades que la otra parle proclama¡ mas bien cada parte enfáticamente sostiene [a gran tradición de Occidente que considera como de– cisiva y es por eso que la confusión se asienta. las me– tas de la tradición tata! de Occidente se pierden de vis– ta y la complementaria interdependencia entre la liber– tad y la virtud del individuo y el orden politico se ol– vida.
Sin embargo, aunque estos énfasis opuestos en el pensamiento conservador pueden, y con frecuencia lo hacen, separarse el uno del otro cuando sus proponentes se olvidan de un aspecto de su herencia común, cual es la creencia en la virtud como el verdadero fin del hombre y de su Itbertad bajo el ojo de Dios como con· dición indispensable de la consecuci6n de tal fin, su oposición no es irreconciliable precisamente porque ellos, de hecho, poseen esa misma herencia. los extremistas de un bando pueden no perturbarse por el peligro de la recrudescencia del totalitarismo autoritario si ello les sirve para el establecimiento de las doctrinas que sos– tienen.
A los extremistas del otro bando les importa poco lo que pase a esos valores de virtud y orden si logran r¡Jantener el individualismo político y económico. Pero ambos extremos se destruyen mutuamente: la verdad Se ¡marchita cuando la libertad muere, aun cuando sea legal la autoridad que la mata¡ y el libre individualismo (desprovisto de valor moral se pudre en las rafees y pre· para el terreno en el que brota la tiranía.
Tales extremos sin embargo, no son necesariamente el resultado de una dialéctica entre doctrinas que afir– man aspectos opuestos de una misma verdad. Por su– puesto una dialéctica entre los diferentes énfasis basa– da sobre el mismo entendimiento fundamental es el medio por el que los hombres han alcanzCldo ml¡'cho del saber que contiene la tradici6n. Tal dialéctica es en sumo grado necesaria hoy entre los que mantienen la posición libertaria y la posición tradicionalista entre los conservadores. No puede menos que alcanzar resulta. dos de gran significado, especialmente si los protago, nistas, manteniendo el aspecto de la verdad que cada
-9-
This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »