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Salimos de Belice por la tarde de ese mis– mo día continuando nuestro viaje hacia Car– :t.ageria, puerto del Ailántico perteneciente a la República de Colombia, para de allí seguir hasta Colón.

A nuestra llegada a aquel puerío bajarnos a conocer la ciudad, de estilo antiguo y cons– trucción española. No me pareció que hubiese mucho movimiento comercial, pero tampoco tenía aspecto de pobreza. • De Cariagena salirnos para Colón sin pa– sal" por Barranquilla. Este puerto de Colón era el destino final de nuestro viaje marítimo. El día de nuestra llegada lo pasarnos en el puerto (,Jtuprando algunas cosas en los muchos esta– blecimientos que existían en poder de chinos y en Jos que las mercaderías eran muy baratas. Al siguiente día salirnos para Panamá donde se encontraban mi padre y mi hermano Carlos al frente de un establecimiento de co– 1"nercio situado en la Plaza de Sania Ana.

En Panamá nos hospedarnos en el Hotel Tívoli, de donde salirnos a buscar a lui padre, a quien encontrarnos en su tienda, y quien nos recibió muy alegremente aunque sorprendido, lo mismo que mi hermano Cados, pues yo no

les había anunciado mi viaje. Después de los saludos afectuosos y de un buen ralo de con– versación general, hablé privadamente con mi padre y le informé del objeto de mi viaje. COlno es natural, ya aq~.1i en Panamá, to–

n~é mi verdadero nombre y convine con lui pa– dre en que, corno mi estadía ael'ía proJongada en la clu.dad, nos pasaríamos a vivir a la pen– sión donde ellos estaban alojados. Después de haber esiado unos días en el Holel 'fívoli nos h'asladamos a la pensión que era de una seña·· ra respetable.

Se recordará que yo me encontraba en Panaluá cuando se verificó el n1.ov;rniento de secesión que culminó con la proclaTnBción de Ja República, así es que para mí era ya Pana– má una ciudad conocida y también para mi señora, que había estado en ella unos ocho días cuando el General Zelaya la había expul– sado de Nicaragua, sin embargo, en ese en– tonces, el cambio que ienía la ciudad cada año era sorprendente, por el aumenio de cons– trucciones urbanas y el desarrollo del comer–

cio, así es que mi señora y yo iuvimos mucho que visitar y ver.

Después de unos ocho días, de acuerdo con mi padre, dejé a Lastenia en Panamá y salí yo para Cosia Rica a ponerme en contacto con mis amigos de Nicaragua.

De San José le escribí a don Adolfo Díaz a Bluefields informándole de mis planes y del resultado de mis gestiones en Guatemala. Des– pués de escribir y enviar esa caria a Adolfo me dediqué a visitar a mis amigos de San José

y de Carfago, con quienes comencé a planear el movimiento revolucionario que llegaba a iniciar contra Zelaya.

A iodos los encontré bien animados, aun– que el que tnayor entusiasmo me mostró fue el

Gral. EMILIANO CHAMüRRO

a los 38 años de edad al iniciar su campaña de 1909.

docior Isaac Guerra, magnífico médico, hom– bre inteligenfe y muy agradable, relacionado con. iodos los hombres principales de Costa Rica.

Me el1 contraba en esas actividades cuan– do recibí un cablegrama de mi padre desde Panatná avisán.dome de la llegada de un men– sajero de Adolfo Díaz con una caria para mí. Decidí trasladarme inmediatamente a Pana– má, mas cuando llegué el mensajero ya se había regresado a Bluefields.

En su caría Adolfo me invitaba llegar a Bluefields para conferenciar con el Goberna– dor-Inten.dente de la Costa Atlántica, General Juan José Estrada, pues según él, se encontra– ba lnuy descontento del sistema de gobierno del General Zelaya, y consideraba su deber contribuir al derrocamiento de su gobierno despótico, y que en caso no se llegara a un arreglo con Estrada, no se perdería nada con el viaje, pues éste quedaría en completa reser– va. Adolfo, además, me garantizaba que el General Estrada no me pondría dificultad al– guna, es decir, que me daría garantías de en– trada y salida de Bluefields.

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