Page 101 - lista_historica_magistrados

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Cieríamente si somos débiles, las más veces es porque amamos la vida más de 10 que merece, y para na incurrir en este defecto convenzárnosnos que la exisiencia buena por sí sola, debe ser una cosa despre– ciable a los ojos del mismo que la posee, oponiéndose frecuentemente a la utilidad procomunal que estable– ce el orden general, el cual es más excelente que el bien privado. El que se hace feliz a sí propio, y fras– torna el :mundo entero, es responsable ante su con– ciencia, y da derecho a que se le desprecie, y se le destruya, al contrario, el que es desgraciado sacrifi– cándose por sus semejantes goza de la tranquilidad de su alma. y se le hace una injusticia con no apreciat– le Mucho le faltaría a un Magistrado no teniendo una sensibilidad que le hiciese susceptible de tratar con afabilidad y dulzura a cuantos van a buscarlo. o le es

preciso por su Ministerio relacionarse con ellos. pasó ya el fie:mpo en que se hacía un estudio para afligir a la humanidad: aquél tiempo en que una mi– rada severa. un trato duro y palabras capciosas, o in– sullantes acompañaban a la Majestad de los Tribuna– les. Entonces los que decidían del honor, de l¡;¡. pro– piedad y de la vida parecían fígres que están en ace– cho ansiosos de una presa: su sólo aspecto aterrori– zaba, y era una pena que se hacía sufrir de más a los delincuentes. Ahora una filosofía dulce penetra por todas parles llevando el alivio O el consuelo 'de '1uestras miserias. y un Juez sentado en su solio es ,;emejante a un Dios. En la15 épocas de revolución so– lamente queda algo del anfiguo barbarismo y en aquellos pueblos en donde mandan los que perlene– cen a la gran Turquía. Para descubrir la verdad de un hecho, y ¡;¡.plicar una ley no es necesario malíratar a un infeliz acusado, y eS conirario a un buen sentido tenderle lazos a favor de racionamientos estudiados.

La perfección que se exige de los jueces, estarnos muy distantes de hallarla en un hombre: todos po– demos errar, todos sornas susceptibles de pasiones, y el temor defíene muchas veces nuestro brazo. Los

p,. ~blos libres que conocen los derechos del hombre er,_,tiendan estos defectos de nuestra naturaleza de– gradada por medios ingeniosos y exactos que no se pueden olvidar sin comeier un crimen. La apelación,

dI número de los jueces, su división para el hecho y el derecho, su independencia, la publicidad de los jui– cios. la obligación de motivar las sentencias, la liber– tad para la defensa, y la exclusión de tribunales de excepción, son garantías para asegurar la justiqia en un país civilizado. No encontrarlas en un Esiado es prueba de su barbarie, y no acatarlas un partido cuan– do las leyes las sancionan, es una señal inequívoca de su perversidad.

APELACION. El error es una perversidad de la especie hwriana: no hay quien esté dispensado de él, los hombres más grandes, ¡;¡quellos cuyos talentos han sido las lu:mbreras del mundo no han dejado de pagar este tribuio de nuestra especie. ~En dónde está el fi– lósofo, en dónde está el viajero, en dónde está el go– bernante que no haya sostenido una proposición fal– sa. o no haya seguido una dirección extraviada'? Los progresos intelectuales se ven frecuentemente inte– trumpidos por torpes equivocaciones, y la ciencia no ha llegado a su perfección. sino después de combatir una infinidad de errores. No hay quien tenga la glo– ria de decir: yo soy infalible, ni quien se atreva a se– ñalar un sujeto capaz de esta cualidad. Los sentidos nos engañan, el enfendimiento se obscurece. y las pa– siones se desarreglan, este es el cuadro de la miseria hUn"lana. En todas las cosas. pues, debernos suponer los engaños a fin de establecer los m.edios propios para .;lvitarlos. Esta regla tiene n1.ás fuerza cuando se trata de lo que nos interesa en extremo grado Admi– tida la posibilidad de errar en los juicios, se conoce la necesidad de la apelación. Concediendo varias ins_ tancias se previenen los errores de los magistrados, y

