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DISCURSO

Pl'onunciado en las honras fúnebres del SI'. Pbro. Don Pedro Zeledón, celebradas eu la Iglesia de la Mer–

~ed, en la ciudad de León, el 27 de Mayo de 1870 al concluirse el mes de su fallecimiento.

Señores:

En el capítulo 12 del Eclesiastés, versículo 6, he leído estas sagradas palabras: "Acuérdate de Dios an– tes que se rompa el cordón de plata y se arrugue la venda de oro y se haga pedazos el cántaro sobre la fuente y se quiebre la polea sobre la cisterna, antes que el polvo se vuelva a la Herra de donde salió y el espírifu vuele a Dios que le dió el ser".

Me parece, señores, estar viendo al Licdo. don Pe– dro Zeledón con el libro 8 9 de la Sagrada Biblia abieria ante sus ojos leyendo estas palabras al capítulo 12,

pocos días después de haber enviudado, y que reflec– cionando sobre su vida pasada y meditando sobre sus días futuros, tomó la feliz resolución de consagrar a Dios estos úliimos, antes que se rompiesen el cerebro y la medida, antes que la apoplegía, de que murió li– gase su lengua y entorpeciera. S?S miembro:,. Fue, pues, un Sacerdote digno, predIco el Evangeho, per– donó los pecados: y el mismo Hijo de Dios se puso en sus manos al oirle pronunciar las palabras <:lel miste-rioso canon sacramental. .

Allá en los días floridos de su juventud, cua~do

le vimos aparecer en la clase de filosofía, su naíural perspicacia, su precisión ontológica, la claridad de sus ideas y la exactitud en sus reciocinios, llamaron la atención de sus co~discípulos y de tod.os sus cc;mtem– poráneos. Desde entonces pudo presaglarse su Impor– tante destino en favor de la humanidad y de la civili– zación. Debía ser maestro y modelo de moralidad, y

lo fue, debía ayudar a proclamar la Independencia, y la proclamó, debía protejer la libertad, y la protegió, debía concurrir a la Constitución política del país, y concurrió, debía representar al Pueblo, y lo representó, debía, en fin, estar cerca del Gobierno y ser para la Patria, y así lo verificó hasta el día en que para llenar su deber como ciudadano y como sacerdote, lo sor– prendió la ú1l:ima enfermedad durante su marcha de Masaya a Managua, a donde lo llamaba el asunto importante de la cuestión clerical. Tal es, en resumen, la historia de la vida del ilustre costarricense de quien Nicaragua mereció ser preferido a su propio país, des– pués que por la Independencia divididos en <;los Esta– dos diferentes, fueron naciones separadas e Indepen– dientes

La filantropía, santificada por Jesucristo como la primera de las viriudes hace ver en todos los hom– bres, amigos y hermanos, los pueblos dt;lben su ilus– tración y su ventura, a los cuidados, fahgas y priva– ciones de cierios hombres que, como ~l Pbro. Zeled6n, se consagran al servicio de sus semeJante~ con aquel desinterés, y benevolencia que los hace Indulgentes, carifal:ivos y justos en las apreciaciones de todo lo que ven, de todo lo que oyen, de todo lo que sienten. Jus– to es, por tanto, que el reconocimiento público derra– me sobre sus restos la más grata retribución, y consa– gre sobre el Altar el sacrificio augusto del Cordero sin mancilla para que incline la bondad Suprema del Al– tísimo en favor de su espíritu.

¡Cosa admirable! El señor Zeledón, pocos días antes de ser atacado de la enfermedad que le quitó el habla y la vida, escribió en Masaya algunos apunta– mientos de sí mismo y de varios sucesos, más o menos relacionados con su existencia. Os suplico, señores,

tengáis la bondad de oír sus propias palabras, son Co– mo sigue:

"Nací en Costa Rica el 21 de Febrero de 1802. Allí estudié gramática latina hacia los años de 815 y 816

El 819 pasé a Le6n a continuar mis estudios hasta ob: tener el grado de Bachiller en derecho civil en marzo de 824, en cuyo tiempo regresé a Costa Rica. Mi padre I

había fallecido en el mismo año de 19, a consecuen. ' cia de haber venido a encaminarme.

Hallé a Le6n bajo el Gobierno Interino del Asesor de la Intendencia, don Manuel Beliranena: en la Iglesia gobernaba el Obispo Fray Nicolás García, es– pañol virtuoso y amable, que en 811, reciente en el Obispado, había contenido el desorden popular, encar– gándose del Gobierno a falta del Gobernador Inten. dente don José Salvador, quien, a consecuencia de los mismos movimientos, se retiró a Guatemala. El señor García gobern6 hasta la venida del sucesor don Juan Bautista Gual,

En el miS1TlO año de 19 presencié la venida del nuevo Gobernador Intendente don Miguel Saravia, hi– jo del antiguo Capitán General de Guatemala don Antonio Saravia, que promovido a Virrey de México, había fallecido fusilado por los insurgentes de Morales a su paso por Chiapas.

Era don Miguel Saravia, joven, casado en Guate– mala con dOll.a Concepción Nájera, Licdo. en Derecho, ilustrado y muy afecto a Centro América, y recien:le en el gobierno de la provincia, le tocó instalar las au– toridades constitucionales a consecuencia de la procla– mación que tuvo lugar en España de la Constifucíón de 812 restablecida. El señor Saravia tuvo en esta oca– sión de desarrollar su genio liberal y expansivo: de suerie que las publicaciones que venían relativas a Independencia de España, circulaban con la mayor li– bedad.

"Llegó el año de 1821 y el plan de Iguala procla– mado en México por don Agustín Itwbide jefe de las fuerzas españolas en México, en con1binació~ con los insurgentes creando

W1 Imperio independiente y cons– titucional, al cual era llamado un pnncipe de España: a continuación vino el tralado de Córdoba entre aquél jefe y el Gral. O'Donohue,' español que venía de Virrey y que acepló aquel plan, volviendO a España y dejan– do a Iiurbide con todo el poder.

"Aquel plan aceptado en sus efeC±os por las auto– ridades de Guatemala, produjo el Aeta de Independen– cia de Centro América el 15 de Septiembre de 1821,

en que las mismas autoridades convocan

Ui1 Congreso de Dipu:lados de las Provincias para deliberar en aquella capifal sobre la suerie de éstas,

"Pero la ciudad de León que rivalizaba con la de Guatemala, lo mismo que la de Comayagua, capital de Honduras, pensaron en adherir al plan de Iguala e Imperio Mexicano, lo mIsmo que la Ciudad Real, capital de Chiapas: la de San Salvador o Intendencia de este nombre se adhirió al aC±a de Guatemala: San Miguel del Salvador al Imperio Mexicano y Granada de Nicaragua a Guatemala: Cosla Rica, dependiente antes de la Intendencia de Le6n, asumió sus derechos de administrarse por sí para deliberar después su suerte

"Frustrada así la unidad de Centro América y lle– vado a cabo el Imperio Mexicano por la proclamación de Hurbide con el nombre de Agustín 1-, a consecuen– cia de no haber acepiado España aquel tratado, Gua– temala (se I adhiri6 también al Imperio, y sólo resis– tieron San Salvador y Granada: ésta por poco tiempo,

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