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« Previous Page Table of Contents Next Page »cansado de la ca:m.inata anterior, resolví in– feniar de nuevo, esia vez yendo en dirección de la población de Moyogalpa. A poco andar divisé un cañalito, y al acercar:m.e, oí que al– guien estaba allí cortando caña. Me fuí acer– cando cautelosa:m.en±e hasta llegar a caria dis– ±ancia de la persona que frabajaba, y al reco– nocerla :m.e hizo pcinsar en el paso que debería dar enseguida; si debería huir sígilosa:m.en±e para que aquel ho:m.bre no se diera cuenta de :m.i presencia, o preseniár:m.ele y que ver que hacía al ieconocer:m.e, pues, el hombre que es– faba allí era, nada :m.enos, que Abraha:m. Cruz, el :m.unícipe a quien tuve detenido por n,ás de un :m.es por negarse a firmar el aC±a :m.uni– cipal de desconocinrien±o del gobierno del Ge– neral Zelaya.
. Resolví por enfreniar:m.e a él, diciéndole: "A:hraharn, reconoce Ud. quién soy?"
"Sir" :m.e contestó seca:m.en±e.
"Pues aquí me Hene Ud. ", le dije "dán– dole la oportunidad de vengarse de :m.í, yendo a las autoridades a denunciar:m.e que estoy aquí en esta :m.on±aña, en cuyo caso sería ase– sinado por Vergara o fusilado por Toledo. o,
lTle salva Ud. dándo:m.e de COluer porque es– loy muerio de ha:m.bre o :m.e entrega. La reso– lución es suya".
AbrahalTl enierró la punla de su :m.ache±e en el suelo, se quedó :m.editando por un :m.o– mento, y luego, nrirándolTle fijalTlente a los ojos, lTle dijo: "Lo salvaré".
, Con esta frase ví que el cielo se lTle abría, no solalTlente para lTlí sino para :m.is COlTlpa– ñeros, y reconocí la nobleza dé al:m.a de aquel hombre sensible y de gran carácter con que estaba hablando.
Cuando obtuve su ofrecitnien±o de salva c
ción, le inforlTlé que no estaba sólo, que esta– ba ta:m.bién conmigo :m.i tío don Alejandro y cerca de veinte cOlTlpañeros ITlás. Al princi. pio lo noté vacilar un poco ante el número de personas y ante las dificultades que le aca– rrearía ~l atender a tantos, todos los días, pe– ro por fin aceptó, y sin pérdida de tiempo, después de darle algún dinero para que COlTl– prara provisiones, se retiró en dirección de su casa, diciéndoITle: "EspérelTle aquí".
y desde ese día en adelante, todos los días, lo esperábalTlos en ese cañaveraL con la comida preparada para todos nosotros, sin ha– ber tenido nunca ninguna queja de él.
No paró ahí el servicio que Abraha:m. Cruz nos hiciera. Por su lTledio nos pusi:m.os en con– tac.!:o con la familia Cantón. Y poco a poco con esta familia fuilTlOS fraguando el plan de fuga.
Gracias a la inteligencia y cooperación de las señoritas Cantón, quienes nos prestaron valiosos servicios, entre otros el de facilitarnos la sustracción de un bote que ellas sabían que estaba oculto en una casa vecina a la de ellas.
, En ese ca:m.pa:m.ento a que lTle he referido estuvimos cerca de nueve días, y al cabo de ellos, en una noche cuya fecha no puedo p;r4¡l– cisar, las señoritas Canlón dirigieron a un g1;\.1– po de los nuestros al lugar donde estaba el bofe para que lo trasladaran a un punto de la costa del Lago ya convenido previaITlente.
Cuando lTli fío Alejandro y yo iui:m.os in. forInados que el bote estaba sin novedad en el sitio indicado, e:m.prendiITlos la marcha Can los que habían quedado en el campalTlenio, para elTlbarcarnos enseguida.
Llegados que hubitnos al lugar de la costa, COlTlenzaITlOS a embarcarnos todos, pero al dar la orden de padir noté que dos de nuestros ofi– ciales, TOITlás Masís y BenjaITlín Vargas Abaun– za, se quedaban en fierra por falta de espacio en el sobrecargado bote. Resolví enfonces que dos personas, de inferior graduación ITlilitar, debían bajarse para darles sitio a ellos.
Eché un vistazo sobre los que estaban ya dentro y ví que entre éstos se hallaban mi her– mano Carlos Chamarra ChaITlorro y ITli cuña– do Ceferino Enríquez, quien adelTlás de Ser el esposo de ITli herITIana Estebana, era herITIa– no de mi esposa Lastenia, es decir ITli doble cuñado.
A pesar de que se ITle hacía dura y difícil la solución de aquel problema, lTle resolví a decirles: "Ustedes son lTlis her:m.anos. puedo pues exigirles un lTlayor sacrificio que a o±ros. Les pido n:te hagan el favor de salir del bote
y quedarse en tierra para lTlandar a recoger– los después, ITlás tarde".
Al hacerYes este peditnento pensaba que ITle harían alguna observación, o que se nega– rían iotunda:m.enfe a cumplir mi orden iITlplí– cita, sin embargo, grande fue nri satisfacción ITlezclada de un sentUniento de pesar, cuando ví que los dos se levantaron de sus asientos y
sin decir palabra se bajaron del bote.
Subsanando ese conflicto, emprendilTlos el viaje hacia la costa de San Jorge, en direc– ción de una finca del General Masís. El vien– fa soplaba favorablelTlente y eITlpleamos rela– fivarneníe poco fielTlpo en negar.
Tan pronto deseITlbarcalTlos regresaITlos el bofe para ir a traer a los dos que habían que– dado, aunque con ITlUY pocas esperanzas de que los encontraran en la oscuridad y que pu– dieran llegar esa rnislTla noche. Mas en la lTla– drugada y esiando sielTlpre en la finca de Ma– sis, nos abrazaban lTlUY contenfo,s, Carlos y
Ceferino, quienes habían fenido la _suerie de salir de la isla esa ITlisma noche. .
Ese día lo pasa:m.os en la finca dicha, y allí conseguimos dos baquianos. El uno para que nos llevara a Granada, y el afro parA que condujera al Dador Enrique Montiel y a ofros cqmpañe;ros lTlas, quienes habían resl,lelfo trasladarse El Costa RiGa.
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