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« Previous Page Table of Contents Next Page »Nuestros aborígenes, para quitar un dolor, usaban distintos procedimientos, según donde estuviese localj-
Realmente, las dolamas las padecen personas cró· nicamente enfermas y achacosas, por lo general, neu– róticas.
El dolor de cabeza o el dolor en la boca del estó– mago (epigastrio) que se calman con mitigar el hambre. Según me explicaba un fisiólogo, esto sucede cuan· do la bilis se escapa en falso, es decir, con el estómago vacío, entonces 1a vesícula trata de detener su contrac– ción. El estómago al mismo tiempo trata de detener su
DOLOR CON HAMBRE
zado. Usaban distintas clases de brebajes, evocaban es– píritus, consultaban al brujo para que su sortilegio qui– tara el poder del dolor. Los amuletos eran variados, lle– vándolos consigo o los pendían en las puertas de sus vi– viendas. Por último, cuando ya era imposible contro– lar el mal, se formaba una junta de curanderos para dis– cutir el máximo recurso; el dolor contra el dolor; tal pro– cedimiento era muy cruento y algunas veces arma de dos filos.
En nuestros días, siempre se recurren a I ituales, pe– ro lo hacen privadamente; también rigen los brebajes, las tomas mágicas y los vasos de agua embrujados, en los cuales "hacen ver" la causa que produce el hechizo, reflejada en el agua. Algunas veces se atreven a decir que en el citado vaso se mira la imagen de un fulano, quien causa el daño. la fe o la influencia ejercida so. bre el débil carácter del consultante, nace en éste, la creencia, posible en todo ser humano que tiene tenden. cia natural a la superstición, aunque sea civilizado. la creencia se hace más arraigada, cuando el cu– ranedro vocifera "con énfasis la ritual expresión "estás pegado". Esto influye notablemente y es la máxima oportunidad para influenciar al paciente y, si sugestiva– mente o por lo que sea, el dolor se aminora o desapa. rece, entonces mayor motivo para aprovecharlo. la crea. ción de médicos invisibles, por personas inescrupulosas, causan en las personas incautas que consultan, severos desplumajes.
Realmente, aquellos aborígenes eran sinceros, bus– caban los medios para realizar sus curaciones y había un glUpo escogido para entregarse a su laboratorio. Nuestros aborígenes tenían su rudimentaria universidad. Estos hombtes pensaban y observaban. La prueba está que apartando los procedimientos supersticiosos, ellos tenían sus hierbas medicinales, su farmacopea empírica. Se ha comprobado que ciertos polvos que extraían de fa tierra (no se sabe camo) eran hongos que tenían pode– res antibióticos.
los curanderos de hoy, no tienen la misma since·
I idad que la de los nuestros pasados.
El curandero de nuestros días, tiene tendencia de adelantar más, porqu~ se aprovecha de las propagandas radiales y revistas comerciales con literaturas médicas– cines, televisión y aún detalles y más detalles captados de la propia fuente médica. En otras palabras, aquellos individuos que trabajaron en hospitales, servicios de Sa– nidad o clínicas particulares. Estos individuos se torna– ron curanderos, creyéndose como médicos, gastándose a veces una fama inigualable.
Hoy, existen dos clases de curanderos, el curande– ro hechicero, genuino, instalado en lugares rurales y es– tratégicamente ocultos y el curandero pseudo-médico con sus ínfulas, instalado por lo general en suburbios.
ha sido: siempre consternación eferna, la humanidad misma lo aprisiona.
sinónimo de humanidad, un mal necesa– rio de ésta, un estigma imperecedero de ella.
"duele" aunque no se quiera que se due– la.
tanto va al físico como al moral. El físi– co está poseído entre las fibras nervio– sas, el moral está pose~do dentro del al– ma. El dolor físico se paraleliza con el dolor moral y con éste se llega hasta el quebrantamiento físico.
en el ser humano tiene una puerta de entrada y otra de salida. El valle de lá– grimas de toda una vida.
si no existiera, que fría indiferencia fue– ra en este mundo.
hace apreciar el valor de la felicidad. Por libras de placeres, toneladas de dolor. Y a medida que la humanidad corre y co– rriendo tan aprisa como hoy, mayor in– flicción se impone.
llegó a todo ser viviente para infligirlo. Es una norma.
selÍa "dolor feliz" si pretendemos una vi da eterna.
llega a formar el recuerdo de Dios y has ta Sentirlo. Del olvido al conocimiento, hasta llegar a la muerte. Es una prueba. Dios mismo quiso sentirlo para compla cerse del acto más excelso, sublime que la humanidad recibió de El: Redención.
El dolor,
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DOLOR
Esta es la pagina fi– losófica del dolor. La in· cluyo aqui, porque se di– ce qu~ los médicos so· mas una indiferencia al dolo,'. No. la humani•. dad nos duele, mas cuan· do la ciencia es impo– nente al gravitar la seve ra ley de la muerte. No– sotros, actuando en el campo científico, somos los menos felices, aun·
que muchos de nosotros tengamos grande y merecida fama. Médicos y moralistas (Sacerdotes, sobre todo) pueden mejor escribir capítulos y capítulos sobre esta frase "dolor" bajo todo sentido y formas.
En las siguientes líneas, está la expresión del tema, sobre todo para el médico cristiano.
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