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los ingleses, en 1ª_América del NOl te fué ejemplo vi–

vo Llegaban pocos libIOS, pero Montesquieu y Rou_ sseau hacían pensar en la sobel ania popular En España había un tJ. ano vacío y los anhelos del pueblo eran lestablecer la corona a Felnando. Hasta danaba campo la idea de pelear contra los franceses ., En medio del caOS político surgió la f6tmula de leconocel a las provincias de ultramar la lepresenta– ción nacional. Se definió la nación española como la leunión de españoles e indios, y de los hijos de ambas clases La medida fué tardía El fuego había cobl a· do fuerza. En América clecía la levolución libertaria Simultáneamente avanzaban en EUlopa los eiélci_ tos de BonapaIte y en Amética las huestes de la ini_ dependencia

Desde 1812 Bolívar era el mensajero de la Améri– ca nueva, libel al y 1 evolucionaria.

Lo de 1821 fué la concreción, en hechos, de todo un proceso de pensamiento y de Obl a El incendio se rnopagó en el Continente El campo estaba abonado La acción fué gestándose despaciosa, pero eficazmen.

te Se impuso la emancipación

Me afh mo en que de España nos vino el ejem– plo; de allá llegó el espíritu de libertad América si· guió ese ejemplo Los alientos los estimuló el movi_ miento revolucionario que vivía el mundo entelo A_ provechó la lección, se independizó

3. - La prensa fué el vehículo del pensamiento, la palanca que movió la idea Quizá basta por un fe– nómeno de tlansmisi6n del pensamiento, las ideas re_ volucionarias venían de Europa y se propagaban por todo nuestro Continente El Cal reo podia llegar tar– de, con el libro y la hoja volante, pero lo cieIto es que los iluminados estaban ~l tanto de lo que ocurría, pa– labra más o menos La palabla salvó más distancias que el libro

La idea republicana ganaba adeptos hasta en los españoles al raigados en América y desde luego en los llamados criollos, para quienes 'Espafia no pasaba de ser otra cosa que un recuerdo, una esperanza lejana Flameó la divisa republicana, aquí y allá Un bo. tón blanco con una flor roja Se cuenta que el padre Echavarría devolvía del confesionario, sin oírlos, a los fieles que no pOI taban ese distintivo Razón hubo pa.

la~,que nuestlos mayores adoptaran la bandera blan– ca con la estI ella roja Era la l'eafirmación de su es. pÍlitu republicano

Volviendo al tema diremos que entre los periódi· cos de Em opa, vale la pena citar El Observador, de Cádiz, y El Español, de Londres Se criticaba la po– lítica guhernamental, pero se mantenía el respeto a la Constitución Eso sí, no se queria oír nada del re. conocimiento de la independencia de nuestros pue. blos

El Plocurador General del Rey y de ]a NacIón, en julio de 1810, comentaba "La Ocunencia Funesta de Caracas" y también" la subversión de Buenos Aires, del 25 de mayo.

La Gaceta de la RegencIa de España e Indias no publicaba lloticias de América, salvo alguna de La Ha· bana Se pensaba que ignorándolas se aplacaba la

1 evolución que estaba en desarrollo A lo sumo se afirmaba que las noticias que llegaban de América eran lIexageradas y pervertidas por la maldignidad" En un.a edición extraordinaria le correspondió ofrecer las

prl.J}'~ras noticias sobre la independencia de hispano_ amellca

. No se creyó en los tumultos populares ni en las

P~t~ciones públicas para que los capitanes generales hicleran entrega del mando

Se ignoró que España nos trajo la civilización pe– ro .descuidó la administración de América Hubó au– tOridades que exageraron sus medidas; otras para quie_ nes sólo contó el deseo de hacer fortuna Los menos

f~lel'on los civilizadores, capaces de todos los sacrifi_ NOs y duefios de s~ntimientos humanos, fraternos uestro don Juan Vasquez de Coronado, por ejemplo.

