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CARtoS CUADRA PASOS
Debo cumplir el compromiso contraí?o con Re– vista Conservadora de escribir mis reflexiones sobre el tema Renovación y Permanencia, que ,me ,fueron sugeridas por el rejuvenecimiento de la D~re,ctlva Su– prema del Partido Conserva~o~, F~ero~, faclles y es– pontáneas para brotar en mi ImagmaclOn en pI ~sen-
C ' de los hechos pero me van resultando reacias a la , f l' , El dejarse poner en aceptable orma,
I t,e r.a na. asun-to tiene indudable profundidad hlstonca y pr.obable trascendencia.
El conservatismo en tanto fa tomemo.s, como ~i
losofía política, 'necesita para su co~prenslon, ~ mas aún para su aplicación en una naclon det~rm¡nada¡
que la opinión pública haya alcanzad~ notarla. m?du– rezo Fritz Valjavec en una conferencia que dicto en Madrid sobre los Orígenes del Pensamiento Conserva– dor Europeo, en el año 1954, decía que el c?nserva– tismo en la totalidad de la validez de su doctnna apa– rece tarde en la historia universal, como un contra– peso ideológico a la revolución. prov~~ada por I? fi~
losofía del siglo XVIII. Esa aflrmaclon desperto mi curiosidad y en verdad el íntegro propósito social del conservadorismo va lentamente floreciendo en los si– glos por un efecto del cristianismo. Mommsen, sabio historiador alemán afirma que todo aquello que no figure en los anales de Roma es utopía, Pero en su mismo gran libro Historia de Roma he investigado la idea conservadora, y en su plenitud no la he encon– trado. Colocándonos en ese maravilloso relato, en su verdadera culminación universal, que es el momento en que va a morir la república para surgir el imperio, en la terrible lucha ideológica y sangrienta entre Pom– peyo y Julio César, no aparece brote de un verdadero conservatismo. Pompeyo es un aristócrata, que de– fiende los seculares derechos oligárquicos de la no– bleza romana; César un genial demócrata que iniciara el sempiterno proceso liberal que culmina en el ce– sarismo. Es posible encontrar luces conservadoras en Cicerón, eternamente valiosas en el campo de la elo– cuencia, pero fracasada en el de la política hasta con la muerte trágica del grande orador. El amor al pa– sado, el respeto a lo consuetudinario en ~I orden ju– rídico, el aliento para un progreso ordenado en las ideas y en las instituciones, son rasgos conservadores que seducen expresado~ en la clásica elocuencia la– tina.
Cuando el cristianismo con su toque redentor avanza iluminando la suavidad de la filosofía griega, antes subordinada sólo a la belleza, y la disciplina del orden jurídico romano, para entregarlos, en el acto de la mayor renovación que han contemplado los si– glos, a los bárbaros, juventud de razas, flotan gérme– nes de conservatismo¡ pero ni una sola vez se le en– cuentra como una política en acción, en cuanto polí-
tica es el arte de comprender la justicia y de aplicarla sobre las seducciones de la naturaleza.
No se le encuentra en el modo de gobernar feudal y después permanece ausente del palacio de los reyes absolutos Necesitó para dominar el crite– rio de las élites ilustradas en la sociedad europea que se realizara primero la gran conr~oción revol~
cionaria del siglo XVIII Antes, no esta en la razon de estado del maquiavelismo y choca contra la filo– sofía anticristiana Pero cuando estas revoluciones ideológicas se realizaron en la explosión de la fran– cesa de 1793, principió a aparecer una filosofía¡ que no era reaccionaria como la que inspiraba ci los emi– grados que perseguían una simple restauración del podrido antiguo régimen, pero sentía alarma frente a los excesos de una demagogia desenfrenada. Fue ideal de moderación, pensamiento nuevo y original que no significaba un simple término medio entre la reacción y la revolución.
Fritz Valjavec, en el texto citado sostiene que el vocablo conservador con tal significado principió a usarse en Francia. Dice él que en el siglo XVIII los pensadores conservadores carecían de una denomina– ción común Se les llamaba antirrevolucionarios, y más tarde¡ aproximándose al significado del canser– vatismo se les llamó legitimistas. En 1795 aparece por pri~era vez el concepto conservador que adqui– rió mayor difusión durante el gobierno del Directo· rio, pero se restringía su positiva acción a una for– ma de vida de la burguesía liberal. Es indu'dable que fue en Inglaterra donde se precisó el alcance del con– cepto conservador y se levantó al significado de una cifra política bien delimitada en sus aspiraciones, en sus interpretaciones¡ en su instituto y en su modo de operar. En Inglaterra estaba muy dividida la alta opinión pública en su juicio respecto a la revolución francesa; unos la creian una epopeya gloriosa destruc– tora del vicioso antiguo régimen, inspirada en una justicia estricta que destruía primero para después edificar. Otros la juzgaban un peligro para el con– tinente europeo y la tomaban como una violenta evo–
lución del pueblo francés hacia un imperialismo a lo romano Entre esos dos pareceres fue que se levan–
~ó el escritor insigne y eminente político inglés Ed– mundo Burke con su libro Reflexiones sobre la Re– volución en Francia, publicado en el año 1795¡ dei cual dice acertadamente Rafael Paniagua Rivas, que ha sido y sigue siendo considerado como fa primera y la máxima exposición de los principios conservado– res
Principió a formarse una verdadera causa polí– tica con fuerza de pensamienlo concretamente acti~
vD con la raíz en la historia y destinada a tener in–
f1~encia permanente en la misma historia. La reac– ción que produjo Burke en los que creían en la rie-
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