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el restablecimiento de la paz general. De suerte que en esia sifuación, de que la Inglaierra saca un gran partido, Y que procura prolongar; no es posible que ninguna se atreva a prestar sino oficios de amistad, que ya sabemos lo que valen cuando están de por medio los intereses brifánicos. Yo no olvidaré jamás que el. q?bierno Belga en 1844, a pesa! de la buena. dispoS1Clon en que estaba respecto a Nlcaragua, para proponer su mediación a esie Gobierno, consultó pri– mero la opinión del Ministro y en el mmnento en que éste le dijo: "Ne traitez rien, laissez moi faire", me de– claró que no podía ya intervenir en ningún ne9.0cio de los que habíamos iniciado... Al escribir estas lmeas he hablado con un sujeto que tiene relaciones con al– gunos oficiales del despacho y me ha comunicado que "según lo que ha podido recabar, el Ministro Palmers– ton considera como un asunto grave, en que está em– peñado el honor del Gobierno Británico, la devolución del Puerto de San Juan, y que está dispuesfo a no ce– der un punto de esta cuestión... " No garantizo la Ver– dad de estos asertos pero tienen en apoyo todas las probabilidades. Sin embargo, yo seguiré en mis inda– gaciones hasta descubrir la verdad, y según lo que re– sulte daré cuenta a V.E. para que el Gobierno resuel– va.

Tengo datos de que en la Alemania se puede ce– lebrar fácilmenie un tratado de colonización. El Sr. Mascareñas, comisario de Bolivia, I español de un ca– rácter como el de nuestro Marcoleta) me ha mostrado algunos documentos que justifican lo mucho que ha adelantado en estos negocios por parte de aquella Re– pública y me ofrece trabajar con eficacia en favor de nuestros proyectos con la módica dotación de 50 $

mensuales y los gastos de viaje que son :muy pocos. Yo le he interesado en esto, prometiéndole que se los suministráré luego que el Gobierno, a quien doy cuen– fa, se sirva dar su aprobación. Deseo, pues, que si el S.D. 10 tiene a bien, se me autorice para hacer esie gasto, y otros extraordinarios que son indispensables, y no ·deben gravitar sobre :mí, como igualmente para nombrar cónsules y vice-cónsules a aquellas personas que puedan servir estos cargos con honor; y sin gra– vamen del tesoro. Esto no vale nada, y es sin embar– go una moneda que puede emplearse con buen suceso para empeñar en nuestra causa algunos hombres de luces y posición en estos países.

Ai. hablar de colonias no puedo menos de indicar a V.E. que aquí, lo mismo que en Francia en 1844, he encontrado disposición a esfas empresas; pero no en– Henden, corno nosotros entendemos, que los terrenos se deben adquirir por compra, principalmente a vista del iriste eje:mplo que ha dado la colonia de Santo Tomás. En el Ecuador o Venezuela se han concedido los terrenos, lo mismo que en 1824 se ofrecieron en Centroamérica, a los que quisieran emigrar, y ade– más, ayudar a los empresarios para todos los gastos. Nosotrol', si pudiéramos, debería:mos hacer otro tanto, pero siempre conviene que al menos demos. las tierra:s para alagar a los colonos, mayormenie, Sl se conSl– dera, que estando los ingleses en nuestro territorio, es necesario, de absoluta necesidad, colocar entre ellos y nosotros un Pueblo que nos sirva de avanzada, y si se quiere, de salvaguardia contra los avances sucesi– vos, cosa que puede muy bien conseguirse por medio de una colonia alemana, Belga o Española, puesio que de este modo se interesará en nuesiro favor a la nación a que pertenezcan los colonos; y nuestra inde– pendencia quedará por el mismo hecho garantizada. Este es mi ¡:nodo de pensar; a V.E. toca resolver.

