Amnistías No. 29 y 30 - Otorgadas por Adolfo Díaz Amnistías - 1927 y 1928

El 12 de octubre de 1923 falleció súbitamente el presidente don Diego Manuel Chamorro, de causa natural y le sucedió, para terminar el período, el vicepresidente don Bartolomé Martínez, quien no era del agrado de los miembros granadinos de la cúpula conservadora. Una sobrina de don Bartolomé estaba casada con el prominente liberal doctor Albino Román y Reyes y, además, en su gabinete figuraban algunos ministros liberales, cosas que irritaban a los conservadores, y en especial al chamorrismo de Emiliano.


Los vicepresidentes que logran coger la cola de un período ponen su mira en atrapar el período siguiente. Cuando el presidente Martínez (cariñosamente también llamado don Bartolo) estaba por terminar este mandato, quiso aspirar a su propia candidatura, pero encontró oposición en su propio partido conservador que la catalogó como reelección. Esta negativa movió a don Bartolo a patrocinar un gobierno de conciliación en la familia nicaragüense, procurando la candidatura de una fórmula de los dos partidos que sustentara la paz y desarrollo en el país.


En 1924 ambos partidos pactaron ir en alianza a las elecciones de ese año para el período de 1925-1929. Los candidatos fueron don Carlos Solórzano para presidente, por el Partido Conservador Republicano y el doctor Juan Bautista Sacasa para vicepresidente, en representación del Partido Liberal Nacionalista. Esta alianza triunfó frente a los candidatos del Partido Conservador Genuino, general y expresidente Emiliano Chamorro, acompañado por don Julio Cardenal Argüello, para vicepresidente. Solórzano y Sacasa tomaron posesión de sus cargos el 1 de enero de 1925.



El Lomazo de Emiliano


Emiliano Chamorro en sus memorias dice que alegó que en esa contienda electoral perdieron la vida 33 de sus correligionarios, que se cometió fraude electoral, y que desde entonces comenzó a planear el golpe de Estado que daría a Solórzano.1  El 25 de agosto de 1925 abandonó Nicaragua el último marine de la pequeña guarnición que quedaba resguardando la Legación americana y, entonces, dos meses después, el 25 de octubre, Emiliano Chamorro dio el golpe de Estado, conocido como “El Lomazo de Emiliano”, contra Carlos Solórzano, apoderándose del cuartel militar de la loma de Tiscapa, instalación militar que custodiaba la casa Presidencial, y comenzó a demandar la renuncia del presidente Carlos Solórzano. Tras esta toma de la loma de Tiscapa, el vicepresidente Sacasa tuvo que andar a escondidas en el país y huir hacia el exterior por temor a su seguridad personal.


El 17 de diciembre, el Congreso Nacional inculpó y decretó emplazar al vicepresidente, doctor Juan Bautista Sacasa, a la sazón en Washington D.C., para que comparezca en el término de 25 días a contestar cargos. (Fue notificado por cablegrama y por medio del Encargado de Negocios de Nicaragua en Washington).


El 12 de enero de 1926, el Congreso lo declaró culpable al vicepresidente Sacasa del delito de conspiración contra la paz y seguridad del Estado y le impuso la pena de separación del cargo de vicepresidente de la Republica y extrañamiento del territorio nacional por el término de dos años.


Dos días después, el Congreso Nacional concedió permiso indefinido al presidente Solórzano para separarse de sus funciones, y designó al recién nombrado Senador, general Emiliano Chamorro, para que ejerza el Poder Ejecutivo y la Comandancia general del ejército, en virtud de haber cesado el vicepresidente Sacasa.


El 16 de enero, tras complicadas negociaciones, renunció oficialmente el presidente Carlos Solórzano y Emiliano Chamorro ascendió a la Presidencia “de facto”.2



El rechazo al Lomazo de Emiliano


Aunque el Congreso Nacional proclamó a Chamorro como presidente, ni los gobiernos centroamericanos ni el gobierno de los Estados Unidos lo aceptaron como tal, especialmente porque este golpe de Estado violaba los “Pactos o Convenciones de Washington”, que Nicaragua y resto de países centroamericanos habían firmado en Washington en 1923, cuando don Diego Manuel Chamorro era presidente y Emiliano firmó como embajador de Nicaragua en Washington. En este Convenio se rechazaba a cualquier gobierno que surgiera por un golpe de Estado. He aquí este fragmento, porque lo firmado ayuda a comprender las razones de la futura guerra civil o guerra constitucionalista:


