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tra confederación, y parece que no tuviéramos otro misión que la de salvaguardamos del despotismo, Afuera hay otro objetivo igualmente importante, y que nuestro entusiasmo nos volvía incapaces de con· siderar. Me refiero al principio de estabilida~ en la organización de nuestros gobiernos Y al del vIgor en nuestras actuaciones".

El mismo proceso que en Ing~a~erra sigue la .fi– losofía conservadora en Norteamenca. Un Partido con hombres de grande influencia¡ Jefferson, Madi– son acogen sin reserva las ideas revolucionarias fran–

é:es~s. Son los Adams¡ padre e hijo¡ que actuando en el federalismo con franca genialidad conservadora¡ no rechazan tod~ el volumen liberal francés¡ sino que le aplican un inteligente beneficio de inventario¡ sobre la pauta que Burke había trazado en Inglaterra,_ La diferencia entre los dos, procedimientos está¡ que al romperse las ligas coloniales¡ el conservatismo sostiene que debe respetarse el· legado de las insti– tuciones británicas, menos en el punto de la monar– quía¡ porque América es esencialmente republicana. En Inglaterra la administración política se desarrolla en concierto democrático al rededor de un tornillo permanente, que es el Rey. En Norteamérica por el contrario se deseaba establecer la transitoriedad del Poder central, pero sin debilitar su autoridad. Jorge Wáshington con su moderación estableció la alterna– bifidad rigurosa, no como una institución jurídica¡ si– no como una saludable Costumbre política, que co– rrió por los años más difíciles de la organización de la Gran República del Norte, hasta que¡ a más de un siglo de distancia, la perturbó el segundo Roosevelt con sus cuatro elecciones sucesivas¡ que impuso a la

prudencia conservadora de los norteamericanos la ne– cesidad, de llevar la !=ostumbre de Wáshington, a precepto constitucional en virtud de una enmienda. Es muy interesqnte para nosotros los hispanoa– mericanos la línea ondulosa que ha seguido en los Es– tados Unidos para su desenvolvimiento el conserva– tismo como filosofía política. Para concluir detengá– monos un momento en una de sus cimos, George San– tayana, filósofo de nacimiento y roza E;!spañoro¡ pero forjado, en la sociedad norteamericana, sobre el yun· que de sus contradicciones de esplendor y dolor. San– tayana cree que la inteligencia política tiene su do– minio en el cOAservatismo. Escribe: ¡¡El liberal de hoyes un abogado de la tiranía del Estado en todos los campos¡ ofreciendo como disculpa su jntención de libertar al pueblo ll

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Y más tarde, ya retirado pora la meditación postrera de la vida en un convento de Ito– lio¡ escribe, en el prólogo de su lipro Dominaciones y Potestades. IISi una tendencia política incita mi ira¡ es precisamente la del liberalismo industrial' la de re– ducir todas los civilizaciones a un único patrón bara– to y monótono ll

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pgreciera que quisiera contestarle a un siglo de distal1cia [a blasfemia de Stuart Mil! de que el conservatismo es un Partido de estúpidos. Para cerrar éste artículo, en descanso de mis lectores, y como una premisa para el que debo escri– bir directamente sobre el Partido Conservador de Ni– caragua, recojo de Adams ésta~ cifras preci$as para valorar el ideal conservador. El denominador fijo de una administración política conservadora es le mode– ración. las cualidades indispensables en l1n gober– nante conservador son la prudencia y lo humildad¡ que suelen producir optimismo en el pueblo.

ANI:CDOTA DEL PRESIDENTE GRAL. TOMAS MARTINJ:Z

PROPIETARIOS A LA FUERZA

El General don Toznas Martínez decía que el hoznbre sin propiedad es peligroso.

En una época del gobierno de diez años del prizner Presidente de los treinta ídezn, desempe– ñaban¡ la Gobernación Militar de Managua el Coronel Agatón Solórzano, la Mayoría de Plaza el Capilán Vicente Vijil, y otros puestos znilitares de la ciudad el Capitán don Nicolás Méndez Jocota y los Tenientes Rosa Castillo, Dionisia López y Francisco y Adán Espinosa, a quienes el gobernante disHnguía. Fijóse el General Marlínez en que estos subalternos suyos echaban el sueldo por la

v~ntana, y trató de corregirlos, El últizno de un znes los znanirrotos se quedaron sorprendidos cuando el eznpleado pagador les entregó la znitad de lo que devengaban.

-¿Y la arra znifad? -preguntaron.

-La otra znilad -les contestó el empleado- queda en depósilo de orden del señor, General Presidente. -Pero...

-No hay pero que valga oonznigo

l el señor General Presidente lo manda. -¿Qué será? -se decían aquéllos.

Y, creyéndose agraviados, ocurrieron al Palacio.

-¿Por qué nos han quilado la mitad de nuesrro sueldo, General? -le hablaron al Presidente. Y el Presidente les contestó,

-El hoznbre sin propiedad eS peligroso. ¿Qué hacen usiedes el sueldo que ganan? Ya sé que van a decirme que la coznida¡ el vesfido, efe., pero yo quiero obligarlos a que compren casa en la que algún día fonnen un hogar. Viendo, pues¡ que el sueldo se volverá huzno si cae íntegro en manos de usfedes, he ordenado que la Tesotería les guarde una parte de él en depósilo. Nada se les quila; por el contrario¡ dentro de dos o tres años cada uno de ustedes tendrá una casa. El hozn– bre sin propiedad es peligroso. ¿Están entendidos?

Y los beneficiados llegaron a tener casa y uno de ellos hasfa finca.

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