No tomó buena cuenta España, o no la tomaton sus gobel nantes, de que el problema del océano y de la flagilidad de las naves, permitió que en América hubiela españoles eutopeos y españoles americanos. Los llamados criollos Todos víctimas del mismo des– potismo, del abandono y el olvido Para los criollos no había otra solución que la de empeñarse en formar una patria en Amelica Por eso fuelon aliados de los independistas NatUl almente, no faltaron los monár_ quicos inbansigentes, pela su resistencia resultó es· téril Formaban la minoría

La vetdad es que el yugo de Bonaparte había a– medrentado a los ciudadauos y la debilidad de ia Co– rona decepcionó a los más Si el problema español no fué el origen del movimiento separatista, si precipitó los acontecimientos, hasta desembocar en la indepen_ dencia ame1Ícana, como afirma algún tratadista. Tanto que se llegó a afirmar: "No fueron la Ilus– tración, ni la Revolución Francesa, ni el ejemplo de las colonias inglesas establecidas en el Norte del Con_ tinente, fué la pequeña estatUIa de los Reyes y su vacilante actitud frente a la invasión francesa". El Dialio Polltlco de Santa Fe, de Bogotá, califica– ba el 25 de enero de 1811 de "monstt uoso e ilegal" al Gobierno de la Regencia

La decepción hizo olvidar todos los auxilios eco– nómicos, todos los esfuelzos de los Conquistadores, todos los favores de los sacerdotes y frailes, el legado valioso de España Muy pocos de los españoles resi_ dentes pet manecieron fieles a su Patria Salvo conta_ dos ejemplos

En todos los paises donde la implenta había he– cho su aparición, circuléu on periódicos y hojas volan_ tes, que atizaIon el incendio. En los cabildos, las ter~

tulias y las logias se caldeaban los ánimos

En España los periódicos comenzaron a informar de los avances de la revolución separatista, pero tal'– diamente El movimiento era inconténible Ya na– cían nuevas 1 epúblicas

4 - Algo hemos de decir de nuestt a Centroamé_ rica y de México En Costa Rica no tuvimos prensa sino el año 1833 Las tertulias pabJóticas, los cOlri– Has de vecinos impOl tantes, y los estimulas que llega– ban de fuera, CIearon el ambiente plopicio Por eso cuando llegó la noticia de Guatemala, en octubre de

1821, ni sordos ni rencos, nuestI os prohombres inicia~

lon las gestiones que culminaron con la firma del acta de Cattago, ei 29 de octuble

La efervescencia se produjo después Fué una puja entre tepublicanos e imperialistas Quizá tam– bién tuvo carácter local; josefinos contl a cartagineses En pueblo pequeño el localismo cobra caracteres de pleito grande Hubo rebeldes: un sargento mayor, A_ gustin Barba, fué expulsado por negarse a jurar la independencia, pala citar un ejemplo

Las cosas se 1l0l'malizaron el año 1824 y la Repú– blica comenzó a vivir bajo la mano firme y fl aternal de don Juan Mora, quien aplicando su sentido de maes– tro y de juez, hizo posible una democracia en cons– tante anhelo de superación, por la cultura y fa paz En Guatemala, la hermana mayor, dos periódicos crean ambiente a las nuevas ideas: El Geni() de la Li· bertad, de don Pedro Molina y El Amigo de la Patl'ia, de don José CeciUo del Valle También deben citarse otros periódicos: El Editor Constitucional, La Tribuna y El Liberal. No es fácil conseguir ejemplares de esos periódicos En la pugna de las ideas. se recurrió al fuego para sepultar nombres de ciudadanos y con ellos sus actitudes.

Costó amoldarse a la nueva situación y más com– prender que se necesitaba un gobietDo que conociera las necesidades, las costumbres y las preocupaciones de los pueblos, como apunta el historiador don Ernes_ to Chinchilla Aguilar La ignorancia resultaba un obstáculo; los intereses otro mayor

El licencIado don Rodrigo Facia, de grata memo– ria, en su texto Trayectoria y Crisis de la Federación Centroamericana, establece: "En Costa Rica se deci-

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