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ROBERTS

STEPHENS

1822 UIi .

US calles son anchas y frazadas a cordel, y forman manzanas corno en León. Tie-

~ ne seis iglesias; la del Padre Irigoyen y una o dos más son grandes y hermosas.

-);1 Las casas son por lo coznún de dos pisos, entejadas, de adobes y encaladas; en

cuanto a comodidad y construcción son similares a las de Granada y de León. Ví tiendas con ventas de vinos, aguardientes y oiros licores. El pan, los quesos nacionales, dul– ceS, café, y azúcar ordinaria de pilón, son artículos que se venden casi en toda casita indí– gena".

1838

~

URANTE la última epidemia del cólera sufrió mucho, habiendo perdido seiscien~

tos de sus doce mil habitantes. Es digno de hacerse observar que fue entre las znu–

~jeres de quince a veinticinco años; y principalmente recién casadas, en las que más se ensañó la peste. Es±e lugar es generalmente considerado corno muy saludable; el índice de mortalidad rara vez pasa del uno por cien±o".

BELCHER

18~41

~ «~.N

una nnpefuo,", jornada de ires horas nos pu,nno, de Ma,aya a

Ma=g~,

ciu–

dad bellamente situada en las riberas del lago de su noznbre. Pasarnos hileras de casas en1.pajadas y frente a una residencia aristocráfica, con enorme patio de una . . manzana enier'a, perteneciente a una familia expafriada; la mansión venida a me-nos, amenazaba ruina.

"Por la tarde fuí al lago. No es tan grande corno el de Nicaragua, pero es de notable expansión, y se ve el MOn1.o±ombo. La playa hervía de aguadoras que llenaban sus cánfaros, tinajas y porongas; de hombres bañándose, de caballos y mulas bebiendo. y. hacia un lado, veíase tina ranchería de pescadores. Al borde del agua observarnos unas estacas clavadas en forma de triángulo y unas :mujeres que con pequeñas a±arrayas sacaban sardinas que luego echaban en hoyos cavados en la arena. En las puertas de los ranchos los ho:mbres hacían fuegos para cocinarlas. La belleza de la escéna la acrecentaba el hecho de que nada había cambiado allí en siglos y siglos ... "

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