Fragmento de los Pactos o Convenciones de Washington de 1923, (Washington, 23 de febrero de 1923)


Los Gobiernos de las Repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, deseando continuar las buenas relaciones de amistad que han existido entre ellos y establecer las más sólidas bases para la existencia de una situación de paz en la América Central, han tenido a bien celebrar un Tratado general de Paz y Amistad…


Artículo II.- Deseando asegurar en las Repúblicas de Centro América los beneficios que se derivan de la práctica de las instituciones libres y contribuir al propio tiempo a afirmar su estabilidad y los prestigios de que debe rodearse, declaran que se considera amenazante a la paz de dichas Repúblicas todo acto, disposición o medida que altere en cualquiera de ellas el orden constitucional, ya sea que proceda de algún Poder Público, ya de particulares.


En consecuencia, los Gobiernos de las partes contratantes no reconocerán a ninguno que surja en cualquiera de las cinco Repúblicas por un golpe de Estado o de una revolución contra un Gobierno reconocido, mientras la representación del pueblo, libremente electa, no haya reorganizado el país en forma constitucional. Y aún en este caso se obligan a no otorgar el reconocimiento, si alguna de las personas que resultaren electas Presidente, Vicepresidente o Designado, estuviere comprendida en cualesquiera de los casos siguientes:


1º.- Si fuere el Jefe o uno de los Jefes del golpe de Estado o de la revolución; o fuere por consanguinidad o afinidad, ascendiente, descendiente o hermano de alguno de ellos…”


Artículo V.- Las partes Contratantes se obligan a mantener en sus respectivas Constituciones el principio de no reelección del Presidente y Vicepresidente de la República; y aquellas en cuya Constitución se permita esa reelección se obligan a provocar la reforma constitucional en ese sentido, en la próxima reunión del poder legislativo, después de la ratificación del presente Tratado.3



El laberinto jurídico-político


El Lomazo de Emiliano que depone al presidente Carlos Solórzano trae un laberinto jurídico-político que desemboca en la guerra constitucionalista y después en la guerra antimperialista.


Uno - Porque Solórzano renuncia formalmente a la presidencia (16 enero 1926),

Dos - Porque desde el 17 de diciembre de 1925, el vicepresidente está ausente del país, y permanece ausente cuando el Congreso “instalado con la casi totalidad de Diputados y Senadores conservadores, por eliminación arbitraria de los nacionalistas”, lo declara “culpable del delito político de conspiración contra la paz y seguridad del Estado y le impone las penas de separación del cargo de Vicepresidente de la República y extrañamiento del territorio nacional por el término de dos años”.4

Tres - Porque, a la vez, el Congreso Nacional legitima la renuncia de Solórzano y el 16 de enero de 1926, instala en la Presidencia interina al senador Emiliano Chamorro.


 ¿Quién debía ser el presidente?


Según los Pactos, ningún golpista —o participante del golpe, tanto a nivel de realización material como intelectual— debía ser reconocido como presidente de Nicaragua. Por tanto, don Emiliano Chamorro, quien firmó los Pactos y luego ejecutó el golpe, no podía ser aceptado como presidente de Nicaragua y por eso lo rechazaron los gobiernos firmantes, tanto los centroamericanos como el de los Estados Unidos.


Según la Constitución de 1912, si renunciaba el presidente, como de hecho renunció el 16 de enero de 1926, porque le hicieron la vida imposible los golpistas, debía quedar como presidente el vicepresidente electo constitucionalmente, doctor Juan  Bautista Sacasa. Sin embargo, Sacasa no pudo asumir su cargo porque, tras el golpe, tuvo que andar a escondidas en el país y huir hacia el exterior por temor a su seguridad física. Nunca renunció al cargo e incluso pidió ayuda en el exterior, tanto en México como en los Estados Unidos, para que se respetara la Constitución en Nicaragua. El Congreso de Nicaragua luego argumentó que Sacasa había abandonado el país, y entonces nombró presidente a Emiliano Chamorro.


Según Estados Unidos: Los Estados Unidos establecieron su posición un día antes de la renuncia de Solórzano, el 15 de enero de 1926, en la Nota firmada por el Secretario de Estado, Frank B. Kellog, en la que reconocían que el vicepresidente Sacasa se sentía amenazado y se había visto forzado a salir del país, y por eso argumentaban que Sacasa tenía el derecho a su favor, y que Chamorro no podrá legalmente asumir la presidencia en caso de renuncia del presidente Solórzano, si el vicepresidente permaneciese bajo intimidación fuera de Nicaragua.



