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Universalidad del Conservatismo

,JORGE: IVAN HUBNIlR CA....O

LA DIRIlCCION

En ocasión de la polémica suscüada por el artí.culo del Licenciado Reynaldo Amonio Téfel, que publicó REVISTA CONSERVADORA en su número 2 y en la que participaron el Doctor Julio Ycaza Tigerino, el Dador Angel Navarro y Don Pablo Antonio Cuadra, REVISTA CONSERVADORA se com– place en presentar el trabajo del joven DodoJ"Jorge Iván H:ubner Gallo, una de las figuras intelec– tuales más conocidas y prestigiosas de la nUE¡lva generación chilena.

LA UNICA política posible para defend~r la civilización occidental cristiana del inminen– te asalío de la barbarie asiática, es la'lucha q,enodada e intransigente por instaurar los idea– les católicos, represe.,ntados en la vida cívica por los partidos conservadores y tradicionalistas.

El conservatismo no es un fenómeno accidental en el tiempo, ni restringido a cier~

tos países en el espacio. Siendo universales los principios y valores que lo informan, eS una tendencia política que, con uno u otro nombre, se ha manifestado siempre, en todos los pue-l:,)los y en todas las épocas. ,

El espírHu conservador, que corresponde incluso a las más hondas raíces biológicas de la especie, es una de las inclinaciones ;más íntimas, más estables y más generales del hom–

bre y las sociedades, anoía el ilustre sociólogo chileno don Valennn Brandau~ "Más, el es– píritu de conservación, es una de las grandes bases que sostienen y hacen posible la vida de los hombres y los pueblos y la creación orgánica y gradual de las civilizaciones. El vulgo, sin embargo, y aun las personas que se tienen o son fenidas por cultas', aseveran cada día que nada hay Inás fuera de lugar, en nuestra época avanzada, que las tendencias conserva– doras, y Iniran corno actitudes anacrónicas las de quienes, hOInbres o padidos, se proclaman adictos al espíritu de conservación".

"Es éste un necio error -continúa Brandau-, efecto necesario de la incapacidad de ob– servación, de reflexión y coordinación que caracteriza e inutiliza espiritualInenfe a tan gran número de personas. Si estas personas hubiesen podido ver la realidad histórica o actual,

y formarse juicios objetivos acerca de ella, habrían nofado que iodos los hom.bres y iodos los pueblos que han existido o existen fueron o son conservadores, aunque de distintas ma– neras. Habrían notado también, o cOInenzado por notar, q\.1,e los revolucionarios InisInos, hombres o pueblos, son conservadores; solo a contar desde el día y hora de su triunfo sobre los afros conservadores moderados, son incomparableInente Inás conservadores que fados éstos, y sobre todo, Inucho Inás sedaria, fanática y agresivamente conservadores que todos ésos". '

En nuestros días, es alentador comprobar que, frente al crecimiento del imperialis:rno soviéiíco, a las aInenazas internás del rnarxisIno y la Inasonería y al fracaso y la desilusión de una mal entendida democracia cristiana, en los principales países del mundo se han vigorizado los Inovimientos conservadores, como únicos baluartes sólidos contra las fuerzas destructoras de la civilización cristiana.

Dentro del orbe occidental, no sólo retrocede electoralInente el cOInunismo, sino que ta:rn– bién vienen de ~'uel±a las fallidas tendencias socialistas, COInO un rotundo mentís a quienes seguían repitien<',la majadera consigna de la ineluctable victoria del socialismo. Avanzan, en ca:rnbio, con in";ontenible pujanza, las fuerzas de derecha, que gobiernan hoy día en los países más adelantados del mundo.

Este resurgin1iento de los :rnovin1ientos conservadores de:rnuestra la inmarcesible vitali– dad, en el alma de los pueblos, de ciertos conceptos básicos, que son la condición indispen– sable de la vida y del progreso de las sociedades hUInanas. COInO observa Foustel de Cou- 'langes, al comienzo de su obra "Lecons a l'I:rnperatrice"

I

"toda nuestra vida social e inte– lectual se compone de algunos principios, muy poco nu:rnerosos en verdad: la institución de la faInilia, el Inatrimonio, el derecho de propiedad, el senti:rniento religioso, la idea de

10 bello, y en Inaferia de gobierno, las nociones de autoridad y de libertad. Y esto es, aproximada:rnente. todo. Ahora, todo esto nos viene del pasado, y las generaciones ac–

t~ales, tan agitadas e innovadoras, no agregan riada, sin e:rnbargo, O muy poco, a esfe an–

t~gUO patrimonio. Me agradaría Inostrar, si lo pudiese, todo 16 que nosotros, los ho:rnbres del slg10 actual, debeInos a esas viejas edades, o, mejor, iodo lo queesias viejas edades han puesto en nosotros y cómo ellas han construido nuestras sociedades y nuestro espíritu". . Por nuestra parie, pensarnos que la fisonomía ideológica que caracteriza al conserva– hsmo tradicionalista puede sin±etizarse en tres grandes conceptos, que constituyen condicio– nes necesarias de todo progreso, y que están firmemente enraizadas en el Derecho Natural, los de Dios, Patria y Orden Social.

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