Se garantiza el honor, la propiedad y la vida. "El re– currir de la sentencia de un Juez inferior a otro supe– rior, está mirado en fados los pueblos civilizados co–

~o el camino más seg~ro para llegar a una exacta justicia. y así, es una insiitución que debe su crédito

a la experiencia de los siglos". Muchas circunsta.ncias pueden alucinarnos. pero en estas es imposible que se hallen varios jueces. Si un motivo hizo errar a unos, este mismo no extraviará a otros que están colocados en diversos punios, cuyas cualidades s'on distintas, y que se diferencian en todo. Los últimos que tienen más facilidad de acertar, porque trabajan en un cam– po que ya está preparado por los primeros. Por otra parle, "el juez del grado inferior, recelando la censu– ra del superior, es regular que ponga más cuidado en los trámites del negocio, y en el fallo que le termina, y el Juez superior, viendo en la apelación, que se ha– ce ante él, una especie de denuncia contra el inferior, examina con un respeto, digámoslo así, religioso el negocio ya juzgado".

Los partidarios de una sóla instancia afianzan su doctrina en la necesidad que hay en algunas épocas de obrar con brevedad sobre los criminales, a fin de producir una pronta y fuerle impresión que arredre a los que quieran imitarlos, y en evitar que queden sin castigo defraudándose la justicia por los muchos tri– bunales. Estas opiniones las abrigan las almas apo– cadas, los ánimos cobardes que por verse libres de enemigos que temen. poco cuidado se les da con ani– quilar la seguridad general. Queda establecido que las varias instancias evitan los errores en los juicios, por lo que se las debe considerar solamente como garantías sancionadas en favor de la inocencia: e.y será cordura poner a los inocentes en peligro de pe– recer únicamente por conseguir la brevedad de una sentencia'? A más de que se exageran demasiado las dilaciones, pues una causa criminal pasada por varios tribunales, cuando se declara asunto de preferencia. se fenece en un tiempo breve. El temor de que queden impunes los atentados, es vano: si los jueces son hon– rados, habiendo apelación. se averigua más fácil el delito, por las razones expuestas, y por lo mismo se castiga, si son corrompidos, hay más seguridad en que absuelva a los perversos un sólo tribunal, que dos. porque fiene más cabida la intriga y el col.echo en el un caso que en el otro.

Es una cosa fuera de duda que conceder el re– curso de apelación. es una parle integrante de un buen siste:ma de Gobierno. Al nuestro, no le falta esta per– fección. cOrno se prueba con la Constitución, y las le– yes de 15 de Junio de 1841 y la del 20 de Enero del propio año. El que note algún caso en que con una sola insfancia se mandó a ejecutar la sentencia. pro– nunciada contra algún infeliz. convénzase que se pro– cedió de hecho, y que los autores de tamaño atenta– do. son criminales, sin que puedan justificarse por nada de esta vida, a no ser que hayan procedido por una ignorancia invencible.

NUMERO DE LOS JUECES QUE DEBEN COMPONER LOS TRIBUNALES. ,Hay más probabilidad de encon– trar un hombre sabio y de probidad en un número mayor que en otro menor, y siendo todo igual, es más fácil que muchos alcancen una verdad que se inves– tiga, que un solo individuo. De aquí es que los Tribu– nales de justicia deben componer una unidad comple– ja, y también "porque es claro que cuantos más nu– merosbs sean estos Tribunales, tanio más luces reúnen, y tanto más difícil es la corrupción, la injusticia y la parcialidad en los jueces, que se observan, se contie_ nen, y Se ilustran unos a otros". Se ha objetado: "que cuanto más reducido sea el número de los que com– pongan las corporaciones de justicia, tanto más fácil será elevar a la magistratura hombres cuyos talentos y carácter ofrezcan verdaderas garantías de su saber y su independencia". Para que esfe racionamiento tu– viera fuerza sería preciso afirmar: que los electores nunca se equivocan, porque conocen siempre la hon– radez, y porque están animados únicamente del bien general, pero sostener semejante cosa es un absurdo que lo comprueba iodos los días la experiencia.

DIVISION DE LOS JUECES PARA EL HECHO Y DE– RECHO. Cuando los iribunales que aplican las leyes no son independientes, se destruye el equilibrio qua

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