NOTA KELLOG - 15 de enero de 1926



Declaración del Departamento de Estado.



En vista de que el general Chamorro se apoderó de La Loma, imponiendo su voluntad al presidente Solórzano y sobre el Gobierno Constitucional, al cual pretende dominar por medio de nuestra armada, el Departamento de Estado cree que cualquier manejo de las cosas de Nicaragua, que resultare en un gobierno encabezado por el general Chamorro, sería un mero subterfugio para conseguir el reconocimiento del Gobierno de los Estados Unidos, a despecho de lo dispuesto en el Tratado de febrero de 1923; por consiguiente, ningún Gobierno encabezado por el general Chamorro podrá ser reconocido, desde luego que, tal gobierno, en opinión del Departamento de Estado estaría basado en un golpe de Estado.


También cree que el general Chamorro no podrá legalmente suceder como Primer Designado, asumiendo la presidencia en caso de renuncia del Presidente Solórzano, si el Vice-Presidente permaneciese bajo intimidación fuera de Nicaragua.


El Departamento de Estado está compenetrado de las serias consecuencias que resultarían para Nicaragua, si no se otorgase ese reconocimiento, pero considera en peligro un principio que desea mantener.


El Departamento de Estado abriga también la esperanza de que los directores políticos, en cuyas manos se hallan los destinos de la Nación, no querrán sacrificar el bienestar de su país para satisfacer ambiciones personales, como la admisión de una actitud que indudablemente conducirá al no reconocimiento; y considera también que la entera responsabilidad de tales consecuencias recaerá sobre estos directores políticos.- (F.) F. B. KELLOG.- (Esgueva, 1995, T. II, Doc. No. 173, p. 904-905)


O sea que la renuncia del presidente, la ausencia del vicepresidente y la legalidad que concede el Congreso a la Presidencia de Emiliano Chamorro, crearon un enredo jurídico-político y, en esta obra, queda a cada lector formar su propia e ilustrada opinión.



La guerra constitucionalista


El 2 de mayo de 1926, liberales molestos y perseguidos por los conservadores, asaltaron el Banco Nacional en Bluefields, recaudaron dinero para comprar pertrechos adicionales en México, además de lo que les proveyó el presidente Plutarco Elías Calles. Llevaron estas armas a Puerto Cabezas, lo tomaron militarmente en agosto, para tener así un lugar seguro para el doctor Juan Bautista Sacasa, a quien Moncada alentaba a que llegara cuanto antes a Nicaragua: “No es solamente el triunfo militar el que nos llevará al éxito, sino su inmediata llegada a tierra nicaragüense y la organización de su gabinete”, le razonaba el general Moncada.5


Se inició así la guerra constitucionalista en favor de la presidencia del doctor Sacasa. El Departamento de Estado había declarado de facto el gobierno de Chamorro y no podía considerar legítima la revolución constitucionalista, porque el doctor Sacasa, el presidente, no pisaba tierra nicaragüense.



Conferencias del “SS Denver”


Estados Unidos, preocupado por la necesidad de mantener un ambiente de paz para la región y para su canal en Panamá, así como por la participación de México, promovió el diálogo entre liberales y conservadores. Previo arreglo de un armisticio entre las partes contendientes, el Encargado de Negocios de Estados Unidos en Managua, Lawrence Dennis, recibió a los delegados a bordo del buque “Denver” anclado en Corinto, entre el 21 y el 24 de octubre de 1926. Estas negociaciones fracasaron porque ninguna de las facciones cedió en sus posiciones, y el capitán del Denver despidió a los delegados liberales y conservadores diciéndoles:


“Me parece absurdo el verlos partir a ustedes, que de manera tan caballerosa, y con amabilidad no menor a la que se usa en las partes más civilizadas y cultas, han discutido sus asuntos, sean los mismos que van resueltos a encender en su patria la guerra civil, para precipitarla en la barbarie… “


Después de este fracaso, Emiliano fue convencido por sus más cercanos amigos y por la Legación de Estados Unidos en Managua de que su gobierno de facto no debía continuar y que la necesidad de tranquilizar al país solo se podría conseguir con su ausencia. Renunció el 31 de octubre y se le dio un exilio dorado al enviarlo como ministro plenipotenciario ante los gobiernos de varias naciones europeas.