Un comerciante de aquí lel Sr. Seholey) parece más dispuesio a entrar en negocio sobre la deuda pú– blica; pues desea saber cuáles son las garantías de pa– go que pudieran ofrecérsele. Yo le he insinuado que se le garantizará con tabaco, y algunos otros produc– tos del país, y aun con las rentas marítimas. El se ha mostrado satisfecho con el tabaco, y va a examinar la calidad por unas muestras que le he dado, pero aun resia todavía saber qué cantidad de quiniales puede entregársele cada año, y a qué precio, cosa que

no he podido calcular por lo poco que he visto, y el desorden en que han estado nuestras cosechas; y así es de suzna necesidad que a vuelta de correo me ins– truya V.E. sobre estos pormenores. Entre tanto, procu– raré recabar bajo qué condiciones quiere el Señor Seholey iomar a su cargo la solución de la deuda. Por boca del Sr. Foster sé que el Presidente del comité de accionisias, o fenedores de bonos, espera que yo me acredite ante el Gobierno para presentárseme. Vere– mos qué es lo que preiende.

El Señor Don Felipe Malina, comisionado de Cos– ta Rica, llegó casi a un tiempo conmigo a esia corte. Me ha informado sobre los negocios de su comisión cerca de ese Gobierno, y siento que no se hubiese arre– glado nada; pues aun cuando hubiera sido para ganar tiempo, habría sido muy a propósito hacer algo, a fin de evitar que Costa Rica se eche en brazos de la In– glaterra, como temo que preiende hacerlo con xnengua de Nicaragua. El Sr. Malina no se ha anunciado ofi– cialmente al Ministerio, ni he podido recabar de él cuando deberá hacerlo, pues cada vez que se ha ofre– cido me ha dicho que no hay urgencia para dar este paso, cosa que me ha conducido a pensar, que su objefo es esperar el resuliado de mi negociación, para gobernarse él en la de que está encargado, sin com– prometer a aquel Estado respecto a Nicaragua, como pudiera suceder, tratando antes de saber el éxito de aquella. Por tanto estoy dispuesio a entretener con él estrechas relaciones, y si es posible, ponerme de acuer– do para un "sponsio" sobre las cuestiones que han dado lugar a las dificultades en que se hallan dos Es– tados que la naturaleza ha llamado para formar una sola familiá, y a representar un papel más brillante. Es necesario, Señor, y yo debo recomendarlo mucho, que se traie de conservar la paz entre todos los centro– americanos, pues cualquier trastorno cede en perjuicio del país y frustrará los sacrificios que hemos hecho por la: libertad.

Sírvase U. elevar todo lo expuesto al alto conoci– miento del Supremo Direcior y admitir las muestras de amistad y. aprecio con que lo saluda y se ratifica obe– dienfe servidor de V.E.

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Londres, Julio 12 de 1849.

Sr. Ministro de los Estados Unidos.

V.E. conoce como yo, las dificultades que existen entre Nicaragua y la Gran Brefaña relativamente al Puerto de San Juan y terriforio de Mosquitos ocupa– dos por la fuerza, el 19 de Enero del año pasado de

1848. Sabe V.E. igualmente, que el Estado de Costa Rica teniendo con Nicaragua una cuestión sobre lími– tes en los dos Estados ha acreditado un Minisiro Ple– nipotenciario cerca del Gobierno de S.M.E. con el ob– jeto de proceder a cierios arreglos políticos y comer– ciales, y que para alagar a éste le ha ofrecido ceder, y en efecto le cede por medio de un tratado el terreno en cuestión, que se extiende en la ribera Sur del río de San Juan desde su desembocadura en el Atlántico hasia el Gran Lago de Nicaragua, cesión que según pa– rece es hecha en compensación de las ventajas que la Gran Breiaña concede al comercio de Costa Rica por el expresado puedo de San Juan que por supuesto reconoce dicho Estado corno propiedad de Mosquitos. Por este acuerdo la Inglaterra quedaría en posesión del Puerto y de una gran porción la más importante del territorio que la mano de la Providencia señala para la junción de los dos mares por medio de un ca– nal o camino.

V.E. ha visto, en fin, cuál es la obstinación con que su Esiado el Ministerio de negocios exfranjeros de S.M.B. se opone aun a las medidas amistosas que Se le oponen para cariar estas diferencias y su constante disposición a inquefar y hostilizar a »icaragua, no solo denegándose a hacerle justicia en sus reclamaciones, sino también comehendo toda clase de avances es-

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