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« Previous Page Table of Contents Next Page »el régimen políiico legal establecido, defendido éSÍe por las clases capitalistas.
En segundo lugar tenemos al inteleciual ético, pa– ra el cual la fuer;za que domina a la masa obrera, .es la fuerza de la propia concepción ética del trabaJO. Esta fuerza ética obliga al trabajo a luchar por una
plen~ aufo-realización ética, que a s~ vez es condición indispensable para redimir al trabaJo. de la d~grada
ción del salario y llevarlo a la libertad.' y la hberlad se encuentra igualmente en el trabajo aufóno~o de los socialistas cristianos. En el trabajo común de los anarquistas y ~n el gremio nacional de los socialis– tas.
Finalmente tenemos al intelectual de la eficiencia, con su visión de la sociedad, avanzando desde un es– tado de desorgal}ización, hacia otro de orden en el que esiá implicito a una elimina~ión. progresi:ra-del despilfarro y la abolición de la rtUsena; Este hpo de intelec±ual cuyo mejor representante son los fabianos, considera al Trabajo como una masa imp'l,llsada por la fuerza de un interés candente en lo econ6mico plani– ficado y que lleve al máximo la eficiencia técnica y social.
Los sindicalistas prádicos por el contrario, sea cuales fueren sus otras limitaciones, establecen rara– mente supuestos tan simples y gratuifos, foda vez que por vivir dentro de la industria la conocen me– jor. Para aumenfar la capacidad competidora de su indusfria, los sindicafos estarán siempre bien dispues– tos a parlicipar en los planes de cooperaci6n de sin· dicafos-gerencia conducentes a reducir los costos de producción, merced a una labor conjunfa. A medida que va cubriendo cada etapa del camino, el obrero va adquiriendo una fendencia cada vez mayor a ha– cerse el sordo a los predicadores de un frastrocamien– to completo del orden establecido, políiico e indus– trial. Los dirigentes obreros saben que con una revo– lución de ese tipo, se provocará un quebrantamiento de la producción. Los standards obreros ganados con sacrificio vendrían a ser una cosa tan del pasado como los beneficios de los empleadores.
Estamos de acuerdo con Swing cuando dice: "Ya va siendo hora de que el movimiento obrero deseche su vieja ilusión de que el camino hacia una sociedad transformada económicamente esfriba en la conquisfa
del poder político. Tal parecía ser antes el único ca" mino que había que elegir, pero las experiencias re– cienfes han demostrado que es impracticable y difi– cultoso y hay posibilidades de que aún sea más duro en el fufuro. Porque con la aglomeraci6n de fuerza econ6mica tanto verlical como horizontal que se ha producidq en la post-guerra, han surgido nuevos cen– fros de i?oder social y económico, los cuales si bien capaces·de .:desarticular por completo la superestruc– fura política de la sociedad, son en cambio inmunes a fodÓ infeIÚo decieisarlicularlos por medio de la fuer– za polífica. La fuerza del Trabajo em.pleando medios político!? podría poner en marcha una revuelta, pero nunca una revolución social".
En consecuencia, el Movimienfo Obrero debe so– meter a un exc¡rnen crítico su táctica. Si el Movimienfo Obrero pretende cambiar la situación económica que hoy descuella fan por encima de la política, debe aplicar la fuerza del sindicalismo organizado, directa– menie, y no por el camino de un rodeo político. Una democracia real en la industria depende de una uni– dad orgánica de ésta con el Trabajo. Por fanfo, una lucha a vida o muerte enfre ambos fadores debería rechazarse aufomáticamenfe.
La paridad del capifal y el trabajo denfro de la economía nacional esfá predestinada a ser la estrella polar de los sindicatos. Bajo el nuevo orden poco importará conocer quien posea los medios de produc– ción, pero fendrá una importancia decisiva en cambio quien sea el que 100s po'nga en movimiento y c6mo 10 haga. asumiendo por tanto la responsabilidad princi– pal,
Cuando un principio nuevo inicia la sustitución de ofro anterior, la decisión definitiva no depende del número de partidarios, ni de cualquiera oira organi– zaci6n de faefores, ni de cualquiera otra aglomeración de bienes materiales, sino de una mayor o menos ri– queza espiritual de las clases que apoyaran respedi. vamenfEiiales principios.
Los obreros no deberán seguir empeñándose en conseguir un cambio mecánico de los derechos de propiedad, sino etnprender inmediatamenfe una refor– ma del capitalismo a parlir del reconocimienfo sin re– servas de la unión o paridad de clases.-Il. A. M.
COMO ENTIENDE LA LIBERTAD EMILlANO CHAMaRRa!
Era el año de 1918. Presidenfe de la República el General Emiliano Chamorro. Jefe Político don Juan de Dios Matus.
Uno 'de los más apasionados eneInigos de ese régimen era el conocido humorista Anselmo Fletes Bolaños quien no carecía de ironía, algo menguada
El veces por su andariega vida bohemia.
. Fletes Bolaños extern6 su inquina contra Cha– m.orro en forma de hoja volanie que él mismo dis– tnbuía en la ciudad a ojos vista de las auforidades y eón el pie de imprenta de la que era dueño don Jesús Garda.
L En dicha hoja le decía al Presidente Chamorro: adrón, roba ganado, etc., etc."
El .Jefe Político Matus ordenó la capfura de Fle– tes .~olaños, dado el carácter virulento de la publi– caOlon. La captura se hizo en momenios que el
aufor repartía el libelo por las calles. Las hojas sueltas fueron decomisadas.
El Jefe Polt±ico Matus se puso al habla con el Presiderite para comunicarle que había hecho una capfura importante, cogiendo a Fleies con el cuer– po del delito.
La respuesta felefónica del Presidenfe insultado fue exactamenfe la que sigue:
-Ponga inmediatamente en liberlad a ese se– ñor y devuélva.le sus hojas sueltas que con eso se gana la vida!
De este incidente, que honra a Chamorro, da cuenta por haber presenciado los deialles, el cono– cido líder don Guillermo Arag6n, nativo de Mana– gua.
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