“A fin de restablecer las buenas relaciones con los Estados Unidos, y para no ser un obstáculo, el general Chamorro depositó por ausencia del primer designado [Juan Bautista Sacasa], en el segundo, don Sebastián Uriza, para que continuara el proceso hasta conseguir una solución constitucional al problema creado por la falta de reconocimiento.6



Emiliano Chamorro renuncia


En la “Reseña de la organización y operaciones de la Guardia Nacional de Nicaragua bajo la dirección de la Comandancia general del cuerpo de marines de Estados Unidos de América – 1927-1933” en la página 6 narran que:


La primera revolución Liberal en contra de Chamorro se desató en Mayo. Hacia Octubre, habiéndose agotado los fondos del Tesoro Nacional e imposibilitado a prestar en el extranjero, Chamorro se sometió a la presión contra él y entregó las riendas del gobierno al Senador [Sebastián] Uriza, que había sido nombrado Segundo Designado por el Congreso. Los Estados Unidos rehusaron reconocer a Uriza como Presidente por motivo de que había sido electo por el mismo Congreso ilegal que había elegido a Chamorro. De allí que nuevas sesiones extraordinarias del Congreso fueron convocadas. Los dieciocho Senadores y Diputados que habían sido expulsados por Chamorro fueron invitados a regresar y tomar sus puestos. De ellos tres volvieron y otros seis fueron representados debidamente por sus suplentes, quienes habían sido legalmente electos en 1924. Este Congreso, el 10 de noviembre [1926], eligió a Adolfo Díaz como Primer Designado.7


El 14 de noviembre, después de la renuncia de don Sebastián Uriza, fue electo por el Congreso Nacional don Adolfo Díaz para terminar el período constitucional que principió con don Carlos Solórzano.



Juan Bautista Sacasa llega a Puerto Cabezas


El 30 de noviembre (1926), dieciséis días después que Díaz fue investido presidente por el Congreso Nacional, por fin Sacasa pisó tierra nicaragüense al llegar a Puerto Cabezas donde se nombró presidente, organizó su gobierno y nombró jefe de sus ejércitos al general José María Moncada. Una vez más dos gobiernos disputaban la legitimidad: esta vez fueron el de Díaz versus el de Sacasa. Transcurrieron más de cuatro meses de ruinosas batallas en esa nueva guerra civil, cuando los ejércitos de los liberales constitucionalistas habían avanzado hasta Teustepe (Boaco), cuando el 17 de abril llegó a Nicaragua el señor Henry Lewis Stimson, abogado y político, enviado por el gobierno del presidente Coolidge y respaldado por cinco mil infantes de marines, para buscar y obtener en Nicaragua una paz negociada o impuesta.



El Pacto del Espino Negro


Stimson invitó a los representantes del doctor Juan Bautista Sacasa para reunirse con los de Díaz y negociar las condiciones que trajeran la paz al país. Se reunieron bajo la sombra de un “Espino negro”, en Tipitapa, y era importante para los norteamericanos lograr el desarme de los ejércitos y la permanencia de Adolfo Díaz en la Presidencia (quien ya ejercía la Presidencia, nombrado por el Congreso Nacional, desde hacía cinco meses). Este último punto era inaceptable para los liberales, pues iba en contra de sus principios y de la Constitución.


La fase de largo plazo de las propuestas de Stimson consistía en que se creara un ejército permanente, nacional, apartidista y profesional que sustituyera el concepto de ejércitos partidarios —liberal y conservador— que llevaban ya un siglo de que sus valientes solo se han ocupado de disputar el poder entre sí, en detrimento del bienestar de sus ciudadanos.


Pero al final, después de discusiones, promesas y ultimatos hechos a los contrincantes, el coronel Stimson logró el objetivo encomendado por el Gobierno de Washington: la paz. Para ello, Estados Unidos custodiará las armas de aquéllos que quieran entregarlas así como para desarmar, por la fuerza si fuera necesario, a los que no quieran hacerlo voluntariamente. Los ejércitos se desarmaron, Adolfo Díaz quedó como único presidente de Nicaragua hasta completar el período constitucional de Carlos Solórzano y, a petición de Nicaragua, las elecciones de 1928 para elegir al sucesor de Adolfo Díaz, serían supervigiladas por Estados Unidos. Por fin vino la paz el 4 de mayo de 1927 con los acuerdos del Espino negro, aceptados por Moncada ante los que se rebeló el general Augusto C. Sandino quien decidió no rendirse ni entregar sus armas.  


