Page 77 - lista_historica_magistrados

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me compromeiía a darle el apoyo del Partido Conservador y el apoyo del Presidente de Gua– temala, Licenciado Manuel Estrada Cabrera, cuyo ofrecimiento tenía conforme a los docu– mentos que ponía a su disposición, asegurán– dole además, que ese apoyo no sólo consistiría en armas, sino también en provisiones y di– nero.

El General Es±rada se llevó un buen rato estudiando los documentos, las claves, y los giros por 10,000 dólares que allí mismo le ha– bía entregado. Después que terminó la lecfura y estudio de los documentos presentados me dijo que estaba bien y que podíamos hacer el convenio. Inmedia±amente elaboramos el con– venio estipulando en él las condiciones del Partido Conservador y firmamos dos tantos del mismo ienor, conservando cada uno su ejem– plar correspondiente.

Contribuyó mucho en el ánimo del Gene– ral Esirada el ofrecimiento del Presidente de Gua±emala, y sin ninguna vacilación procedió a lanzar un Manifiesto de desconocimiento del Gobierno de Zelaya, a la Declaración del esta– blecimiento de un Gobierno Provisorio, a la organiza.ción de su Gabineie y al nombramien– to de los Jefes militares que debían ser los que condujeran el ejército libertador que S"e forma– ría en la Costa Atlántica hasta llevarlo a la vicioria.

Aunqula don Adolfo Díaz no aparecía con nombramiento especial, realmente era el per– sonaje de mayor imporial' 'lcia, después del Ge– neral Estrada, y nosotros los conservadores veíalnos en él al verdadero jefe de aquel mo– vimienio revolucionario.

Era el 11 de octubre de 1909.

Se resolvió enviar un vapor frutero que es– iaba anclado en El Bluff, a Guatemala. Por ese tiempo la producción de bananos en la Costa Atlántica era buena y ese vapor había llegado a cargar la preciada fruta. Se hizo un arreglo con el Capitán de ese vapor noruego para que fuera a Puedo Barrios, llevando a don Leopoldo Rosales como Comisionado por parte de la Revolución ante el Presidente de Guatemala. El vapor iba con tiempo limitado y Estrada Cabrera sólo nos reml±ió unos 600

rifles, 4 ameiralladoras, 2 cañones de monta– ña, parque suficiente para las djs±inias armas y algunas provisiones. Después supÍlnos que hubo algunas intrigas de parie de un nicara– güense, residente entonces en GuaieInala, para que Esirada Cabrera no noS enviara mayor cantidad de elementos.

Al recibir esas armas lo primero que se organizó fue una expedición al Río San Juan con el objetivo de ocupar el fuerte de San Car– los en la desembocadura del río en el Lago de Nicaragua, siempre que se pudiera llegar has– ta allá ·sin com.prometer el pequeño con±ingen– te que se llevaba. Quiero decir con esto, que se deseaba poder llegar a San Carlos antes de que el Gobierno de Zelaya reforzara esa pla– za; pero yo creo que Zelaya recibió aviso del

levantamiento de Bluefields el Inismo día que este tuvo lugar y su primer pensamiento fue el de ocupar San Juan del Norte para de allí recuperar Bluefields. Con ese fin envió el Ge– neral Salvador Toledo, guatemalieco, a ocupar el Río San Juan con 800 hombres casi al mis– mo tiempo que yo salía de Bluefields con 200

hacia San Juan del Norie con San Carlos COlno nuestro objetivo final.

No .I:uve dificultad ninguna en la ocupa– ción de San Juan del Norte y mi marcha ha– cia San Carlos la emprendí sin deInora.

El brazo del Río San Juan que va de San Juan del Norie a la Junta del Colorado es bas– ianies seco y la navegación por él la hicin"1os con mucha lentitud, pero una vez llegados a la Junla del Colorado la navegaéión se nos hi– zo más fácil.

En la Junta del Colorado esiuvimos obser– vando las ventajas militares que el lugar ofre– cía para en caso de establecer allí una línea de defensa. Después de esa ligera observación con.l:in'llamas 11. ues±ra marcha aguas arriba hasta Hegar a un punto donde m.i hermano po– lítico Ramón Enríquez vivía con su familia. La propiedad que Ramón eslaba desárrollando me pareció de escaso porvenir, a n'1ás de im– propia para la salud de los niños por lo insa– !ubre del lugar, por lo que le insinüé a RalUón se trasladara a Bluefields; adeznás, porque se avecinaba el ±íelnpo en que el Río San Juan seria el tea1ro de operaciones n'1ili±ares y el peligro para la seguridad de su familia se ha– cía evidente.

Después de esa ligera detención continua– rnos nuestra lUarcha pasando por l-in lugar lla– mado Aguas Muer±as, el que me dijeron era la parie m.á.s profunda del río. Al pasar por

di sitio donde vivía Félix Mariinez, entusiasta conservador San Juaneño, éste se incorporó a nuesiras fuerzas.

Volvimos a defenernos cuando llegamos a Bocas de San Carlos, lugar esie que íal'nbién examinamos para el posible caso en que tuvié– ralnoa que establecer líneas de deEensa, pero no le encontré ninguna veniaja para ello. Es– landa allí pasaron unos individuos que iban en un bote y ellos nos dieron la noticia de que ,las fuerzas de Zelaya al mando del General Toledo ya habían llegado al Casfillo y que se preparaban para salir a atacarnos.

Como por los datos que recogí supe que las fuerzas de Toledo eran muy superiores a las mías, ±anio en hombres como en armamen– tos, resolví volver atrás para presentarles re– sistencia en la .Jun±a del Colorado. Mas con nosotros venían dos norieaInericanos, exper– ios en el uso de la dinalnita por ser mineros profesionales y ellos me aseguraron que colo– cando en aquel lugar del río donde la corrien– te ienía poca fuerza unas dos minas con sus respectivas anclas podrían así impedir el pa– so de los vapores en que venía el ejército de Zelaya.

Tal estratagema me pareció eficaz y pro-

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