El New York Herald Tribune relató que:


Dos días después cinco mil soldados nicaragüenses de los dos ejércitos en harapos y descalzos, marchaban en la capital. Muchos sufrían de heridas, fiebres, mala alimentación, y otra clase de males, resultado de los interminables días de pelea en lugares deshabitados. Después lanzaron suspiros al entregar el rifle, pero apretaban los dientes y aceptaban los diez córdobas prometidos por cada arma entregada.8


 
Amnistía del 5 de mayo de 1927 – Amnistía N° 29


El 5 de mayo de 1927, día siguiente de logrado el acuerdo de paz en Tipitapa, conocido como el “Acuerdo o Pacto del Espino negro” o el Acuerdo o Pacto del 4 de mayo” o “el Acuerdo o Pacto de Tipitapa”, el gobierno de Adolfo Díaz concedió “una amplia e incondicional amnistía” para todos los culpables de delitos políticos cometidos desde el 25 de octubre de 1925, fecha en que el general Emiliano Chamorro dio el Golpe de Estado contra el gobierno del presidente Juan Bautista Sacasa. (Vea Anexo 29).



Amnistía del 9 de agosto de 1928 – Amnistía N° 30


Las conversaciones de Tipitapa dieron fin a la guerra constitucionalista, pero abrieron la puerta a una nueva guerra, la guerra de Sandino, conocida también como la “guerra antiimperialista”.


Como el general Sandino no aceptó los resultados de esas negociaciones, se retiró a la montaña y fue seguido por quienes tampoco habían aceptado las condiciones de paz de Tipitapa y que no renunciaron a seguir luchando y, por tanto, no entregaron sus armas.


En vista de ello, Adolfo Díaz, antes de las elecciones de 1928, dio otro decreto de amnistía cuya finalidad era restablecer completamente la paz bajo las condiciones establecidas en el acuerdo del Espino negro. Este decreto emitido el 9 de agosto de 1928 mencionó las “bandas organizadas”, en alusión directa principalmente a los armados que seguían a Sandino, y comprendía a cuantos estuvieran en ellas a partir del 25 de mayo de 1927. (Vea Anexo 30).



Decreto aclaratorio de 26 de septiembre de 1928


El decreto de amnistía del 5 de mayo de 1927 resultó, en algunos aspectos, un poco indefinido o, al menos, no satisfizo a algunas personas, que aún después del mismo se sentían amenazadas porque no definió claramente qué abarcaba. Con la finalidad de especificar su contenido, el presidente Adolfo Díaz dio otro decreto, clarificando que también abarcaba “los delitos comunes conexos con los políticos” (artículo 1º) y a la vez ampliaba el decreto del 9 de agosto de 1928, porque éste había dejado sin amnistía el período del 5 al 25 de mayo de 1927. (Vea Anexo 30a).



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Anexo 29
Decreto N° 988 de 5 de mayo de 1927
Gaceta, No. 106, 11 de mayo de 1927
Amnistía N° 29

Otorgada por Adolfo Díaz
Nota: Se preserva la grafía original



El Presidente de la República,


Considerando:


Que para facilitar las gestiones que se están haciendo para obtener el restablecimiento de la paz, en virtud de la armonía entre los Partidos que han librado la contienda que aflige actualmente a la República; y en el deseo de manifestar al pueblo nicaragüense el espíritu de concordia de que está animado el Gobierno, haciendo uso de las facultades que le confiere la fr. 7ª. del Art. 111 Cn.,


Decreta:


I.- Concédese amnistía amplia e incondicional para todas las personas que hayan cometido delitos políticos desde el veinticinco de octubre de mil novecientos veinticinco hasta la fecha.


II.- En consecuencia, todas las autoridades de la República procederán a dar cumplimiento a la amnistía poniendo en libertad a los reos políticos que estuvieren detenidos en las cárceles de su jurisdicción y dando garantía a todos los ciudadanos, cualquiera que sea su color político, siempre que se deponga su actitud revolucionaria.


III.- El presente decreto principiará a regir desde su publicación por bando en las cabeceras departamentales.


Comuníquese.- Dado en la Casa Presidencial, a los cinco días del mes de mayo de mil  novecientos veintisiete.- Corregido-Conceder-Vale-Testado-y-No vale.- Adolfo Díaz.- El Ministro de la Gobernación, Ricardo López C.- (La Gaceta, No. 106, miércoles, 11 de mayo de 1927).



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Anexo 30

Amnistía N° 30
Gaceta, No. 178 del 9 de agosto de 1928
Otorgada por Adolfo Díaz

Decreto N° 75 de 9 de agosto de 1928
Nota: Se preserva la grafía original


El Presidente de la República,


Considerando:


Que para facilitar las gestiones que se están haciendo para obtener el completo restablecimiento del orden y tranquilidad en todas partes de la República; y en el deseo de manifestar al pueblo nicaragüense el espíritu de concordia de que está animado el Gobierno, haciendo uso de las facultades que le confiere la fr. 7 del Art. 11 Cn.,


Decreta:


1º.- Concédese amnistía amplia e incondicional a todas aquellas personas que hayan cometido delito de bandolerismo en bandas organizadas desde el 25 de mayo de 1927, y las cuales se hayan entregado o se entreguen voluntariamente a las autoridades antes del 15 de septiembre de 1928, deponiendo sus armas si las tuvieren.


2º.- El presente decreto principiará a regir desde su publicación por bando en las cabeceras departamentales.


Comuníquese.- Casa Presidencial.- Managua, 9 de agosto de 1928.- Adolfo Díaz.- El Ministro de la Gobernación, Virgilio Gurdián.- (La Gaceta, No. 178, lunes, 9 de agosto de 1928).



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Anexo 30a

Decreto de 26 de septiembre de 1928
Decreto aclaratorio de amnistías 29 y 39

Gaceta N° 217 de 1 de octubre de 1928
Emitido por Adolfo Díaz

Nota: Se preserva la grafía original


El Presidente de la República,


Considerando:


Que el Decreto de Amnistía de 5 de Mayo de 1927 no comprende de modo expreso los delitos comunes conexos con los políticos;


Que tampoco comprende los delitos cometidos entre el 5 de mayo de 1927 y la fecha en que empezó a regir el Decreto de Amnistía del 9 de agosto de 1928;


Que es conveniente, para facilitar la completa pacificación del país, despejar toda duda acerca de las categorías de delitos que comprende la Amnistía, y ampliar su período;


Por tanto, y de acuerdo con las facultades que le confiere la frac. 7ª del Arto.111 Cn.,


DECRETA:


Artículo 1.- Declárase que la amnistía concedida en el Art. 1º del mencionado decreto comprende también los delitos comunes conexos con los políticos.


Artículo 2.- Amplíase el período de la amnistía establecido en el mismo artículo hasta el 23 de mayo de 1927, en vez de 5 del mismo mes.


Artículo 3.- El presente Decreto comenzará a regir desde su publicación por bando en las cabeceras departamentales.


Dado en Casa Presidencial.- Managua, 26 de Septiembre de 1928.- ADOLFO DÍAZ. El Ministro de la Gobernación, por la ley, J. BÁRCENAS MENESES.


Con estos decretos intentaban favorecer el clima electoral de 1928, cuyo triunfador gobernaría en el período presidencial del 1° de enero 1929 al de1933, y para favorecer el clima de pacificación nacional que tanto necesitaba Nicaragua.

 

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1 Chamorro, Emiliano, El último caudillo- Autobiografía, loc. cit, p.313. Disponible en clic aqui

2 La Caceta, Diario Oficial, 15 de noviembre de 1926, Discurso de don Adolfo Díaz al tomar posesión de la Presidencia de la República, Managua 14 de noviembre de 1926.

3 Esgueva Gómez, loc. Cit., 1995, documento N.°162.

4 Boletín Judicial No. 5987, Acto y Disposiciones del Poder Legislativo, Sentencia S/N 11/06/27, 12:00 m.

5 José María Moncada, Estados Unidos en Nicaragua, Tipografía Atenas, Managua, 1942, p. 60

6 Argüello, Gustavo Adolfo, carta del 6 de enero de 1961 al Dr. Felipe Rodríguez Serrano, - En Revista Conservadora Enero 1961, pp 36-38. Disponible en clic aqui

7 Primer Designado equivale a ser el primer vicepresidente en cuanto a ser el primero en línea de sucesión a la presidencia de la República.

8 G. Adolfo Argüello, Carta al Dr. Felipe Rodríguez Serrano del 6 de enero de 1961 – En Revista Conservadora,  p. 137. Disponible en clic aqui